Jacinto Pell¨®n, ingeniero y responsable de la Expo 92
Tambi¨¦n trabaj¨® en Dragados y en HASA
Jacinto Pell¨®n, ingeniero de Caminos, muri¨® ayer en Barcelona, repentinamente, a los 68 a?os. ?l no hubiera querido ser conocido, pero lo nombr¨® el Gobierno socialista del entonces responsable de la Exposici¨®n Universal de Sevilla de 1992, primero con el comisario Manuel Olivencia y luego con Emilio Cassinello, y lo convirtieron en la diana de todas las invectivas con las que medios y pol¨ªticos quisieron deslucir aquel acontecimiento.
Se fue feliz de lo que hab¨ªa hecho, en 1992, despu¨¦s de seis a?os de trabajo, pero le persiguieron al menos hasta 2003, cuando el juez Baltasar Garz¨®n sobresey¨® las denuncias que aseguraban -y se comprob¨® que muy falsamente- que ¨¦l y su equipo hab¨ªan malversado fondos. Cuando se produjo el archivo de las actuaciones dijo que "quiz¨¢" se querellar¨ªa. No lo hizo.
As¨ª que lo ¨²ltimo que dijo Pell¨®n sobre ese acontecimiento lo escribi¨® en EL PA?S, el 8 de julio de 2003, y le retrata. Fue una carta, que envi¨® cuando ya hab¨ªa pasado el calvario medi¨¢tico, pol¨ªtico y judicial que intent¨® poner contra las cuerdas su honradez profesional.
Sobrese¨ªdo aquel calvario al que lo someti¨® la mezquindad nacional, que dedic¨® toneladas de papel a ridiculizar la Expo y a quienes tuvieran que ver con ella, el ingeniero Pell¨®n concedi¨® a rega?adientes una entrevista a este peri¨®dico.
Publicada ¨¦sta, Pell¨®n escribi¨® una carta al director que a su manera dice qui¨¦n fue en la Expo. Alguna respuesta hab¨ªa quedado fuera de lo publicado, y ¨¦l rescat¨® este di¨¢logo: "?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le doli¨®?" [del trato recibido]. "Lo que m¨¢s me ha dolido a m¨ª y por lo que quiz¨¢ m¨¢s me alegro ahora [del sobreseimiento judicial de las denuncias] es por el personal que trabaj¨® en la Expo. Fue una gente que vivi¨® el proyecto con un entusiasmo incre¨ªble, trabajaron horas y horas con una entrega total, no tuvimos un problema con ellos ni siquiera en los despidos..., gente que se entreg¨® de forma total al proyecto. En este trayecto, que ha sido un trayecto muy largo, me ha dolido mucho que algunos de ellos, en alg¨²n momento, con sus amigos, hayan terminado pensando que los que les dirigimos les estafamos. Una de mis alegr¨ªas ahora es que esta gente, que han tenido que pasar el bald¨®n de haber trabajado en la Expo -ha habido gente a la que no le han dado un trabajo porque hab¨ªa trabajado en la Expo-, espero que toda esta gente, aunque sea tarde, puedan volver a estar orgullosos de haber estado en aquel proyecto tan maravilloso. S¨®lo ellos hicieron posible aquello". La carta de Pell¨®n.
La decisi¨®n del juez Garz¨®n de sobreseer las denuncias que trataron de convertir a Pell¨®n en una especie de bandolero para el que se inventaron adjetivos despectivos nacidos de su apellido, alcanz¨® mucho menos espacio que la escandalera que acompa?¨® a su trabajo y a su despedida; un caso similar de olvido de las ofensas ocurri¨® con el AVE, ligado tan directamente a la Expo, asaeteado como el centro de todas las miserias y ahora ponderado, con justicia, como uno de los hechos m¨¢s importantes para el desarrollo del sur de Espa?a.
A Pell¨®n le vendi¨® la Expo Felipe Gonz¨¢lez; luego, tanto su partido, el socialista, como la oposici¨®n de entonces, le negaron el pan y la sal. A ¨¦l le supo peor, ¨ªntimamente, un desd¨¦n que el otro, pero en aquella entrevista en que ya lo daba todo por superado ("no me he sentido apestado") y en sus conversaciones siempre sinti¨® m¨¢s altos su dignidad y su orgullo de haber hecho aquel trabajo que una sensaci¨®n que describi¨® con estas palabras: "En la Expo me dejaron solo".
Hay dos im¨¢genes de Pell¨®n, triste y feliz en el principal trabajo de su vida de ingeniero. Triste, cuando vio desde su despacho c¨®mo se quemaba el pabell¨®n principal de la Expo, el de los Descubrimientos, y c¨®mo volv¨ªa, revolviendo su cabeza rapada, hasta su despacho. Dio un pu?etazo en la mesa, "?hay que seguir!", y el ingeniero continu¨®. Feliz, cuando se acab¨® la exposici¨®n, recogi¨® unos cuantos papeles y se fue a navegar, su pasi¨®n y su vida. Hicieron todo lo posible por amargarle la traves¨ªa, pero era un hombre muy fuerte. Un c¨¢ntabro muy digno. Muri¨® as¨ª.
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