Cincuenta a?os no es nada
El tel¨¦fono m¨®vil de Imanol Arias no para de sonar en el restaurante de M¨¢laga donde nos hemos citado. Emisoras de radio, periodistas, agencias de noticias, amigos y especialmente su mujer, Pastora Vega, llaman para preguntarle o comentarle detalles sobre la gran noticia del d¨ªa: ETA acaba de declarar un "alto el fuego permanente". Est¨¢ euf¨®rico, feliz. "Es una noticia que esperaba desde hace 30 a?os, pero ahora me hace una ilusi¨®n especial, enorme".
Tiene sus motivos este vasco nacido con el nombre de Manuel Mar¨ªa en el pueblo leon¨¦s de Ria?o (26 de abril de 1956); que vivi¨® su ni?ez y juventud en Ermua, en el coraz¨®n industrial del Pa¨ªs Vasco, sinti¨¦ndose un abertzale aunque no hablara euskera. Para un hombre y actor famoso que ha necesitado escolta por alzar la voz contra la barbarie de ETA, la noticia supone adem¨¢s un aut¨¦ntico alivio.
Brinda con cava frente al mar Mediterr¨¢neo y reflexiona en voz alta: "No hay que lanzar las campanas al vuelo, pero es un momento muy feliz y de esperanza para todos, incluidas las v¨ªctimas de ETA y quienes hemos sentido muy cerca su amenaza. Va a ser un periodo largo y duro, y habr¨¢ interesados en que Zapatero no logre su objetivo. Por eso hace falta que dejemos trabajar a los pol¨ªticos para que esto acabe; con generosidad por parte de todos, con magnanimidad desde el poder?, sin vencedores ni vencidos".
"En el Pa¨ªs Vasco era uno de los suyos. Mi novia de entonces, cercana a ETA, me dec¨ªa: 'No quiero que te tuerzas aqu¨ª"
"Nunca he sido un actor muy querido por Almod¨®var. Dec¨ªa que era muy aburrido y que rodar conmigo era un co?azo"
"Lo primero que Rodr¨ªguez Zapatero tiene que hacer por los actores es ir al cine y llevar al Parlamento una ley"
Imanol Arias tiene algunos rasgos muy at¨ªpicos en el gremio de los actores: es abierto, espont¨¢neo, generoso, nada t¨ªmido y hasta c¨¢lido con la gente. Eso pudieron comprobarlo los ciudadanos de M¨¢laga, donde pas¨® una semana como presidente del jurado del IX Festival de Cine. All¨ª realizamos la primera parte de una larga charla, que terminamos en su casa de Madrid, s¨®lo unos d¨ªas antes de cumplir los 50 a?os. Una edad a la que el actor llega en un momento dulce. Famoso, querido, reconocido por la profesi¨®n y los cr¨ªticos, con desahogo econ¨®mico, con buena salud y el amor de los suyos y de cientos de amigos. Y es que las cosas le han salido bien a este tipo noble, abierto, optimista por naturaleza, vitalista practicante, hiperactivo (es un tauro con ascendiente aries) y dicharachero. Su madre, que se fue a parir a su pueblo natal, Ria?o (Le¨®n), le llev¨® con 15 d¨ªas de vida a ?ibar, donde su padre, tornero, hac¨ªa piezas para coches.
Imanol iba para electricista especializado, pero el teatro se le meti¨® en las venas, le envenen¨® de tal manera que se olvid¨® del futuro que su padre hab¨ªa trazado para ¨¦l. "Yo ten¨ªa claro que en Ermua no estaba la vida que quer¨ªa. Yo estudiaba en la Universidad Laboral de ?ibar para sacarme el t¨ªtulo de maestro industrial el¨¦ctrico. Estaba en un grupo de teatro, y a mi padre aquello le cabreaba mucho; dec¨ªa que los actores eran todos unos maricones y unos muertos de hambre. Yo estaba completamente entregado a la preparaci¨®n de un montaje de El sombrero de tres picos [de Pedro Antonio de Alarc¨®n], obra con la que ganamos en Salamanca el Premio Nacional de Teatro de las universidades laborales de Espa?a. Sol¨ªa llegar tarde a casa y me sentaba a su derecha en la mesa. Cuando mi padre me preguntaba de d¨®nde ven¨ªa, yo le dec¨ªa la verdad, tratando de argumentar con palabras mi afici¨®n; pero ¨¦l, indefectiblemente, me soltaba una hostia, de rev¨¦s, con el env¨¦s de la mano".
?Hasta qu¨¦ punto estaba integrado en la sociedad vasca antes de irse a Madrid?
Mucho. Yo sent¨ªa el Pa¨ªs Vasco como propio y estaba muy cerca de los grupos abertzales. En mi cuadrilla era de los pocos que no hablaban euskera, pero aceptaban con normalidad que hablara castellano. Yo era uno de los suyos. Mi novia de entonces, que lleg¨® a estar muy cerca de ETA, conoci¨¦ndome y queri¨¦ndome como me quer¨ªa, me dej¨® al margen y me dijo: "Va a ser m¨¢s valioso para ti que te dediques a lo que quieres? No quiero que te tuerzas aqu¨ª". Eso fue tambi¨¦n definitivo en mi decisi¨®n de irme a Madrid en agosto de 1975.
Creo que en Madrid no lo tuvo usted f¨¢cil para hacer carrera como actor, ?no?
As¨ª es. Nada m¨¢s llegar a Madrid, a la Escuela de Arte Dram¨¢tico, con dos ¨²nicos avales: el Premio Nacional de Teatro, ganado con El sombrero de tres picos, y el nombre de Juan Diego, al que hab¨ªa conocido en ?ibar actuando con Mar¨ªa Paz Ballesteros. Pero exig¨ªan bachillerato completo, que yo no ten¨ªa, y me denegaron la matr¨ªcula. En medio de la desesperaci¨®n apareci¨® un ¨¢ngel llamado Azufre del Pozo -que luego fue actor con Lindsay Kemp-, que me dijo que lo que ten¨ªa que hacer era meterme en una clase hasta que me echasen. Ricardo Luc¨ªa, profesor de interpretaci¨®n, descubri¨® un d¨ªa que no estaba en la lista, y cuando vio mi entrega me dijo que me quedara, y lo hice, ?tanto que me qued¨¦ un a?o entero! [risas de orgullo].
?Y de qu¨¦ viv¨ªa mientras tanto?
Pues malamente? Me manten¨ªa gracias a unas perras que sacaba como figurante, con o sin frase, en el teatro de la Zarzuela, donde llegu¨¦ a tener una especie de empresilla de figuraci¨®n especial para teatros, para los que buscaba lo que me ped¨ªan. Malviv¨ªa en un piso compartido con tres personas en Canillas. ?Com¨ª bocadillos a destajo! Hasta que logr¨¦ un peque?o papel en la funci¨®n de La vida es sue?o, de Calder¨®n, que dirig¨ªa Jos¨¦ Tamayo en el teatro Bellas Artes: era el capit¨¢n de los soldados. Yo dec¨ªa [se pone en pie y escenifica]: "Aqu¨ª est¨¢, arrestadle, presto". El protagonista era Juan Diego, quien me invit¨® a ser representante de la escuela en las asambleas del Sindicato de Actores.
Hasta que lleg¨® Miguel Narros y le ofreci¨® un papel en el Centro Dram¨¢tico Nacional, y su incipiente carrera dio un giro.
De 360 grados. Miguel me llam¨® para hacer La dama con perrito, de Ant¨®n Ch¨¦jov, y me hizo un favor inmenso porque ello me permiti¨® situarme autom¨¢ticamente dentro de la ¨®rbita de los actores, con un nivel de estudio muy serio, que estaban trabajando con ¨¦l, como Ana Bel¨¦n, Carlos Hip¨®lito, Mar¨ªa ?ngeles Egea, Berta Riaza, Enriqueta Carballeira y, claro, Juan Diego, que fue mi padrino art¨ªstico y el de mucha gente.
Luego ya vinieron trabajos m¨¢s importantes, incluso protagonistas, con Adolfo Marsillach, Jos¨¦ Luis G¨®mez y el propio Narros. ?C¨®mo se atrevi¨® a quebrar, en 1980, esa brillante carrera para irse dos a?os a Cuba para rodar una pel¨ªcula?
Aquello result¨® una superproducci¨®n de ¨¦poca sobre el final de la dominaci¨®n espa?ola, a finales del siglo XVIII, que, al no estar bien planificada, colaps¨® a todo el resto del cine cubano, que dedic¨® a sus mejores t¨¦cnicos a la pel¨ªcula, y que fue un fracaso. Pero a m¨ª me sirvi¨® para aprender lo fundamental: lo que son las distancias, a pararme en las se?ales y a mirar a c¨¢mara.
Muchos d¨ªas que ten¨ªa libres sal¨ªa con la hija de Fidel Castro, Alina, y nos ¨ªbamos con Tit¨®n Guti¨¦rrez Alea a ver pel¨ªculas en la Filmoteca Nacional de Cuba. Me empap¨¦ de todo el cine de Visconti, Antonioni, la nouvelle vague y el mejor cine norteamericano. ?Aquello fue una aut¨¦ntica universidad! Volv¨ª en 1982 hecho un actor de cine.
Y nada m¨¢s llegar, besa el santo con Pedro Almod¨®var, quien se lleva la gloria, en casi todos los libros de cine, de haberle dado a usted la primera y mejor oportunidad.
Porque fue el primero que lo dijo con descaro; pero, en realidad, mi primer papel en el cine me lo dio Pedro Olea en La Corea, en 1976, antes de irme a Cuba. Cuando, a finales de 1982, rod¨¦ Laberinto de pasiones estaba deslumbrado con Almod¨®var; era ya un aut¨¦ntico fen¨®meno. Me intimidaba la aureola que ten¨ªa ya. Recuerdo que me dio el papel de Reza Niro por indicaci¨®n de Cecilia Roth. ?l buscaba un "actor situado" y yo empezaba a serlo. ?Qu¨¦ locura fue aquello!? Firmamos el contrato en el ba?o de la discoteca El Sol.
Y Almod¨®var le convirti¨® en un icono gay de la ¨¦poca.
S¨ª, nos convirti¨® en un referente gay a m¨ª y a Antonio Banderas, mi compa?ero -y amigo- de reparto. Recuerdo que cuando se pas¨® la pel¨ªcula en el festival de San Sebasti¨¢n invit¨¦ a toda mi familia al estreno. Para mi padre se hac¨ªa realidad aquello de que los actores eran todos unos maricones. Se fueron del cine avergonzados, sin saludar a nadie -ni a m¨ª-, y no nos vimos hasta muchas horas despu¨¦s.
?Y a qu¨¦ cree que se debe el que no le convirtiera en un 'chico Almod¨®var', como lo fue Banderas?
Yo nunca he sido un actor muy querido por Pedro. No hubo qu¨ªmica. Pedro dec¨ªa que yo era muy aburrido, que no hablaba con nadie, que era un actor v¨ªctima de una vida que ten¨ªa que representar, y que era interesante el resultado, pero que rodar conmigo era un aut¨¦ntico co?azo. Eso cuenta en su primer libro, y conste que nunca me he peleado con ¨¦l.
?Y no ser¨¢ que es usted muy protagonista, demasiado para ¨¦l, que tambi¨¦n lo es?
Posiblemente. Creo que durante a?os no me perdon¨® que en aquel festival de San Sebasti¨¢n no fuera a la fiesta de Laberinto de pasiones porque estaba tambi¨¦n promocionando la pel¨ªcula de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, Demonios en el jard¨ªn, que fue la que gan¨®, y yo me llev¨¦ el premio al actor revelaci¨®n. Creo que aquello no le gust¨® nada a Pedro, que tard¨® 13 a?os en volver a llamarme [La flor de mi secreto, en 1995]. Yo ya estaba muy hecho, m¨¢s curtido, y Pedro dec¨ªa: "Por favor, que callen a Imanol, que es que no he visto a nadie m¨¢s simp¨¢tico, que es demasiado simp¨¢tico".
En 1982, que fue su a?o, se convirti¨® en el actor de moda del cine espa?ol. Junto a 'Laberinto de pasiones' rod¨®, sin interrupci¨®n, 'La colmena', de Mario Camus; la citada 'Demonios en el jard¨ªn', y 'Bearn o la sala de mu?ecas', de Jaime Ch¨¢varri.
El propio Guti¨¦rrez Arag¨®n me cont¨® que me contrat¨® por el f¨ªsico, porque necesitaba actores nuevos, de repuesto. Tambi¨¦n recuerdo que, unos a?os m¨¢s tarde, Vicente Aranda me confes¨® que me hab¨ªa contratado para hacer el papel protagonista en Tiempo de silencio [1986] porque le hab¨ªan contado que yo era "la persona adecuada para llevar la gente al cine", y luego a?adi¨®: "Adem¨¢s, no creo que sea tan mal actor como para joder esto".
El caso es que, s¨ª, en 1982 me caen encima ya papeles de protagonista y empiezo a darme cuenta de que el juego se estaba poniendo muy serio. Y al mismo tiempo se desat¨® algo muy fuerte, para lo que no estaba preparado: la fama, las entrevistas, el dinero?, y es cuando me volv¨ª loco y cre¨ª que ser actor no es lo importante, que lo importante es la vida del actor; es morirse joven, ser una persona que lo d¨¦ todo en escena, pero tambi¨¦n vivir la vida a tope, y, claro, te disparas, te drogas, acaparas, amas y follas sin parar en una carrera hacia adelante, sin freno.
Una carrera bastante destructiva, ?no?
Desde luego. Era una ¨¦poca en que estuve metido en la droga, cuando el trabajo, que era otra droga, me quitaba la vida. Es esa ¨¦poca en que no me gustaba ser actor, sino vivir como supuestamente viv¨ªa un actor: explotando la bohemia, a tope. No ten¨ªa reposo, viv¨ªa en un torbellino que me hac¨ªa imposible lograr el punto de vista de los personajes que interpretaba. Las peores pel¨ªculas, los peores trabajos, los m¨¢s desproporcionados de mi carrera pertenecen a esa etapa.
Sin embargo, con 'El Lute, camina o revienta', de 1987, gan¨® el premio de interpretaci¨®n en San Sebasti¨¢n y fue nominado al Goya al mejor actor; tambi¨¦n fue nominado a la misma categor¨ªa en 1990, por 'A solas contigo', de Eduardo Campoy, y en 1993, por 'Intruso', de Vicente Aranda.
S¨ª, pero hice unas cuantas m¨¢s que se me fueron de las manos. Porque yo no era golfo de calle, sino de casa; no dorm¨ªa, no beb¨ªa, pero tomaba otras cosas para aguantar, para no dormir. Entre toma y toma, me despertaba, me pon¨ªa delante de la c¨¢mara, rodaba y al acabar volv¨ªa a dormir. O sea, que trabajaba en ese l¨ªmite entre dormir y estar despierto. He perdido muchos a?os en aprender que a m¨ª lo que realmente me gusta es actuar, dormir en casa y llegar al rodaje y actuar.
En ese tiempo me da?¨¦ mucho porque no fui capaz de hacer algo que es b¨¢sico para un actor: estar tranquilo, leer con calma los guiones antes de decidir y trabajar bien los personajes. Mi impericia en ver las cosas con perspectiva me empujaba a leer mal los guiones; me encaprichaba con las pel¨ªculas si alguien me pon¨ªa un reto, con lo cual se corri¨® la voz y te tocaba hacer unas gilipolleces terribles.
No deb¨ªa de ayudarle nada en esa situaci¨®n la fama, los periodistas asedi¨¢ndole, tratando de explicar el nuevo mito joven.
Lo malo es convertirte en un descubrimiento. En ese tiempo que pasa entre ser un descubrimiento y ser un tipo normal en el oficio est¨¢ el riesgo. Me ofrec¨ªan todo el tiempo cosas, me agasajaban. Un d¨ªa me dec¨ªan que era el hombre del a?o; otro, que el rostro m¨¢s bello, que si era un gal¨¢n como Ives Montand; otro d¨ªa, en fin, dec¨ªan que era un gudari disfrazado de gitano, y, claro, te vuelves loco.
?Lleg¨® a tocar fondo?
S¨ª. Hay un momento, en 1994, en que regreso de Buenos Aires muy tocado, despu¨¦s de una temporada larga, intensa, en esa ciudad maravillosa que es Buenos Aires. Aparte de las funciones en el teatro, donde represent¨¢bamos Cal¨ªgula, de Camus, hac¨ªamos funciones gratuitas para estudiantes, participaba en tertulias, ten¨ªa un programa de radio?, y revent¨¦. Volv¨ª jodido, flaco y desfondado, pero crey¨¦ndome la hostia.
Y pas¨® lo que ten¨ªa que pasar, que una parte del negocio, que es la televisi¨®n, me dio un aviso muy claro, y cuando me pusieron delante de la cara los hechos -es decir, que me estaba subiendo a la parra en el dinero que ped¨ªa por cap¨ªtulo para seguir en la serie Querido maestro- reaccion¨¦ mal y no quise reconocer la situaci¨®n, y me dejaron fuera de la serie, me echaron. Me fui de la profesi¨®n durante dos a?os. Eso ocurri¨® hace unos diez. Luego me perdonaron, pero aprend¨ª la lecci¨®n.
?Fue entonces cuando enferm¨® seriamente?
Estaba realmente jodido; la gente dej¨® de llamarme, pas¨¦ dos a?os en el dique seco, y adem¨¢s enfermo por culpa de una bacteria que me produjo una ¨²lcera de est¨®mago que me hac¨ªa retorcer de dolor. Me cur¨¦ al sol de C¨¢diz, una provincia que amo y que descubr¨ª entonces. Pero lo peor de ese tiempo era estar lejos de la profesi¨®n, sentir -temer- que me hubieran olvidado mientras estaba en Argentina.
Y para colmo, se arruin¨® en un negocio? ?En qu¨¦ consist¨ªa?
Invert¨ª todos mis ahorros en una empresa de dise?o de robots para ser usados en la limpieza y sellado de tuber¨ªas de aire acondicionado. Ten¨ªa 15 personas en plantilla en la f¨¢brica de Las Rozas [Madrid]. El caso es que me arruin¨¦. Enterr¨¦ dos millones de euros. Estuve quebrado hasta 2001, hasta que hice Cu¨¦ntame en Televisi¨®n Espa?ola.
A la vista est¨¢ que usted no sucumbi¨® en ese especie de 'tsunami' en que se convirti¨® su vida en esos 10 a?os locos. Aparte de la lecci¨®n que le dieron los productores de televisi¨®n, ?hubo alguna otra circunstancia que le ayudara a salvarse del naufragio?
Adem¨¢s de mi familia, me ha salvado el hecho de que no soy un ser destructivo y las enormes ganas de vivir. La convicci¨®n de que vivir es algo que merece la pena me ha hecho m¨¢s sencilla la aceptaci¨®n de las adversidades. Y tambi¨¦n me ha salvado no olvidar nunca mis or¨ªgenes; ello me ha permitido poder mantener los pies en el suelo hasta en los peores momentos. Y mucha, mucha suerte. Todo ello me libr¨® del ¨²nico gran peligro que tiene esta profesi¨®n, que es que, de tanto creerte diferente, te puedas convertir en un outsider, drogado, enfermo, aislado y maltratador de una familia.
Ahora que habla de la familia, antes tambi¨¦n se ha referido a ella como uno de los elementos fundamentales de equilibrio en los momentos dif¨ªciles. Esa familia tiene, antes que nada, un nombre, Pastora Vega, su mujer desde hace 20 a?os.
Es fundamental el hecho de que en todos estos a?os no me haya faltado nunca el arrope de Pastora, que ha sido mi mejor amiga, compa?era, aliada, amante. La conoc¨ª en 1985, en mi ¨¦poca de m¨¢ximo esplendor. Era una mujer que tambi¨¦n estaba bien arriba. Me encontr¨¦ con la horma de mi zapato; una mujer de car¨¢cter, potente. Yo estaba desmadrado, muy confuso, muy perdido. No me serv¨ªa con hacer una pel¨ªcula, ten¨ªa que hacer dos, ligar una con otra, no parar. Pastora, con ese sosiego que es capaz de tener en muchos momentos, me puso en la realidad sobre lo que era la vida, el compromiso, la familia.
?Y qu¨¦ signific¨® la paternidad en ese proceso de cambio?
Algo maravilloso, tanto que he sido reincidente hace pocos a?os [Jon, el hijo mayor, tiene 19 a?os, mientras que el peque?o, Daniel, tiene s¨®lo cinco]. Mis hijos me han clavado en la tierra, me han dado realismo y eso que parece tan t¨®pico, pero que es tan verdad: una poderosa raz¨®n para vivir.
?Y la edad? Hasta qu¨¦ punto los a?os, lo vivido, la llamada madurez, acaban por ofrecernos asideros en los que remansar la vida, las decisiones, el trabajo.
Empec¨¦ a liberarme del estigma ese de estar perdido, de utilizarme a m¨ª mismo, rozando los 40 a?os. Empec¨¦ a quedarme m¨¢s tranquilo, a aceptarme con mis defectos -tambi¨¦n con mis virtudes-, con mis limitaciones. Empec¨¦ a rodearme de gente que necesito y me necesita, y comenc¨¦ a sentirme mejor. Ahora me gusta m¨¢s mi trabajo y elijo mejor los guiones, aunque sigo con complejo de no acertar.
?Se ayud¨®, en ese tiempo de crisis, de alguna terapia?
S¨ª, estuve con una psiquiatra estupenda. Fui para que trabajara mis adicciones y tambi¨¦n para que me explicara por qu¨¦ estaba tan desbocado, con tan poca paz. Me ayud¨® a recomponer las piezas de ese mundo m¨ªo disperso, algo alocado. Al final me dijo que ya estaba bien, que todo iba a ir mejor, excepto algo que no tiene arreglo, que es mi verborrea, que, predijo, ir¨¢ a m¨¢s. En el fondo, uno es actor porque tiene una necesidad y un poder para comunicarse.
En 2001, con 45 a?os, realiza usted uno de sus trabajos que m¨¢s me gustan: el del inspector de polic¨ªa, duro y cabr¨®n, en 'La voz de su amo', de Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro. Un papel y un trabajo que le marcaron, ?no?
Justamente, aqu¨¦l era un papel secundario, y no es f¨¢cil aceptar ser el secundario de un protagonista que me hubiera tocado a m¨ª diez a?os antes. La primera vez que yo sent¨ª la edad fue con ese papel. Eduard Fern¨¢ndez, el protagonista, me ayud¨® mucho; vivi¨® conmigo un periodo duro. Yo estaba amenazado por ETA, iba con escoltas, con lo cual se confund¨ªan los escoltas de verdad y los de la pel¨ªcula. El d¨ªa en que ¨¦l me ten¨ªa que matar en la ficci¨®n eran las seis de la tarde y yo ca¨ªa al suelo. All¨ª acababa su trabajo, pero no se fue porque ¨¦l quer¨ªa venir en mi coche, escoltado. Me dejaron tirado en el suelo dos horas, rodeado de agua mientras preparaban la siguiente escena. Eduard me dijo entonces algo significativo: "A lo mejor es la primera vez en tu vida que te vas tarde del rodaje porque haces el malo, tronco". ?Qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa!
?Est¨¢ o ha estado a favor de la cirug¨ªa est¨¦tica como m¨¦todo de rejuvenecimiento?
Entiendo que haya gente que lo haga. A m¨ª no me interesa. Creo que hay otros modos de buscar un buen aspecto. Entiendo que a la altura de los 60 a?os -no antes-, algo tienes que hacer para ponerte la piel fresca, l¨ªquidos reafirmantes, para humedecer?, pero nada m¨¢s. No hay que tocarse. Yo veo a Clint Eastwood con la cara arreglada, no tocada, y me gusta eso.
Volviendo a su trabajo en el cine, hay algo, me imagino, que la edad ni la madurez pueden combatir, y es la inseguridad, ese mal que ataca por igual a todos los actores, sean o no famosos, j¨®venes o veteranos. ?C¨®mo lo lleva usted?
Pues igual que todos, jodido, eso no se pasa; no tiene que ver con la edad, sino con la condici¨®n de nuestro trabajo, sujeto a una inestabilidad laboral, las modas, los gustos y a la fragilidad propia de un trabajo cuyo ¨¦xito no depende s¨®lo de ti. Hay actores, algunos mayores, con todo el prestigio del mundo, que est¨¢n adocenados, y otros que se mantienen vivos -gente como Al Pacino-, porque esa misma inseguridad te obliga a seguir exigi¨¦ndote. Ser actor es casi un estado de inconsciencia.
Del medio centenar de pel¨ªculas que ha rodado (al margen de los telefilmes y las series de televisi¨®n), ?hay alguna de la que usted est¨¢ satisfecho y considera que no se ha valorado suficientemente?
Creo que con los a?os me gusta cada vez m¨¢s mi trabajo en El intruso y en El amante biling¨¹e, de Vicente Aranda [ambas de 1993].
Tiene usted fama de buen compa?ero con las actrices. ?Ayuda realmente esa complicidad con la actriz en su trabajo?
S¨ª, y mucho. Yo he tenido experiencias de todo tipo y en todos los sentidos con ellas, casi todas buenas. He tenido adorables compa?eras como ?ngela Molina, Marisa Paredes, Ana Bel¨¦n, Victoria Abril? Con ellas ha habido mucha complicidad, un cari?o enorme. Yo jam¨¢s he tenido un romance con una compa?era; he llegado a ser algo peor, un hermano. Yo las he paseado, las he escuchado, las he ba?ado, las he acostado -o me han acostado ellas-. En el rodaje de una pel¨ªcula, cuando afloran los problemas, las inseguridades, puedes sentirte un poco hu¨¦rfano, y ellas, tambi¨¦n. Nos necesitamos mucho en esos trances, y en ellos se hacen las mayores amistades y los peores odios.
En 1996 retorna a la televisi¨®n con 'Querido maestro', a la que sigui¨® otra serie, 'Dime que me quieres', que le pone a flote en tiempos de pocas ofertas para hacer cine y le mantienen en candelero hasta el a?o 2001, en que llega su trabajo de m¨¢s ¨¦xito en antena: 'Cu¨¦ntame'. Su trabajo como Antonio Alc¨¢ntara le consagra como actor.
Yo tengo que estar muy agradecido a la televisi¨®n como medio de expresi¨®n actoral. Cuando en 1989 hice la primera vez una serie -Brigada Central, con Pedro Mas¨®- en 35 mil¨ªmetros, con Panavisi¨®n, a¨²n se consideraba el trabajo de televisi¨®n una actividad de segundo nivel, era algo as¨ª como rebajarse. Pensamos durante mucho tiempo que la tele era una cosa pasajera, que hab¨ªa que trincar y luego irse. Fue un error imperdonable.
En 'Cu¨¦ntame', usted da vida a un hombre sin ideolog¨ªa, m¨¢s bien conservador, que vive en un a?o, 1974, en que usted ya se sent¨ªa un hombre de izquierdas. ?Milit¨® en el partido comunista o en alg¨²n otro partido?
Nunca milit¨¦ en ning¨²n partido, aunque en los a?os setenta y ochenta estaba muy cerca del partido comunista. Lo que pasa es que yo siempre vot¨¦ a la contra de lo que ganaba -la ¨²nica vez que he ganado una elecci¨®n fue el 14 de marzo de 2004-, aunque luego siempre estaba en el ¨¢rea, pero nunca me he sentido obligado a militar o a seguir al poder.
?Y nunca se sinti¨® utilizado por los pol¨ªticos?
Nunca. Yo lo que recuerdo todav¨ªa es el pollo que le montamos a Felipe Gonz¨¢lez, ?pobrecito!, con lo de la OTAN. Yo era el portavoz de los artistas. ?bamos a La Moncloa para increparle y llamarle hijo de puta, traidor. Yo le¨ªa los comunicados. Le dimos una ca?a de muerte. Yo nunca estuve en la bodeguita.
Pero Aznar s¨ª le invit¨® varias veces a La Moncloa y le sentaba en la mesa junto a Ana Botella. ?De qu¨¦ hablaban?
De cine. En aquella ¨¦poca conseguimos que fueran a estrenos de cine. Hay gente que aquello no lo entendi¨® bien, y yo lo comprendo. Fue en el primer mandato de Aznar, e ¨ªbamos en una comisi¨®n de gentes del cine, con Marisa Paredes, Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n y otros. Intent¨¢bamos sensibilizar a Aznar con los problemas del cine espa?ol, con la necesidad de que estudiaran nuevas formas de subvenciones, desgravaciones fiscales por inversi¨®n en la industria del cine, algo que est¨¢ todav¨ªa pendiente.
Aznar no entendi¨® nuestra posici¨®n tan firme y tan dura contra la guerra de Irak y se lo tom¨® como un ataque personal. La derecha espa?ola sigue pensando que los actores debemos estar calladitos y sin dar guerra; pero, por m¨¢s que les pese, somos hombres p¨²blicos, con criterio, que somos testigos de justicias e injusticias y tenemos una voz que podemos usar, porque, ante todo, somos ciudadanos libres.
?Y Zapatero? ?Le ha invitado ya a palacio??
El otro d¨ªa nos llamaron a algunas gentes del cine para invitarnos a celebrar el segundo aniversario de su llegada al Gobierno, y Juan Echanove y yo le mandamos un recado dici¨¦ndole que no ¨ªbamos a acudir y que lo primero que tiene que hacer por nosotros es ir al cine y llevar al Parlamento una ley del cine, y mientras tanto que no nos haga ni fiestas, ni hostias. Yo, la verdad, con el poder casi ni tocarlo, que hagan su trabajo. Aunque estoy encantado de que gobierne Zapatero, ?eh!
Antes de despedirnos hablamos de aficiones. Confiesa ser un lector muy desordenado e impaciente de libros -"para leer novela necesito la noche, porque durante el d¨ªa me engancho con mil cosas; por ejemplo, Internet, los blogs, etc¨¦tera"-, aficionado a ver partidos de f¨²tbol por televisi¨®n -"soy del Athletic de Bilbao, pero cuando no juega, no soy antinada, me gusta que gane el mejor"- y voluntarioso en la cocina -"mi especialidad es una salsa de tomate del Bierzo, con piment¨®n, que me sale de cine"-; todo menos estar tirado a la bartola, sin hacer nada, viendo pasar el tiempo. Su ¨²ltima afici¨®n conocida -que se est¨¢ convirtiendo en negocio- es el vino. Con otros socios explota una bodega de vino en Ribera del Duero, Cepa 21, que ahora mismo es la ni?a de sus ojos. Una afici¨®n "que es una vuelta a la tierra de origen de mis padres, Castilla; cada vez que paso por all¨ª, algo muy ¨ªntimo se mueve dentro de m¨ª".
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