Caja de sorpresas
La tortuosa tramitaci¨®n de la propuesta del nuevo Estatuto de Catalu?a, iniciada por el Parlamento aut¨®nomo el 30 de septiembre pasado y aprobada por el Congreso de los Diputados el 30 de marzo, llega hoy al Pleno del Senado despu¨¦s de haber superado el veto y las enmiendas en la Comisi¨®n General de las Comunidades Aut¨®nomas. El procedimiento de designaci¨®n de los senadores (una combinaci¨®n de elecci¨®n directa por los ciudadanos y de nombramiento indirecto por las Asambleas aut¨®nomas) ha convertido al PP en la minor¨ªa m¨¢s importante de la C¨¢mara alta; s¨®lo su tendencia al autismo pol¨ªtico impide a los populares negociar en la gran mayor¨ªa de los casos las alianzas necesarias para alcanzar el list¨®n de la mayor¨ªa absoluta. A efectos pr¨¢cticos, las hipot¨¦ticas modificaciones en el Senado del texto ya aprobado por los diputados no tendr¨ªan consecuencias irreversibles sobre su contenido, ya que los desacuerdos entre ambas C¨¢maras son resueltos unilateralmente por el Congreso -seg¨²n la Constituci¨®n- mediante un simple pleno: el retraso afectar¨ªa, en cambio, al calendario del preceptivo refer¨¦ndum del nuevo Estatuto de Catalu?a, que el Gobierno tripartito planea celebrar el pr¨®ximo 18 de junio.
Aunque parece probable que ese melanc¨®lico viaje de regreso del Estatuto al Congreso a causa de las enmiendas del Senado no tenga lugar, con cierta frecuencia las votaciones de la C¨¢mara alta son una caja de sorpresas: esta vez no s¨®lo por las eventuales enfermedades, ausencias o confusiones de los senadores -capaces de cambiar el signo de la mayor¨ªa-, sino tambi¨¦n por el car¨¢cter caprichoso e impredecible de la pol¨ªtica catalana. La direcci¨®n de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha decidido que sus senadores se abstengan a fin de impedir que las enmiendas del PP parasiten sus votos; aunque descartada en teor¨ªa, esa posibilidad podr¨ªa materializarse si los cuatro miembros republicanos del grupo Entesa Catalana de Progr¨¦s mudasen de opini¨®n. En cualquier caso, un observador tan alejado del conocimiento particularizado de la Catalu?a actual como el jurista persa inventado por Montesquieu pudiese estarlo respecto a la Francia dieciochesca tendr¨ªa serias dificultades para entender la coherencia de la anunciada abstenci¨®n de ERC en el Senado con sus votaciones en otros tramos del proceso estatutario.
Desde que el acuerdo del pasado 21 de enero entre el presidente del Gobierno y el l¨ªder de Converg¨¨ncia i Uni¨® modificase la propuesta original del Parlamento catal¨¢n, los dirigentes de ERC parecen haber entrado en una agitada etapa de enajenaci¨®n pol¨ªtica. Tras una fase inicial de desconcierto respecto a la postura a tomar -ni siquiera exclu¨ªan el s¨ª- frente a la nueva versi¨®n del proyecto estatutario, los l¨ªderes republicanos idearon una maquiav¨¦lica estrategia para salvar la cara sin romper al tiempo la vajilla del Gobierno tripartito: el no en el Congreso de sus ocho diputados (prescindibles para la aprobaci¨®n del texto en la C¨¢mara), la abstenci¨®n de sus cuatro parlamentarios en el Senado (con el prop¨®sito de impedir el veto o las enmiendas del PP) y la papeleta nula en el refer¨¦ndum (para distinguirse as¨ª del sufragio en contra patrocinado por los populares, de los abstencionistas voluntarios y del voto en blanco). Pero la demagogia lanzada sobre los militantes se ha vuelto contra los dirigentes de ERC, desbaratando esa alambicada maniobra y forz¨¢ndoles a predicar el no en la consulta del 18 de junio.
Planteadas as¨ª las cosas, el aparente favor brindado a sus socios de Gobierno por los republicanos con la pregonada abstenci¨®n en el Senado abrir¨¢ el camino a un conflicto en torno al refer¨¦ndum que har¨¢ saltar por los aires la deteriorada alianza tripartita. Las condescendientes conjeturas sobre el influjo del poder para civilizar las costumbres y moderar las ideas de quienes lo ejercen por vez primera han equivocado el tiro: ni la moqueta de los despachos, ni los coches oficiales, ni las recaudaciones mafiosas en beneficio del partido levantadas por el consejero Vendrell entre los altos cargos, funcionarios y trabajadores de la Administraci¨®n P¨²blica bajo control de ERC han restado energumenismo a sus asilvestrados dirigentes, poco familiarizados con los usos de la democracia representativa.
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