Los negocios del primo Li
La preocupaci¨®n del se?or Chang por su primo no es nueva. La verdad es que la llegada de Li le complic¨® la vida desde el principio. En aquella ¨¦poca, hace algo m¨¢s de tres a?os, todav¨ªa ten¨ªa la tienda vieja, a dos pasos de la que alquil¨® despu¨¦s, pero mucho menos rentable, tan poco que ni le hac¨ªa falta otro dependiente, ni estaba seguro de poder pagarle. Pero Li acababa de llegar, estaba solo y necesitaba un trabajo para salir a flote, as¨ª que su primo le contrat¨® sin pensarlo dos veces. Esa decisi¨®n le provoc¨® una angustia tal que acab¨® haci¨¦ndole caso a su mujer, Teresa, china de origen, pero espa?ola de nacimiento, y que quiz¨¢ por eso estaba convencida de que el futuro de su familia pasaba por traspasar aquel local, coger otro y dejarse de chiner¨ªas. Ya hab¨ªa demasiadas tiendas como la suya en el barrio, pero todav¨ªa no hab¨ªan abierto ninguna que, respetando la misma filosof¨ªa, se situara en un rango superior: todo muy barato, pero sin chucher¨ªas, sin frutos secos, sin tarjetas telef¨®nicas; s¨®lo objetos de regalo, vajillas, menaje de cocina, bisuter¨ªa, complementos y decoraci¨®n en general. El se?or Chang no lo ve¨ªa muy claro. Lo suyo siempre hab¨ªa sido lo que se dice un chino, y le daba miedo arriesgarse; pero el sueldo de Li le pesaba como una piedra atada a los pies, as¨ª que le hizo caso a su mujer y acert¨®.
"Esto es Espa?a, Chang, aqu¨ª hacen negocios hasta los ayuntamientos"
La tienda nueva tuvo tanto ¨¦xito que al se?or Chang ni siquiera le import¨® la actitud de su primo, que se neg¨® a aprender espa?ol y se pasaba el d¨ªa entero vagueando. Por eso le sorprendi¨® tanto que, hace unos seis meses, cuando coment¨® de pasada que estaba pensando en contratar a un encargado y coger otro local para abrir un concesionario de tel¨¦fonos m¨®viles, Li se ofreciera voluntario de inmediato. "Pero si t¨² ni siquiera hablas espa?ol", dijo, y ¨¦l le contest¨® en este idioma: "Anda que no?". "?Pero cu¨¢ndo has aprendido?". "He aprendido", contest¨® ¨¦l solamente, "y quiero quedarme con la tienda". Entonces, la se?ora Chang se mosque¨®, pero su marido vio el cielo abierto. El negocio iba tan bien que andaba solo. ?l seguir¨ªa ocup¨¢ndose de los proveedores y los papeleos, y Li no pod¨ªa hacer nada raro desde detr¨¢s del mostrador.
Eso cre¨ªa ¨¦l, que no pod¨ªa hacer nada, pero sus esperanzas no sobrevivieron al primer mes. La tienda del se?or Chang empez¨® a funcionar mucho mejor que antes; pero un d¨ªa, a medianoche se filtraba la luz por el cierre met¨¢lico, y al d¨ªa siguiente la puerta estaba cerrada hasta las once y media, y de repente entraba y sal¨ªa gente los domingos, y ayer su hijo mayor trajo un papelito que hab¨ªa arrancado de un anuncio en el metro donde se ofrec¨ªan las rastas m¨¢s baratas de Madrid junto con un tel¨¦fono, el de la tienda, y un nombre de contacto: "Preguntar por el se?or Li". As¨ª que, esta ma?ana, con muy mal humor y menos paciencia, el se?or Chang ha ido a pedirle cuentas a su primo.
"Nada, nada, un amigo jamaicano", le ha dicho de entrada. "Le dejo la tienda porque el pobre no tiene local? Y luego, bueno, pues, por la noche, s¨®lo los viernes y los s¨¢bados, ?eh?, no creas, vienen otros chicos muy majos que hacen tatuajes. Con eso empec¨¦, y entonces, como iba todo tan bien, pues algunos d¨ªas, cuando tienen algo importante que hacer, una novia o algo as¨ª, unas peluqueras africanas, de esas que hacen trencitas?". "?Pero t¨² est¨¢s loco, Li?", le pregunt¨® el se?or Chang antes de llegar a los piercings, y a los vendedores de CD piratas a los que les ha alquilado una parte del almac¨¦n -"pero s¨®lo una, ?eh?, peque?ita"-, y a las clases de chino, y a esos vendedores ambulantes tan espabilados que le pasan de vez en cuando una partida de zapatillas deportivas falsas que vende por debajo del mostrador con mucho cuidado y la garant¨ªa de que son aut¨¦nticas?
-Mira, Li, esto no puede ser -el se?or Chang se puso serio.
-Pero ?por qu¨¦? -su primo no le entend¨ªa-. Si te doy la mitad de todo lo que gano.
-Ya, pero todo esto es ilegal. Es un fraude, ?entiendes?, un delito.
-?Qu¨¦ va! -Li se ech¨® a re¨ªr-. Son negocios, s¨®lo negocios. Esto es Espa?a, Chang. Aqu¨ª los hacen hasta los ayuntamientos. ?O es que no lees los peri¨®dicos?
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