El collar de oro
Cuenta Herodoto que cuando el rey persa Jerjes conquist¨® Atenas, mando destruir el Parten¨®n y el resto de monumentos de la Acr¨®polis, respetando en cambio un pl¨¢tano, al que coloc¨® un collar de oro. Es evidente la perversa intenci¨®n del historiador griego; ofrecer a la posteridad un retrato de Jerjes como un b¨¢rbaro capaz de eliminar los vestigios monumentales de una cultivada civilizaci¨®n a cambio de una rudimentaria adoraci¨®n de la naturaleza.
Hoy la barbarie no se mide s¨®lo por la voluntad destructiva del patrimonio monumental sino, tambi¨¦n, por el atentado ecol¨®gico. Es en este ¨²ltimo apartado donde se alimenta la alarma sobre las consecuencias de la realizaci¨®n del Plan Especial del Eje Recoletos-Prado.
Y no puedo considerar m¨¢s que apresurado este prejuicio sobre un trabajo que viene realiz¨¢ndose, con el concurso de un acreditado equipo de especialistas de diversas disciplinas, desde hace m¨¢s de cuatro a?os, con la transparencia y el debate p¨²blico que no ha tenido ninguna de las operaciones urbanas realizadas en Madrid. Y, como es l¨®gico, con las modificaciones necesarias para aceptar aquellos argumentos que resultaban razonables.
El objetivo del proyecto que gan¨® el concurso internacional convocado era, y es todav¨ªa, como creo, compartido por todos los sectores de opini¨®n: la necesidad de detener el progresivo deterioro de uno de los espacios hist¨®ricos m¨¢s significativos de la ciudad de Madrid, y adaptarlo a las nuevas exigencias que la coincidente ampliaci¨®n de los tres m¨¢s importantes museos de la ciudad incorporaban a esta centralidad urbana.
En consecuencia, el Plan Especial propone un cambio hist¨®rico respecto a la progresiva tendencia de una ciudad abandonada a la presi¨®n del tr¨¢fico privado y una voluntad de recuperar para el peat¨®n uno de los m¨¢s hermosos, en origen, ¨¢mbitos de la ciudad.
Y no ¨²nicamente por la justificable a?oranza de un espacio p¨²blico tan presente en la memoria colectiva de la ciudad. De manera a¨²n m¨¢s determinante, por la apuesta de futuro de un paseo del Prado que articule la relaci¨®n entre todas las instituciones culturales que a ¨¦l se asoman.
Para ello se propone una reducci¨®n radical del tr¨¢fico privado, en torno al 60% de los 130.000 veh¨ªculos al d¨ªa que en este momento deterioran, de manera irreparable, la calidad ambiental del tramo entre Cibeles y Atocha.
Con ello se consigue, adem¨¢s, un aumento de zonas de estancia, paseo y arbolado, lo que (contando el nuevo paseo recuperable hasta el Pante¨®n de Hombres Ilustres) supondr¨ªa un nuevo parque urbano que, respetando la configuraci¨®n actual del hist¨®rico, oferta un 30% m¨¢s de superficie para el uso ciudadano.
Pero el reflejo pauloviano que despierta la palabra ¨¢rbol, confunde los datos ofrecidos por la memoria del proyecto, no distinguiendo entre el n¨²mero de aquellos que se definen como afectados por su estado fitosanitario de los que realmente lo est¨¢n por el trazado.
Y si la soluci¨®n inicial se ha modificado en profundidad para atender a las alegaciones que se presentaron en el periodo establecido legalmente, ?es mucho pedir un poco de paciencia hasta que se haga p¨²blica la documentaci¨®n definitiva?
Y sobre todo, ?por qu¨¦ justo ahora, en un momento de reflexi¨®n interna en el proceso, se desata la pol¨¦mica? ?Cu¨¢les son los intereses que contaminan el debate t¨¦cnico?
El eje Prado-Recoletos tuvo desde su inicio la condici¨®n de l¨ªmite urbano dedicado a funciones de ocio y recreo. Aquella alameda medieval, descrita por el padre Sig¨¹enza con las cualidades de tener "buena agua, y buena huerta, cielo abierto y claro, y el suelo f¨¦rtil", pas¨® en el siglo XVI, cuando Madrid se transform¨® en Corte, a consolidarse como paseo con diversidad de arbolado y fuentes. Las sucesivas proyectadas remodelaciones, desde las atribuidas a Juan G¨®mez de Mora o Juan Bautista Sachetti, alcanzan, en la iniciativa del conde de Aranda, la formaci¨®n del Sal¨®n y de la inmediata calle de "Tragineros" con las aportaciones de Jos¨¦ de Hermosilla y Ventura Rodr¨ªguez en el siglo XVIII. Aunque la estructura y funci¨®n de este paseo estaban fijadas desde el origen.
S¨®lo en el siglo XX, y con el nuevo modelo urbano, Recoletos-Prado pasa a ser una v¨ªa de tr¨¢fico r¨¢pido, recogiendo el flujo Norte-Sur, con la p¨¦rdida de la cualidad del Paseo, y generando importantes da?os medioambientales.
El v¨¦rtigo al cambio (a veces justificado), no puede conducir a la pasividad, porque la ciudad contempor¨¢nea, descontrolada en su l¨®gica mercantil, se modifica de manera vertiginosa.
En el periodo de estos ¨²ltimos cuatro a?os, una centena de ¨¢rboles han muerto en el paseo, debido a las condiciones medioambientales, y el pavimento existente ha alcanzado un grado m¨¢ximo de deterioro.
Se puede mirar el bosque pero resulta m¨¢s dif¨ªcil verlo, y esa percepci¨®n distra¨ªda, t¨ªpica de la conciencia metropolitana no distingue los detalles, en este caso, la situaci¨®n de abandono en la que ha estado el eje Recoletos-Prado.
Si como anticip¨® Baudelaire, "la forma de la ciudad cambia m¨¢s r¨¢pidamente que el coraz¨®n de un mortal", ser¨ªan los responsables de la custodia del patrimonio los primeros en deber apreciar, con todos los ajustes necesarios, el car¨¢cter restaurador que impulsa este Plan Especial.
Juan Miguel Hern¨¢ndez Le¨®n es arquitecto, coautor del Plan Especial Recoletos-Prado
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