Gitanos rumanos sin trabajo malviven en Badalona
La falta de un empleo conocido, el absentismo escolar y los problemas de convivencia tensan el barrio de Sant Roc
Tiene dos dientes de oro, cuatro hijos a los que mantener y un alquiler que debe pagar mensualmente. Pero no tiene trabajo ni ingresos estables para afrontar tales gastos. Dice que el dinero que gana lo consigue vendiendo La Farola o repartiendo chatarra. Las ma?anas -y las tardes tambi¨¦n- se las pasa muertas en una plaza amplia y gris del barrio de Sant Roc de Badalona que m¨¢s que plaza es una explanada. Junto a otros hombres de mediana edad que est¨¢n en su misma situaci¨®n, Banica critica que la Administraci¨®n no le da ning¨²n tipo de ayuda y dice que as¨ª es dif¨ªcil subsistir.
Banica es uno de los cerca de 1.200 rumanos de etnia gitana que, seg¨²n el censo municipal, viven en Badalona y constituyen la mayor comunidad de Catalu?a. Hace unas semanas, los Mossos d'Esquadra detuvieron en el barrio de La Salut, muy cerca de all¨ª, a tres familias rumanas que supuestamente utilizaban a sus hijos para robar. Seg¨²n la polic¨ªa auton¨®mica, los ni?os delinqu¨ªan guiados por sus padres. A primera hora de la ma?ana, tomaban el metro en direcci¨®n al centro de Barcelona, de donde volv¨ªan al barrio con el bot¨ªn ya de noche.
"Tienen problemas con la comunidad de vecinos", afirma un responsable municipal
La masiva llegada de inmigrantes de etnia gitana ha disparado el malestar en la zona
Las detenciones provocaron un gran revuelo entre la comunidad gitana rumana. M¨¢s a¨²n cuando entre los detenidos estaba el patriarca de los rumanos del barrio, Gheorghe Cercel, que no obstante hace unos d¨ªas abandon¨® la c¨¢rcel Modelo, donde hab¨ªa ingresado. En la misma plaza de Estonnach donde Banica pasa las horas, Dumitru sale en defensa de Gheorghe: "Todo es mentira; la polic¨ªa le acosaba porque cre¨ªa que era un capo, pero no es verdad que hagan robar a los ni?os".
Dumitru tiene cinco hijos y dice que hace poco se le ha acabado un contrato de trabajo de seis meses, aunque no sabe explicar cu¨¢l era exactamente su ocupaci¨®n.
La masiva llegada de rumanos gitanos ha disparado la tensi¨®n en Sant Roc, un barrio de 15.000 personas con fuertes problemas sociales, con unas cifras de paro desorbitadas y un absentismo escolar alarmante, que en el caso de los rumanos puede alcanzar el 80%, seg¨²n fuentes municipales.
La convivencia no resulta f¨¢cil. Muchos de ellos viven hacinados en pisos patera por los que llegan a pagar 600 euros al mes. Acostumbrados a pasar el tiempo en la calle, ocupan el espacio p¨²blico vulnerando las ordenanzas municipales y las reglas no escritas del civismo, seg¨²n denuncia el director del ¨¢mbito de Gobierno del Ayuntamiento de Badalona, Joaquim Ortilles.
"Tienen problema con la comunidad de vecinos, generan una suciedad y un ruido excesivos", contin¨²a el responsable municipal. Hace poco m¨¢s de dos a?os, estall¨® un conflicto con la comunidad gitana aut¨®ctona, que tambi¨¦n es importante en n¨²mero en el barrio de Sant Roc.
Los gitanos se vieron desplazados de sus lugares de encuentro habituales por los rumanos, a los que acusaban de ejercer una presi¨®n excesiva en la calle. Las peleas eran constantes y todav¨ªa hoy hay problemas. "Ahora parece que han llegado a un pacto t¨¢cito de no agresi¨®n, pero la guerra puede estallar en cualquier momento", opina Ortilles.
Frente a los problemas, soluciones. Al menos eso es lo que se intenta. Sobre la comunidad rumana, las administraciones act¨²an con un doble juego: el del premio y el castigo. As¨ª, el Departamento de Bienestar y Familia impulsa un plan piloto para atender a un total de 30 familias de Badalona con el fin de concienciar a los padres de la necesidad de que sus hijos vayan a la escuela. Desde el otro punto de vista, el del castigo, el Ayuntamiento de Badalona est¨¢ trabajando para que "el absentismo escolar se pueda considerar desamparo". "Tambi¨¦n presionamos a los padres, pero el ¨¦xito que obtenemos es reducido", reconoce el director de Gobierno.
La detenci¨®n de Gheorghe y de las otras familias comport¨® el desmantelamiento casi autom¨¢tico de la ficticia asociaci¨®n catalana rumana Tanderei, por el nombre de la regi¨®n de Rumania de donde proceden la gran mayor¨ªa de ellos. Esta asociaci¨®n operaba desde la sede de la asociaci¨®n de vecinos de Sant Roc. Su presidente, Diego Justicia, dice que ignoraba que algunos padres utilizaban a sus hijos para robar.
Pero admite que hay tensi¨®n en el barrio: "Hay muchos problemas de convivencia y los vecinos est¨¢n inquietos. Los rumanos no tienen trabajo ni hacen nada, entonces, ?de d¨®nde sacan el dinero?".
"Pegan a nuestros ni?os"
A los gitanos rumanos no les gustan demasiado las fotograf¨ªas. "H¨¢zselas si quieres a los ni?os y a las mujeres, pero a nosotros no... Ya tenemos demasiados problemas", dice sonriente uno de ellos, que prefiere no revelar su nombre. Este var¨®n de mediana edad, de pelo negro y ojos casi transparentes, dice que sus hijos est¨¢n escolarizados. Aun as¨ª, a las once de la ma?ana de un d¨ªa laborable, sus ni?os corretean por la plaza dando vueltas alrededor de su madre. "Es que hemos de tenerlos cerca porque, si no, los ni?os de aqu¨ª les pegan y les hacen da?o", explica. Mientras lo cuenta, un padre, tambi¨¦n de la comunidad, golpea tres veces a su hijo y lo arrastra de malos modos por la plaza.
Enfrente de la plaza de Estonnach, a muy pocos metros, est¨¢ la plaza de Camar¨®n de la Isla, punto de reuni¨®n habitual de los gitanos aut¨®ctonos. "Cuando nos juntamos muchos en la calle, se ponen nerviosos, pero no hacemos nada malo", explica este mismo hombre. Vive con su familia en un piso "muy peque?o" que le alquila un inmigrante paquistan¨ª. Dice que busca trabajo, pero que no lo ha podido encontrar: "No todos somos ladrones, yo quiero trabajar".
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