De la reforma al di¨¢logo social
As¨ª como la crueldad es siempre intolerable, el funcionario probo y la lealtad inquebrantable, la reforma siempre es laboral. Y es como multiusos, tanto arregla el paro, como la precariedad o las carencias en I+D. As¨ª son las cosas; ¨¦sta es la m¨²sica de nuestro tiempo que adem¨¢s y para mayor desgracia, es la m¨²sica de una sinfon¨ªa inacabada... Nunca se termina de reformar, siempre quedan cosas pendientes, nunca se es "suficientemente valiente", siempre, por tanto, todas las reformas laborales son t¨ªmidas, apocadas, incompletas...
Y temo que haya mucho listo por ah¨ª que aplique este sambenito a la reforma que ahora nos ocupa. No ser¨ªa buena cosa hacerlo as¨ª, ni buena ni justa. Su descalificaci¨®n dudo que a alguien favorezca. Es sensato que de vez en cuando recordemos nuestra propia Constituci¨®n: "Los Sindicatos de Trabajadores y las Asociaciones Empresariales contribuyen a la defensa y promoci¨®n de los intereses econ¨®micos y sociales que les son propios". Y tiene uno la sensaci¨®n, bastante acreditada ya, que lo hacen bastante bien.
Si constatamos un exceso de temporalidad habr¨¢ que promover la contrataci¨®n indefinida
Se ha venido negociando desde hace ya muchos meses, y se ha venido negociando con discreci¨®n y profesionalidad. Conscientes, los agentes sociales, de que el ritmo de creaci¨®n de empleo es bueno pero conscientes tambi¨¦n de que nuestro mercado de trabajo no es tan bueno. La tasa de ocupaci¨®n es baja y el desempleo a¨²n es elevado (9,07%), y adem¨¢s se trata de un mercado muy segmentado: desigual distribuci¨®n territorial del paro (del 4,9 al 17,1%), doble paro de mujeres que hombres, triple paro de j¨®venes que de mayores y un tercio de los ocupados con contrato temporal. Y dos temas de calado omnipresentes: competitividad e inmigraci¨®n.
Ninguno de los negociadores tuvo la feliz idea de proponer la modificaci¨®n de un art¨ªculo del Estatuto de los Trabajadores para poner fin a todo esto. El problema, b¨¢sicamente, era comprender lo que estaba pasando, delimitar el problema y coadyuvar, a trav¨¦s del acuerdo y de modificaciones puntuales de la Ley, a su soluci¨®n. Por eso, y con bastante sensatez, m¨¢s que de reforma laboral las partes hablaban de di¨¢logo social.
Tiene uno la impresi¨®n que tanto CC OO y UGT, como las Organizaciones Empresariales y la Administraci¨®n Laboral son conscientes de sus propias limitaciones y por ahora nadie est¨¢ en el mercado de las grandes ofertas. La inflaci¨®n de expectativas siempre produce melancol¨ªa, y en temas tan sensibles como, por ejemplo, la precariedad laboral, el exceso de optimismo puede llegar a ser letal.
La temporalidad no es una pieza separada, ni consecuencia, por supuesto, de la especial perversidad de nuestros empresarios. Es producto directo de nuestro sistema productivo: "La temporalidad es una muestra de que la inversi¨®n se hace en sectores como mano de obra intensiva y baja productividad", Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo dixit, y continua C¨¢ndido M¨¦ndez: "Sobre el acuerdo no se pueden depositar las expectativas del cambio de modelo productivo". Es obvio que un 33% de temporalidad es un mal asunto, y de probada ineficiencia social y econ¨®mica. Su reducci¨®n, por tanto, es un objetivo deseable, incluso prioritario, pero tambi¨¦n es bueno que moderemos la demonizaci¨®n de nuestro pa¨ªs. Espa?a tiene mucha m¨¢s temporalidad que sus socios, es cierto, pero tambi¨¦n es cierto que influyen en la misma factores singulares: la potencia de la construcci¨®n (y por favor que no cese), la elevada temporalidad en las Administraciones P¨²blicas y una estacionalidad significativa; factores, ¨¦stos, que una vez depurados reducir¨ªan notablemente nuestra tasa de temporalidad, que, en todo caso, a¨²n seguir¨ªa siendo elevada y motivo prioritario de preocupaci¨®n.
Dicho esto, conviene que ahora avancemos en las virtudes del acuerdo, y seguro que a nadie se le escapa que la primera es la existencia del propio acuerdo. No deja de sorprender que en un pa¨ªs donde al parecer es tan dif¨ªcil ponerse de acuerdo, sean justamente los agentes sociales, quienes en principio defienden intereses contrapuestos, los que menos dificultades tengan a la hora de acordar. Y lo cierto es que no se trata de un hecho aislado y singular, sino de una pr¨¢ctica habitual ejercitada desde hace ya treinta a?os. Tiempo ¨¦ste suficiente para hacer p¨²blico reconocimiento (y agradecimiento) de su labor y para recordar que su labor ha sido determinante para la cohesi¨®n y modernizaci¨®n de Espa?a. Y un acuerdo adem¨¢s es un mensaje. Un mensaje a los mercados de normalidad y eficiencia, que transmite la idea de fiabilidad, de confianza. De ser, en suma, un pa¨ªs serio donde se puede trabajar con garant¨ªas de futuro.
Y dicho esto, y teniendo el mercado de trabajo que tenemos ?qu¨¦ podemos hacer para mejorarlo? Bueno pues lo esencial para resolver un problema es su propia delimitaci¨®n. Y si constatamos que existe un exceso de temporalidad lo normal ser¨¢ promover la contrataci¨®n indefinida y evitar la contrataci¨®n irregular, y para ello vamos a ver si la Ley puede ser un instrumento de apoyo para conseguir nuestro objetivo: Impulsemos el contrato para el fomento de la contrataci¨®n indefinida, pongamos en marcha un plan extraordinario para la reducci¨®n de la temporalidad seleccionando mejor los colectivos beneficiarios, simplificando los incentivos, ampliando la duraci¨®n de las bonificaciones y sustituyendo los porcentajes por cuant¨ªas fijas (en total podr¨ªamos estar hablando de un incremento de gasto de 1.300 millones para 2007) e intentemos evitar la contrataci¨®n irregular o fraudulenta con una definici¨®n m¨¢s ajustada de las figuras del encadenamiento de contratos temporales, la cesi¨®n ilegal de trabajadores y las contratas y subcontratas. Y vamos a procurar tambi¨¦n que la Ley se cumpla y para ello es razonable reforzar la Inspecci¨®n de Trabajo y Seguridad Social. ?C¨®mo? Pues lo normal: con m¨¢s inspectores y subinspectores, con m¨¢s medios, con la participaci¨®n de los interlocutores sociales en la definici¨®n de los objetivos y programas de la Inspecci¨®n, y promoviendo campa?as espec¨ªficas planificadas y programadas (econom¨ªa irregular, igualdad de trato, inmigrantes, discapacitados). Y, por otra parte, hay que seguir trabajando, hay que comprometerse a modernizar los Servicios P¨²blicos de Empleo, a evaluar las Pol¨ªticas Activas de Empleo y poner inmediatamente en funcionamiento un Grupo de Trabajo Tripartito en el ¨¢mbito del Servicio P¨²blico de Empleo Estatal.
Obligaciones y compromisos bastante razonables y dif¨ªcilmente criticables, que vienen por otra parte acompa?ados de una reducci¨®n, no menor, de cotizaciones empresariales por desempleo (del 6% al 5,5% a partir del 1 de julio de 2008) y al FOGASA (que queda establecida en el 0,2%).
A estas alturas de la vida quiz¨¢ lo mejor que se puede decir de alguien o de algo, es que es razonable, y este acuerdo es razonable, es decir, esta sometido a la raz¨®n y por tanto, y con toda seguridad, ser¨¢ eficaz.
Marcos Pe?a Pinto es inspector de Trabajo y fue secretario general de Empleo.
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