El carlismo recuerda a sus muertos
Se cumplen tres d¨¦cadas del asesinato de dos j¨®venes simpatizantes del Partido Carlista a manos de pistoleros de la ultraderecha
La menguada militancia del carlismo, un movimiento pol¨ªtico de masas que tuvo gran importancia hist¨®rica y predicamento en los siglos XIX y XX, celebr¨® el domingo con una emoci¨®n especial su peregrinaci¨®n anual a la cima de Montejurra, cerca de Estella (Navarra). El Partido Carlista (EKA son sus siglas en euskera) record¨® en su monta?a sagrada uno de los episodios negros de la Transici¨®n: el asesinato de dos de sus seguidores a manos de pistoleros ultraderechistas ocurrido el 9 de mayo de 1976, hace hoy 30 a?os.
De los sucesos de Montejurra 76 se ha contado todo. Fallecieron Aniano Jim¨¦nez Santos, militante carlista santanderino tiroteado a escasos metros del monasterio de Irache por Jos¨¦ Luis Mar¨ªn Garc¨ªa-Verde, denominado el hombre de la gabardina, y Ricardo Garc¨ªa Pellejero, ametrallado cerca de la cumbre de la monta?a por pistoleros no identificados escondidos entre la niebla.
El Gobierno de Arias Navarro dio el visto bueno a la operaci¨®n, que fue bautizada como 'Reconquista'
Aquel d¨ªa decenas de simpatizantes del Partido Carlista resultaron heridos de bala. Una muchedumbre de m¨¢s de 10.000 personas reunida en Ayegui, una peque?a localidad cercana a Estella, sufri¨® la salvaje agresi¨®n de grupos perfectamente organizados que hab¨ªan tomado la monta?a sagrada del carlismo el d¨ªa anterior y contaban con la connivencia, cuando menos, de la Polic¨ªa y la Guardia Civil. Manuel Fraga era entonces ministro de la Gobernaci¨®n del gobierno de Carlos Arias Navarro.
Treinta a?os despu¨¦s, Jos¨¦ ?ngel P¨¦rez Nievas, abogado tudelano y secretario general del partido en Navarra, considera que la historia les ha dado la raz¨®n. "Los cr¨ªmenes nunca castigados de Montejurra 76 obedecieron a una operaci¨®n de Estado perfectamente tramada con el objetivo de desmantelar las aspiraciones pol¨ªticas de un movimiento como el carlista, que ten¨ªa no s¨®lo una alternativa democr¨¢tica a la dictadura, sino su propio aspirante, leg¨ªtimo, al trono de Espa?a, Carlos Hugo de Borb¨®n-Parma".
Las explicaciones del tardofranquismo sobre los sucesos de Montejurra siempre se centraron en el "enfrentamiento armado" entre dos "facciones" carlistas, dado que frente a la muchedumbre que arropaba a Carlos Hugo en una l¨ªnea de socialismo autogestionario de inspiraci¨®n cristiana, se situ¨® otro hijo de Javier de Borb¨®n, su propio hermano Sixto Enrique, representante de opciones mucho m¨¢s tradicionalistas ligadas al franquismo. En otras palabras, des¨®rdenes p¨²blicos con consecuencia de muerte.
El Partido Carlista de Euskalerria (EKA) nunca acept¨® semejante explicaci¨®n. "No podemos negar la presencia de Sixto, pero es innegable que el franquismo utiliz¨® su figura y la de alg¨²n otro antiguo carlista rode¨¢ndolos de conocidos fascistas espa?oles e italianos". La finalidad de la operaci¨®n, subraya P¨¦rez Nievas, era "dar un golpe de gracia al carlismo real".
La ley de Amnist¨ªa de 1977 impidi¨® que los escasos agresores procesados fueran juzgados. Hubo de pasar mucho tiempo hasta que la Audiencia Nacional reconociera a Aniano Jim¨¦nez y Ricardo Garc¨ªa como v¨ªctimas del terrorismo. El fallo lleg¨® en noviembre de 2003, enmendando la tesis que durante los dos a?os previos hab¨ªa mantenido el Ministerio del Interior que dirig¨ªa ?ngel Acebes, y oblig¨® a indemnizar a los familiares de ambos j¨®venes con sendas indemnizaciones de 23 millones de las antiguas pesetas, seg¨²n lo dispuesto en la ley de Solidaridad con las V¨ªctimas del Terrorismo impulsada por el gobierno de Aznar.
EKA reclam¨® todo el expediente del caso y dentro de ¨¦l encontr¨®, cuenta P¨¦rez Nievas, un informe de Interior que hab¨ªa permanecido secreto y en el que los servicios de informaci¨®n ten¨ªan elaborado un listado con las v¨ªctimas del terrorismo desde el 1 de enero de 1968. Y all¨ª estaban Ricardo y Aniano. "El texto dec¨ªa literalmente que el grupo ejecutor hab¨ªa sido la 'C. Tradicionalista'. Si los propios servicios de informaci¨®n lo reconoc¨ªan, ?c¨®mo no iba a hacerlo la Justicia?", comenta el dirigente navarro de EKA.
No obstante, aunque los jueces consideraron que las muertes se produjeron "por la actuaci¨®n de una persona integrada en una banda o grupo armado" que "imped¨ªa el libre derecho de los ciudadanos a manifestarse", la Audiencia Nacional cambi¨® la calificaci¨®n de los hechos. Sigui¨® consider¨¢ndolos un "enfrentamiento entre los partidarios de Sixto de Borb¨®n y los seguidores de Hugo Carlos de Borb¨®n, tratando de obtener uno y otros la primac¨ªa de los actos religiosos y pol¨ªticos programados conforme a ideolog¨ªas divergentes aunque insertas en el Partido Carlista del que constituyen dos facciones distintas". En la cima de Montejurra fue hallada munici¨®n del Ej¨¦rcito espa?ol. La Guardia Civil se inhibi¨® en las agresiones. Las reservas de las habitaciones del s¨¦quito sixtino en el hotel Irache se realizaron desde instancias oficiales y el fallecido general S¨¢enz de Santamar¨ªa, entonces Jefe del Estado Mayor de la Direcci¨®n General de la Guardia Civil, declar¨® en su d¨ªa que, con la intenci¨®n gen¨¦rica de "reconquistar Montejurra" y arrebatarla a los que calificaban como "rojos-marxistas", el Gobierno Arias tom¨® en consideraci¨®n la operaci¨®n, bautizada como Reconquista, y coordin¨® los contactos con los dirigentes carlistas Sixto de Borb¨®n y Jos¨¦ Arturo M¨¢rquez de Prado bajo la coordinaci¨®n del Ministerio de la Gobernaci¨®n. Dinero ingresado en entidades bancarias de Santander, Vitoria, Logro?o, Pamplona y Burgos sirvi¨® para financiar el desplazamiento de mercenarios de los grupos ultraderechistas Guerrilleros de Cristo Rey, Batall¨®n Vasco-espa?ol, Internacional Fascista Italiana y la triple AAA argentina.
Muerto Franco, el Partido Carlista sufri¨® en sus carnes la prohibici¨®n de sus actos y el ostracismo pol¨ªtico. Cuando sucedieron los cr¨ªmenes de Montejurra en Espa?a a¨²n no estaban legalizados los partidos pol¨ªticos. En cuanto se abri¨® la posibilidad, el Partido Carlista pidi¨® su inscripci¨®n en el registro. "Nos lo rechazaron aduciendo que era conocido que persegu¨ªamos un cambio de monarqu¨ªa y de r¨¦gimen pol¨ªtico", indica P¨¦rez Nievas. Recuerda, sin embargo, que se legaliz¨® inmediatamente al grup¨²sculo de la Comuni¨®n Tradicionalista Carlista y tambi¨¦n al PSOE y al PCE. "?Es que socialistas y comunistas no persegu¨ªan un cambio de r¨¦gimen?", se pregunta". As¨ª se dej¨® fuera de las primeras elecciones democr¨¢ticas de 1977 a los carlistas, justo en el momento en que todo el mundo trataba de colocarse para la democracia.
Cuando en 1979 llegaron las segundas elecciones generales, Carlos Hugo de Borb¨®n encabez¨® las listas en Navarra, pero el l¨ªder carlista y presidente del partido no obtuvo los resultados que esperaba y se produjo un distanciamiento entre las bases del Partido Carlista y su l¨ªder, que se dio de baja en 1980, junto a sus hermanas. Desde entonces el Partido Carlista ha seguido present¨¢ndose a los comicios, al menos en Navarra, con sus propias siglas. En las auton¨®micas de 2003 obtuvo 1.040 votos, un 0,34% de los emitidos. ?Por qu¨¦ siguen? "Porque no aceptamos la pantomima del sistema de partidos vigente y creemos que la sociedad tiene derecho a conocer todas las opciones pol¨ªticas existentes", responde Feliciano V¨¦lez, secretario de Organizaci¨®n de EKA, testigo presencial de los hechos de Montejurra y concejal de Puente la Reina. Hay carlistas en los ayuntamientos, pocos, y son integrantes de candidaturas vecinales. Han colaborado con movimientos pacifistas.
El principio del fin
Quienes urdieron la operaci¨®n de la emboscada armada consiguieron en buena medida su objetivo. "Montejurra 76 gener¨® mucho miedo y dio comienzo a la disgregaci¨®n del carlismo democr¨¢tico", explica P¨¦rez Nievas. El viejo letrado a¨²n conserva en su retina la reprimenda de la madre de una joven carlista herida de bala en un gl¨²teo aquel 9 de mayo. "Nos dec¨ªa: nunca m¨¢s dejar¨¦ que se meta en estos l¨ªos, nunca m¨¢s con los carlistas. Y realmente, despu¨¦s de aquello, muchos ya no fueron los mismos. Se alejaron en silencio".
Los enfrentamientos de Montejurra 76 hicieron creer a muchos que la divisi¨®n en el seno del carlismo pon¨ªa en riesgo la incipiente convivencia democr¨¢tica de Espa?a. El amplio movimiento social amalgamado alrededor del carlismo durante la dictadura se disgreg¨® con rapidez en m¨²ltiples direcciones en cuanto la democracia trajo la libertad de partidos.
Buena parte de sus simpatizantes e incluso dirigentes acabaron en los partidos nacionalistas vascos. Unos pocos intentataron desde los Grupos de Acci¨®n Carlista (GAC) plantar resistencia armada al franquismo y acabaron colaborando con ETA, y otros han formado parte del mundo de Batasuna hasta la actualidad. Hubo tambi¨¦n carlistas que confluyeron con el socialismo e incluso se integraron en opciones comunistas.
EKA sigue defendiendo un modelo socialista en una Espa?a federal y aboga por una f¨®rmula de autogesti¨®n para la Comunidad foral de Navarra y el Pa¨ªs Vasco, cuya restituci¨®n foral plena ha reivindicado siempre.
En los ¨²ltimos a?os el Partido Carlista ha sido noticia en navarra por motivos ajenos a la pol¨ªtica, con el impulso que las instituciones est¨¢n dando a la construcci¨®n de un museo del carlismo en un edificio noble de Estella.
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