"Me ofrecieron un taller gratis"
El escultor franc¨¦s recuerda haber tenido inclinaciones art¨ªsticas desde muy temprana edad. "Me recuerdo a m¨ª mismo muy peque?o, pasando mucho tiempo con los l¨¢pices en la mano y dibujando, siempre dibujando".
Stephane dibuj¨® antes que esculpi¨®. "Yo no he estudiado Bellas Artes, pero tampoco lo necesit¨¦. Creo que tengo eso que dicen un don". Quiz¨¢ por eso, cuando, a?os m¨¢s tarde, el artista descubre el hielo, el paso del l¨¢piz a la sierra el¨¦ctrica para cortar los bloques no fue traum¨¢tico. "Cuando comenc¨¦ a tallar hielo, ya ten¨ªa las figuras en la cabeza", asegura.
El artista pasa directamente del l¨¢piz y el papel al buril y el hielo. "Yo trabajaba en una compa?¨ªa a¨¦rea y lo dej¨¦ todo para dedicarme a esto. No pod¨ªa ser de otra forma. Me di cuenta de que necesitaba dedicaci¨®n absoluta". Fines de semana, vacaciones, cada d¨ªa de ocho de la ma?ana a diez de la noche... Todo tiempo era poco para perfeccionar, ya que "si paras pierdes facultades". As¨ª, en el fondo de una nave, Stephane esculp¨ªa sin descanso. "Primero comenc¨¦ haciendo salmones..., y no par¨¦ hasta que consegu¨ª el salm¨®n perfecto. Luego me dediqu¨¦ a otros animales de figuras m¨¢s complicadas". El escultor reconoce que, cuando comenz¨® a visitar exposiciones y montajes de otros artistas de hielo se qued¨® impresionado: "Lo primero que te preguntas es si es realmente hielo, porque es tan perfecto que parece cristal".
Con 35 a?os cumplidos, Stephane confiesa que siente muchos m¨¢s en su cuerpo. "Me noto muy cansado. Mi espalda est¨¢ muy machacada por lo mucho que pesan los bloques". Cada vez que el artista trabaja el material, tiene dos horas de escultura y una de manipulaci¨®n para mover el hielo.
Sus comienzos en Espa?a, hace cinco a?os, no fueron f¨¢ciles. "Busqu¨¦ fabricantes de hielo que me pudieran vender bloques del tama?o adecuado para mi trabajo, de un metro de alto por medio de ancho". ?stas son las dimensiones aceptadas en los concursos internacionales de escultores de hielo. "No encontr¨¦ nada, a pesar de acudir a la C¨¢mara de Comercio. Lo que me ofrec¨ªan era demasiado peque?o". Stephane no tuvo m¨¢s remedio que alquilar un cami¨®n, viajar a Par¨ªs y cargar el material. "Afortunadamente, casi no tuve que comprar nada nuevo, pues ten¨ªa las m¨¢quinas y herramientas con las que ya hab¨ªa trabajado all¨ª", cuenta. Stephane s¨®lo tuvo que hacer una inversi¨®n de algo m¨¢s de 3.600 euros.
Por aquel tiempo, el Ayuntamiento madrile?o de Sevilla la Nueva trataba de crear un centro artesano, hoy fracasado. "Oyeron hablar de mi trabajo y me ofrecieron gratuitamente un taller con luz y agua. A cambio ten¨ªa que entregarles el 35% de lo que obtuviera en ventas". A la semana de estar en Sevilla la Nueva, el escultor obtuvo su primera venta.
Stephane se considera un artista industrial que se dedica a algo fuera de lo normal. Y es que los encargos que recibe suelen tener destinos de lo m¨¢s diverso. "Nos piden piezas para adornar mesas en banquetes, promociones publicitarias... Siempre algo distinto", agrega. Sin embargo, el autor disfruta especialmente con los grandes montajes en la calle: "Recuerdo una casa de hielo que hicimos frente a la Puerta de Alcal¨¢ de Madrid, para una promoci¨®n de la dise?adora Carolina Herrera. Los visitantes pod¨ªan entrar dentro de la casa. Lo m¨¢s gratificante era ver c¨®mo la gente disfrutaba de nuestro trabajo".
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