El verano del patriarca
Leo en la siempre interesante revista FP (edici¨®n espa?ola de Foreign Policy) un an¨¢lisis del investigador demogr¨¢fico (entre otras enjundias) Phillip Longman, optimistamente titulado El retorno del patriarcado. Perdonen: ?Me he perdido algo? ?Es que el patriarcado alguna vez se fue? La reafirmaci¨®n, el crecimiento, el auge, habr¨ªa sido un titular m¨¢s ajustado a la realidad reinante. No nos dejemos deslumbrar por el hecho de que Michelle Bachelet haya sido elegida en un pa¨ªs tan ortodoxo como Chile, ni por la paridad existente en el Gobierno espa?ol, ni por Angela Merkel; ni por Condoleeza, ni por Hillary. Piensen en ese 40% de diferencia salarial a que se llega en Espa?a.
Con Benedicto XVI d¨¢ndole duramente a la tradici¨®n; el islamismo extremo, rampante; no pocas voces europeas de peso, listas a reasumir los valores eternos identitarios de la cristiandad; Estados Unidos, unidos en el fervoroso estado de la fe; la Conferencia Episcopal haciendo el cangrejo, y, en general, una actitud reaccionaria de los unos para combatir la actitud regresiva de los otros, bien podr¨ªa decirse que, en lo que respecta a la instituci¨®n patriarcal, no s¨®lo no ha sido destruida -o neutralizada, como los sectores m¨¢s avanzados de la sociedad pretendieron en las d¨¦cadas de los sesenta y los setenta-, sino que navega viento en popa, cual velero mercantil.
Lo interesante del estudio de Longman es que da razones de peso para dictaminar -sospecho que con secreta satisfacci¨®n- que el mero devenir demogr¨¢fico de la Humanidad arroja un resultado favorable al conservadurismo francamente imbatible. Vamos, que ganan los partidarios del patriarcado por goleada. Las sociedades digamos que avanzadas, aquellas que creen en la igualdad de la mujer, en los derechos de los homosexuales, en la legitimidad de los hijos habidos fuera del matrimonio, en el hijo ¨²nico o como mucho la parejita -para que pueda tener estudios-, que a su vez carecen de fe en la instituci¨®n militar, en los estamentos religiosos y en los oigo patria tu aflicci¨®n en general?, est¨¢n condenadas a extinguirse. Lo que son las cosas.
M¨¢s conquistas del individuo se producen, m¨¢s parece peligrar el grupo, sobre todo si el individuo es mujer. Pues un control f¨¦rreo del sujeto femenino, relegado por la sociedad a sus tres roles tradicionales -reproductora de la especie dentro del matrimonio, transmisora de las reglas de supervivencia como madre / abuela, y proveedora de sexo fuera de la santa instituci¨®n: podemos ser caballeros, pero una felaci¨®n extra de cuando en cuando no va nada mal-, no s¨®lo vuelve a tirar de la brida, sino que asegura un futuro en donde manden los de siempre y obedezcan los de costumbre. Ellas y ellos.
Porque, ?qu¨¦ pueden hacer quienes no se han multiplicado seg¨²n el mandato divino -y se me ocurren cantidad de nombres interesantes- o lo han hecho m¨ªnimamente, frente al empuje pro nascituro de, pongamos, miembros del Opus Dei, Legionarios de Cristo, m¨²ltiples agrupaciones de neocons o las m¨¢s atrasadas formas del islamismo opresor de la mujer? Seg¨²n Longman, nada. Y seg¨²n la realidad, tampoco. Los impuestos gravan a los solteros, y hasta los Gobiernos m¨¢s avanzados premian a las familias. Si la poblaci¨®n no se reproduce, envejecer¨¢. Pero no s¨®lo eso: el peligro no es que nos hagamos longevos, sino en que no tenemos con qui¨¦n sustituirnos. O s¨ª. Tendremos a los totus tuos, perspectiva que, personalmente y como miembro de la tribu, me pone los codos c¨®ncavos.
Pueden promulgarse leyes y m¨¢s leyes contra la violencia de sexo, contra la discriminaci¨®n en el trabajo y otras aberraciones y desigualdades. Bien est¨¢. Pero mientras permanezca en lo profundo de la conciencia social la sensaci¨®n de que la supervivencia de la especie debe depender del pater familias, las cosas no s¨®lo seguir¨¢n como est¨¢n, sino que empeorar¨¢n.
La lucha por la emancipaci¨®n se va haciendo m¨¢s compleja. Y un cierto coro de lamentaciones de machiheridos ilustrados proclama, como en el caso de Longman, la irremediable necesidad del ser patriarcal.
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