Handke y Serbia, poetas y lacayos
Hace ya muchos a?os que se dedica a insultar a dios y al diablo, a Europa, a los "yanquis" y a otros. El diario Frankfurter Allgemeine temi¨® -hace lustros, en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes de Madrid- que aquel ni?o eterno, ya no tan ni?o, el sexagenario infantil de las letras austriacas, el buen poeta y mejor enfadado, Peter Handke, se abalanzara con algo m¨¢s que violencia verbal contra sus interlocutores. "Knapp an den Handgreiflichkeiten vorbei", rezaba el t¨ªtulo de la cr¨®nica sobre el acto de la calle de Claudio Coello en el diario Frankfurter Allgemeine. Fue en un debate sobre los Balcanes en el que Handke ya dej¨® claro que la pol¨ªtica de tierra quemada del r¨¦gimen serbio de Milosevic era su opci¨®n moral en la crisis y que la apoyaba entonces por mucho que se pareciera a las ofensivas genocidas nazis por el este de Europa a principios de la II Guerra Mundial. Hac¨ªa muchos a?os, desde los cantos a Stalin de Neruda quiz¨¢s, que un escritor apreciado no se alineaba con los criminales, dictadores y genocidas de una forma tan directa y rotunda. Handke es posiblemente un personaje m¨¢s tr¨¢gico que el propio Slobodan Milosevic, hijo desgraciado de suicidas, amante sumiso, camarada cobarde y d¨®cil con sus jefes e implacable jefecillo sobre todo subordinado, ya en la Neogradska Banka o en la c¨²pula del Estado yugoslavo.
Ahora Handke se ha vuelto a enfadar porque en Par¨ªs le han dicho que no puede estrenar su nueva obra en la Com¨¦die-Fran?aise y precisamente porque Par¨ªs no puede otorgar ese escenario art¨ªstico, literario y moral ¨²nico a alguien que, como Celine, se regocija en la glorificaci¨®n de la inmundicia fascista y criminal para mayor honra del autor. Es cierto que El juego de las preguntas de Handke nada tiene que ver ni con Serbia ni con la triste complicidad ret¨®rica e implicaci¨®n profunda personal del escritor austriaco en los cr¨ªmenes de Milosevic en Croacia, Serbia o Kosovo. Ni con los asesinatos de serbios ordenados por este criminal tan admirado por Handke en la propia Serbia. Ni con el miedo cerval que domina a esta naci¨®n y que impide que se haya unido a tantos otros vecinos en el camino de la democracia y la libertad. Pero nadie dude de que Handke, como perfecto argumento exterior, es una ayuda moral magn¨ªfica para aquellos que siguen aterrorizando a los serbios y a sus vecinos. Los grandes calefactores del terror, hijos del Milosevic admirado por Handke, son quienes mantienen secuestrado al pa¨ªs.
La decisi¨®n del director de la Com¨¦die-Fran?aise, Marcel Bozonnets, de retirar del programa la obra de Handke es muy controvertida y con mucha raz¨®n. Si Handke carece de inter¨¦s en su nueva obra no puede ser por haber vuelto a mostrar su desprecio a las v¨ªctimas de Milosevic acudiendo al entierro del asesino a rendirle honores como si de Gandhi se tratara. La nueva obra, la muy err¨®neamente vetada en Par¨ªs, nada tiene que ver con aquello que ha hecho del autor austriaco alguien m¨¢s pat¨¦tico que pol¨¦mico. No niega Handke cr¨ªmenes reales en esta obra y en otras tan s¨®lo los ignoraba con esa peque?a vileza irritada de un autor que parec¨ªa destinado a ser un gigante de la lengua alemana y ser¨¢ recordado como poco m¨¢s que un polemista y senderista por Espa?a.
Handke ya es ante todo el apologeta de un criminal. Triste sino. Se le conoce m¨¢s por negar unos cr¨ªmenes y aplaudir otros que por sus grandes obras escritas lustros ha. Pero su responsabilidad es grande. Es un c¨®mplice contento. Hay asesinos en Serbia que no se entregan al Tribunal de La Haya con argumentos alimentados por Handke y compa?¨ªa. Proliferan all¨ª lacayos, indolentes y cobardes. Y los apologetas del exterior. Tan ¨²tiles. Handke aqu¨ª, Ramonet all¨ª, Celine en Vichy y tantos otros colaboradores de los reg¨ªmenes fascistas, nacionalsocialistas y comunistas. Serbia triste sigue cautiva, secuestrado su futuro por los genocidas, aupada por un Handke elegante que veranea por Soria, da conferencias para mayor gloria y "justicia para Serbia" y llora porque no se le mima. ?l, que es el poeta y bardo del criminal, el que canta y llora por quienes mataban a otros por escribir y por hablar.
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