Las secuelas de la locura
La Audiencia de Madrid juzga a la doctora que acuchill¨® a 10 personas y mat¨® a tres de ellas
-?Se oyen gritos, no s¨¦ qu¨¦ pasa, hijo m¨ªo!
Eran las 4.27 del 3 de abril de 2003 en el hospital de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz de Madrid. Unos minutos antes, la doctora Noelia de Mingo, de 30 a?os, con un cuchillo de 15 cent¨ªmetros, apu?alaba a quien hallaba a su paso. Los gritos sal¨ªan de la unidad de control 43, en la tercera planta (reumatolog¨ªa), donde apu?al¨® a seis compa?eras. La enferma Jacinta G¨®mez, de 72 a?os, hablaba por tel¨¦fono en el pasillo con su hijo.
-Mam¨¢, qu¨¦date ah¨ª, algo debe pasar...
-Me han matado, me han acuchillado...
La madre lleg¨® a contestarle estas palabras antes de desplomarse.
El tel¨¦fono qued¨® descolgado. "La acuchill¨® con sa?a varias veces", testific¨® el viernes un celador ante el tribunal de la Audiencia de Madrid que juzga a Noelia. Tambi¨¦n apu?al¨® varias veces a F¨¦lix Vall¨¦s, otro enfermo que se encontraba en el pasillo. Ambos murieron.
Noelia, m¨¦dico residente de la Jim¨¦nez D¨ªaz, est¨¢ acusada de apu?alar a 10 personas y matar a tres de ellas. Jacinta fue una. "Si no la hubiese llamado en ese momento, no le habr¨ªa pasado nada", se lamentaba el viernes Francisco Javier, su hijo.
El juicio se interrumpi¨® ayer y proseguir¨¢ a finales de mayo. Ya han declarado casi todas las v¨ªctimas vivas de Noelia. De sus bocas salen palabras de horror. Ninguna ha olvidado la tragedia y casi todas han necesitado tratamiento psicol¨®gico. Noelia desat¨® su ira a las 14.20. Sus compa?eras -Mar¨ªa Bel¨¦n Santos, Mar¨ªa Alcalde, la supervisora Pilar, Mar¨ªa Luisa Herrero y Carmen Fern¨¢ndez- le¨ªan y completaban historiales de enfermos a esa hora. De Mingo estaba entre ellas. No se hablaban. De pronto, sac¨® un cuchillo del bolsillo de su bata blanca y comenz¨® a acuchillarlas a todas.
Cuatro de ellas pidieron al tribunal que, mientras durasen sus declaraciones, pusiera una mampara entre ellas y Noelia. No quer¨ªan volver a verla para no recordar el dolor. "Ya no soy la de antes", afirma Carmen Fern¨¢ndez. Ella vio a Noelia, con "los ojos desencajados", dar cuchilladas a diestro y siniestro. Tambi¨¦n vio a Leilah El Ouaamari (m¨¦dico residente) luchar por su vida frente a Noelia y luego caer al suelo. Muri¨® de cinco pu?aladas. Otras compa?eras, y ella misma, se salvaron de milagro.
"El primer a?o del MIR, Noelia incluso cay¨® simp¨¢tica", cont¨® la supervisora Pilar P¨¦rez al tribunal. Pero su car¨¢cter empez¨® a agriarse el segundo a?o y lleg¨® a la locura el tercero. "A veces se sentaba delante de un ordenador apagado y se pon¨ªa a escribir", testific¨® la sanitaria Fern¨¢ndez.
Meses antes del ataque, los padres de Noelia la notaron rara y la convencieron para visitar a un psiquiatra. El facultativo le diagnostic¨® un trastorno mental y le prescribi¨® medicaci¨®n. Pero Noelia no se la tom¨®. Y se obsesion¨® con que el hospital era un gran circo y que tantos sus compa?eras como los enfermos eran los actores.
"Vale, ma?ana ir¨¦ de nuevo a ese circo", dijo Noelia a una compa?era que la llam¨® a casa porque hab¨ªa dejado de ir al hospital sin avisar y se preocup¨® por ella. Volvi¨®, pero con una sonrisa aun m¨¢s "desafiante". Sus compa?eras estaban asustadas. "Tengo la sensaci¨®n de que Noelia va a venir un d¨ªa y me va a apu?alar por la espalda". Fue el comentario-presagio de la fallecida Leilah a su novio, Fernando A. V.. A Leilah, de 26 a?os. Le ten¨ªa especial inquina. Era m¨¦dico residente como ella. Y a veces arreglaba sus desaguisados por orden de los jefes. "Hac¨ªa historias cl¨ªnicas y s¨®lo pon¨ªa en la hoja una o dos palabras, y adem¨¢s absurdas", han dicho al tribunal sus compa?eras. Para sus pacientes, tambi¨¦n lleg¨® a ser un peligro: "?Doctora, no me mire as¨ª, que soy yo...!", narr¨® una paciente.
Noelia -que se enfrenta a una petici¨®n del fiscal de 65 a?os de c¨¢rcel- sab¨ªa que sus compa?eras le ten¨ªan miedo y que hablaban de sus extra?ezas a los m¨¦dicos adjuntos, los jefes inmediatos. Tres d¨ªas antes de que estallase su locura, los m¨¦dicos hablaron de someterla "a evaluaci¨®n psiqui¨¢trica". Ella lo oy¨®.
La v¨ªspera de la tragedia, Noelia compr¨® un cuchillo. Para camuflarlo, hizo un agujero dentro del bolsillo, de tal forma que la hoja cayese paralela a su muslo y el pu?o quedase atrapado en el agujero. Cuando empez¨® a atacar a compa?eras y pacientes, los gritos de terror atrajeron a cuatro celadores, que lograron cercarla en un pasillo. Por cinco veces le gritaron que soltase el cuchillo. Uno de ellos, con un hierro en la mano de los que se usan para bajar o elevar las camas de los enfermos, le advirti¨®: "O tiras el cuchillo o te abro la cabeza con el hierro". Hab¨ªa sangre por el suelo.
Con la mirada perdida, Noelia dej¨® caer el cuchillo. "Cuando la cogimos, ten¨ªa la mirada perdida, no dec¨ªa nada", declar¨® el celador Salvador Santa B¨¢rbara. "Cuando ya la ten¨ªamos en el suelo, llor¨® y se orin¨®", a?adi¨®.
Impasible en el banquillo
En el juicio, Noelia se mostr¨® impasible ante los dram¨¢ticos relatos de sus compa?eras sanitarias. Y se ha negado a declarar. "Con su permiso, se?or¨ªa, pero no voy a responder a ninguna pregunta", dijo con al presidente del tribunal. A petici¨®n de su abogado y primo, Juan Carlos de Mingo, los jueces la han dispensado de asistir a las sesiones dedicadas a los testigos que todav¨ªa no han declarado. Eso s¨ª, tendr¨¢ que acudir a la ¨²ltima sesi¨®n. Los peritos han certificado que padece una esquizofrenia paranoide con ideas delirantes. "Lo previsible es que sea condenada a estar en un centro penitenciario psiqui¨¢trico", indican fuentes judiciales.
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