Fernando Cruz, un torero poderoso
Es evidente que Fernando Cruz tiene hambre. De triunfos, se entiende, aunque debe ser de poco comer por su delgada complexi¨®n. Pero ese otro apetito nace del coraz¨®n de un torero de los pies a la cabeza, poderoso, arrojado, inteligente y artista a un tiempo.
Fernando Cruz dict¨® ayer la aut¨¦ntica verdad del toreo con un valor sin cuento, con un pasmoso dominio de la situaci¨®n y una muleta tersa que ense?¨® a embestir a un toro violento, de cort¨ªsimo viaje, que se negaba a aceptar el criterio del matador. Pero cuando un torero torea, manda. Y vaya si mand¨® Cruz en el tercero de la tarde, que embest¨ªa, como los dem¨¢s, con la cara alta y enorme brusquedad. Plant¨® las zapatillas en la arena, coloc¨® la muleta por delante, siempre perfectamente situado, y aguant¨® estoico los temibles parones del animal. A base de exponer consigui¨® algunos redondos largos y hondos que supieron a gloria. Se ech¨® la muleta a la izquierda, el toro dijo que nones y el torero se empe?¨® en que ¨¦se era el ¨²nico camino. A punto estuvo de sufrir un revolc¨®n, pero le gan¨® el pulso a su oponente con un valor espartano que puso un nudo en la garganta del p¨²blico. As¨ª, consigui¨® naturales de bella y emocionante factura, y la plaza vibr¨® cuando el torero, ya convertido en due?o y se?or de la situaci¨®n, lig¨® una ¨²ltima tanda con maestr¨ªa lidiadora. Cort¨® una oreja que vale su peso en oro, sobre todo para quien tiene tanta hambre de triunfos y tanta disposici¨®n para ser figura. Honor y gloria, pues, a un torero heroico.
Ara¨²z / Amador, Paulita, Cruz
Toros de Ara¨²z de Robles, bien presentados, mansos, violentos, parados y deslucidos. Manuel Amador: tres pinchazos y estocada corta (silencio); cuatro pinchazos, media tendida, un descabello -aviso- y dos descabellos (bronca). Paulita: estocada baja (silencio); pinchazo y casi entera baja y perpendicular (silencio). Fernando Cruz: estocada trasera (oreja) y pinchazo y estocada baja (gran ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas. 13 de mayo. 4? corrida de feria. Lleno.
No pudo ratificar en el ¨²ltimo un triunfo que le hubiera abierto la puerta grande, pero el animal era un completo inv¨¢lido que escenific¨® el deprimente numerito de la costalada en el ruedo a mitad de faena. Cruz lo recibi¨® con unas vibrantes ver¨®nicas que presagiaban lo mejor, pero el hombre dispone, y el toro, en este caso, lo descompone todo.
Manuel Amador fue la pesada cruz de un trago muy amargo. Su lote tambi¨¦n fue deslucido, pero ¨¦l dej¨® claro que no es torero de pelea. Hac¨ªa falta un diestro valeroso, y el valor, precisamente, no es una cualidad que adorne a este hombre. Muy precavido y con escasos recursos, sufri¨® el enfado del p¨²blico en sus dos toros, ante los que no pudo quedarse quieto, y los mat¨® de mala manera, ech¨¢ndose fuera con descaro. No es torero para toros de esta cala?a, y ¨¦l dir¨¢ que si no puede venir con ¨¦stos, cu¨¢ndo podr¨¢ venir con los otros. As¨ª de dura es la vida del artista.
Quiz¨¢ le falt¨® a Paulita el punto de heroicidad necesario para brillar en esta corrida tan importante para ¨¦l, en la que no fue peaje suficiente la voluntad y la porf¨ªa que el torero derroch¨®. Muy violento fue su primero, al que hizo un ce?id¨ªsimo quite por chicuelinas, y se gan¨® un pitonazo en el pecho cuando intentaba justificarse con tan desabrido animal. Muy descastado fue el quinto; lo intent¨® sin ¨¦xito por ambos lados y lo ¨²nico que consigui¨® fue aburrir al personal.
Una nota final para el recuerdo: dos toreros a caballo, Diego Ochoa, picador de Paulita, y Pedro Iturralde, de la cuadrilla de Cruz, que dictaron sendas lecciones magistrales de lo que es y nunca debi¨® dejar de ser una suerte bella: el arte de picar. Ole.
Babelia
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