El secreto de la hospitalidad

El d¨ªa que Elia Albert ech¨® el cerrojo a su farmacia para abrir un hotel con encanto en Altea sinti¨® que emprend¨ªa un viaje inici¨¢tico hacia la hospitalidad. Desconoc¨ªa los gajes del oficio, pero su voluntad la llev¨® a explorar todos los vericuetos en la puesta en marcha de un negocio basado en el atrevimiento arquitect¨®nico, la excelencia en el servicio y una confianza plena en el buen ambiente tur¨ªstico de esta localidad alicantina. En el trazado irregular de las calles de Altea y junto a sus apacibles rincones, La Serena invita al relajo de una noche de verano con aroma mediterr¨¢neo.

Por esta raz¨®n, el acceso al hotel resulta algo complicado, un engorro, si no fuera porque la previsora Elia ha acertado en encajar en los bajos del edificio un garaje para olvidarse del coche durante la estancia. Su experiencia de boticaria le vale hoy para recetar otros lenitivos m¨¢s eficaces para el esp¨ªritu, como la materialidad vigorosa y contempor¨¢nea de una caja en hormig¨®n, acero y cristal, a cargo del arquitecto Fernando Picaza; el paisaje inanimado de los grabados y las esculturas de Dami¨¢ D¨ªaz, en la terraza exterior; la atm¨®sfera culta y sensual que se respira en el sal¨®n y en las habitaciones, amuebladas con sillones Coconut, un cl¨¢sico dise?ado por George Nelson, o la deleitosa ambientaci¨®n lum¨ªnica y musical del comedor. Cierto que la escalera principal, eje po¨¦tico de la edificaci¨®n, pierde su levedad con el refuerzo met¨¢lico de las barandillas. Y que el dise?o de la fachada no guarda las proporciones ¨¢ureas. O que la orientaci¨®n trasera del hotel no enfila la c¨²spide monumental de Altea, entre la mara?a de cables y antenas que entorpecen la vista. Pero ning¨²n gesto de atenci¨®n al hu¨¦sped se le escapa a la propietaria, ni a sus colaboradoras, conscientes de que el verdadero lujo de un hotel reside en el refinamiento de los detalles personales. En la arquitectura de los gestos y las formas.

Ba?os visionarios

Bajo el cielo azul de la Costa Blanca se alinean 10 habitaciones entre paneles y arcos simulados de hormig¨®n blanco, con el cuarto de ba?o integrado. Las enmarcan unos bastidores de madera en los que encajan las puertas, como un gui?o a la morfolog¨ªa de una sauna. La mesa de trabajo y las mesillas de noche son de chapa pintada y marcada a l¨¢piz, mientras que otros elementos mobiliarios siguen las reglas del dise?o escandinavo y las colchas en tonos crudos llevan la firma de Adolfo Dom¨ªnguez.

Y lo mejor de todo es el talante abierto y moderno de Elia Albert a la hora de sustituir la obsoleta ba?era por una ducha de chorro potente, y el bid¨¦, por un inodoro con pulverizador de agua. Alg¨²n d¨ªa, todos los hoteles tendr¨¢n en cuenta estos conceptos a la hora de replantear sus cuartos de ba?o.