1.424 d¨ªas alrededor del mundo
Cinco continentes, 250.000 kil¨®metros, 130 pa¨ªses y cuatro a?os necesit¨® el fot¨®grafo alem¨¢n Uwe Ommer para retratar a 1.000 familias distintas. Ahora ha tardado otros tres a?os en elaborar un libro titulado 'Tr¨¢nsito', el 'making off' de aquel largo viaje, que ¨¦l define como "el ¨¢lbum familiar del planeta".
Sonr¨ªe la familia de Iba, consejero del sult¨¢n en Mandelia (Chad); sonr¨ªen los seis hijos de Mike, pescador en Georgetown (EE UU); lo hacen tambi¨¦n los del agricultor Florentino en Guambia Cuaca (Colombia), los del abogado Gagik en Sevansee (Armenia), los del bombero Vishvesh en la isla de Diu (India), las tres ni?as de la zo¨®loga Mar¨ªa en Mertola (Portugal)? Todos aceptaron un buen d¨ªa posar ante la c¨¢mara del fot¨®grafo alem¨¢n Uwe Ommer (1943) en un proyecto que le llev¨® por 130 pa¨ªses entre 1996 y 2000 con una ambici¨®n: obtener una imagen colectiva, la de la gran familia del mundo. Consigui¨® fotografiar a 1.000 de ellas. Y parecen felices todos estos hombres, mujeres, ni?os. Sean de donde sean: gitanos europeos; masais, dogones o ndebele africanos; musulmanes de Malaysia, cat¨®licos irlandeses o tibetanos; chinos, rusos, letones o latinoamericanos. De los lugares m¨¢s ricos a los m¨¢s miserables. No cuesta imaginar la escena: el extranjero blanco, rubio, alto y amable que aparece un buen d¨ªa, acompa?ado de su asistente, en un Land Rover renqueante y dice que nos quiere retratar. Y corre, vete y llama a tu madre, a tu hermano, al abuelo, a la t¨ªa?, y tr¨¢ete el perro, la tortuga, nuestra moto, la bici, la tetera, mi mu?eca, el ganso, la vaca, el mono? Que estemos todos, que nos saca en la foto. ?Nos vestimos de fiesta o vale as¨ª, de trabajo? ?Qu¨¦ quieren tomar? ?Desea ver la casa, el establo, el ¨²nico pozo de agua en kil¨®metros? ?Le importa si posan los vecinos, los primos, la aldea entera?? A trav¨¦s de las im¨¢genes se adivina la vida cotidiana en las mansiones de unos; en las casas de adobe, caravanas, barcos o chozas de otros.
Han sido dos los viajes: uno, el verdadero; otro, elaborar este libro
Guardo en mi memoria todo y a todos, jam¨¢s los podr¨¦ olvidar"
"Mi ¨²nica hija ha sido asesinada por enemigos camino del pueblo"
"Tuve que decir ?basta!; descubr¨ª que el af¨¢n viajero no tiene fin"
Y Uwe Ommer -mientras les indica c¨®mo colocarse ante la pantalla blanca, mientras dispara su Rollei- les pregunta por sus deseos para el nuevo milenio. Alguien contesta: vivir; otros: comprar una casa, m¨¢s tierras, m¨¢s dinero, visitar Estados Unidos? El sue?o de Noufou, en Boundiali (Costa de Marfil), es tener 20 hijos; el de Tommy, reverendo en Memphis (Tennessee, EE UU), reunir a las 300 parejas que ha casado; el del campesino Antonio, en Lugo (Espa?a), salud y trabajo. Pero son mayor¨ªa los que anhelan algo que no se consigue sino con pol¨ªtica seria y buen gobierno: retornar al pa¨ªs de origen, que mis reto?os estudien, que vivan mejor que yo, que no mueran antes que uno? Este horror le sucede, por ejemplo, a Guyo Boro, de 65 a?os, el consejero de mayor edad en el poblado de Gabra Scheme, en Kenia, al que Ommer retrat¨® en 1997 junto a su hija, su yerno y sus dos nietos. Y dos a?os despu¨¦s escribe al fot¨®grafo una carta en la que le pide respuesta para saber si sigue vivo, pues es la no-existencia un dolor, ¨¦l lo sabe bien, y le informa: "Mi ¨²nica hija, Arbe, ha sido asesinada por enemigos camino del pueblo. Dej¨® en manos de Dios el castigo de los criminales". Las 1.000 familias sue?an siempre con el bienestar y la vida en paz.
Corre 2006. ?Qu¨¦ habr¨¢ sido de Nicolae y Petria, los agricultores rumanos de Butoiesti? ?De Anne y Gunther, los artistas callejeros de Suiza? ?C¨®mo le habr¨¢ ido a Esat, el "bisnesman" alban¨¦s? ?Y a la familia Atman, que habita en un antiguo har¨¦n del B¨®sforo? ?Y a Karim y F¨¢tima, del S¨¢hara Occidental? ?Habr¨¢ terminado su mansi¨®n el abogado de Abiy¨¢n (Costa de Marfil) Dominique K.? Estas preguntas asaltaron la mente de Ommer hasta hace unas semanas. Porque no ha sido uno, sino dos los viajes alrededor del mundo que ha realizado el alem¨¢n durante esta d¨¦cada. El primero fue la traves¨ªa en s¨ª, los cuatro a?os de recorrido geogr¨¢fico y humano a lo largo de 250.000 kil¨®metros. Y cada ma?ana de esos 1.424 d¨ªas hubo de organizar la ruta, elegir el destino, avistarlo desde el coche, llegar, preguntar, encontrar y saludar a los anfitriones, conocer a las familias, explicarles, hacerles posar, extraer la c¨¢mara de la bolsa, colocar los paraguas de luz, enfocar, retratar, conversar, beber, volver a conversar? Cada d¨ªa qued¨® admirado con la belleza f¨ªsica y mental de las gentes; con las sonrisas de los ni?os que corren, cantan, atienden el ganado, se ba?an, venden en los mercados, sufren, se abrazan a sus madres y a sus animales, miran divertidos a c¨¢mara?
Mil c¨ªrculos de relaciones personales desplegados ante sus ojos de voyeur, viajero y fot¨®grafo. Llegar a convertirse en alguien familiar. Encari?arse con unos y otros, con todo un pueblo, con sus espacios exteriores y circunstancias interiores, con los colores de ropas, puertos y orillas de r¨ªo, luces de desierto, lagos de sal, el agua viva del Amazonas, la dimensi¨®n de los ¨¢rboles africanos, la altura del Himalaya o los Andes? Luego, despedirse y partir. Una y otra vez, a un ritmo doloroso y musical.
Ese primer viaje dur¨® hasta que ya no pudo ser. Ommer tuvo que reprimir las ganas, guardar la c¨¢mara. "Dije ?basta!, porque descubr¨ª que uno puede pasarse la vida entera movi¨¦ndose de un lugar a otro, sin meta, porque s¨ª?". Era como una adicci¨®n, dice por tel¨¦fono desde Par¨ªs, desde su cuartel general. Ese af¨¢n por continuar m¨¢s y m¨¢s all¨¢ propio de los viajeros m¨ªticos, de Ulises a Alejandro: el gusto por descubrir nuevos horizontes. Se acab¨®. Y sus 1.000 familias se convirtieron en serie gr¨¢fica publicada en revistas internacionales, en motivo de grandes exposiciones.
El segundo viaje lo acaba de terminar: elaborar Tr¨¢nsito, el libro del que se muestran aqu¨ª algunas p¨¢ginas. Tres a?os de obsesi¨®n. Un no parar mental sin moverse del estudio. "No lo ten¨ªamos planeado. Surgi¨®. No me gusta acumular objetos, pero llev¨¢bamos un coche grande y carg¨¢bamos con todo. Al regresar nos dimos cuenta del valor de ese material". Billetes, mapas, monedas, ornamentos, herramientas, vestidos, frutos secos, conservas, armas, anotaciones en el diario de lugar y fecha, an¨¦cdotas, fotos familiares de los conocidos, las localizaciones, las sesiones, los paisajes? El making off. Con eso y la ayuda del dise?ador Renaud Marchand ha creado un collage de 720 p¨¢ginas sobre una traves¨ªa feliz en la que hubo tambi¨¦n tristezas: impotencia ante la pobreza, muchos sinsabores burocr¨¢ticos y alguna que otra incomodidad (el tiempo que no acompa?a, el coche que se agota, polvo, calor, cansancio?).
Tr¨¢nsito es una belleza para cualquier esp¨ªritu viajero, puede provocar envidia pura. "Ten¨ªamos 950 p¨¢ginas y hubo que eliminar 200, dejar fuera personas y situaciones. Dur¨ªsimo", dice. Tanto como aquellas islas que quiso visitar, pero no pudo: Cuba, Filipinas, Bahamas, Madagascar. Y cuando cierra los ojos cada noche, ?qu¨¦ ve de aquello, qu¨¦ guarda Ommer en la memoria? "Todo y a todos. Cada familia, sus circunstancias, el tiempo juntos. Jam¨¢s lo podr¨¦ olvidar". Una odisea terminada. Otra que empieza. En noviembre de 2005, su acompa?ante por Asia, Isadora Chen, le convirti¨® en progenitor de un ni?o al que han llamado Ulisses. La pareja posa feliz para la ¨²ltima p¨¢gina de Tr¨¢nsito: la familia 1.001. Y tambi¨¦n expresan deseos: "Que Ulisses, como sus padres, tenga las ganas y el sano sentido com¨²n para viajar por el mundo".
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