En peligro de extinci¨®n

La especie de directores de orquesta a que pertenece Yuri Temirkanov (Nalchic, 1938) est¨¢, como el lince, en peligro de extinci¨®n. El ruso da unas veces la de cal y otras la de arena, pero siempre vale la pena arriesgarse y acudir cuando se le anuncia, aunque s¨®lo sea por seguir viendo esa gestualidad tan extra?a pero absolutamente intransferible capaz de conseguir con un movimiento del hombro derecho lo que otros buscan a base de fruncir el ce?o y disparar el dedo ¨ªndice apuntando entre los ojos del m¨²sico de turno.

Con una Sinf¨®nica de Londres en plena forma, su sensacional Primera de Mahler tuvo, por encima de todo, el valor de la diferencia. Tras un primer movimiento al que falt¨® un puntito de misterio, lleg¨® un segundo en el que ya se o¨ªan cosas nuevas, y un tercero de una densidad -m¨¢s esos gui?os a la m¨²sica jud¨ªa- ins¨®lita y, para rematar, un final que fue una lecci¨®n de t¨¦cnica al servicio de la expresi¨®n. El resto de las dos sesiones tuvo sus cosas interesantes pero no se pod¨ªa llegar a semejante altura. Lisa Batiashvili certific¨® sus estupendas referencias en el precioso Concierto n? 1 de Prokofiev y Nikol¨¢i Demidenko no acab¨® de encontrarle las vueltas al Segundo de Brahms. El preludio de Jovanchina, de Mussorgski, se oy¨® muy mal por culpa de las toses y todo concluy¨® con una soberbia versi¨®n de una selecci¨®n de Romeo y Julieta de Prok¨®fiev. La Sinf¨®nica de Londres ofreci¨® por sorpresa a Alfonso Aij¨®n, fundador y alma de Iberm¨²sica, una obra compuesta en su honor por uno de sus trombones, James Maynard, como celebraci¨®n de sus dos centenares de conciertos en Espa?a de su mano.