Rosquillas pijas y 'gavilanes'
Miles de madrile?os, inmigrantes y dirigentes pol¨ªticos acuden a la pradera de San Isidro para festejar el d¨ªa del patr¨®n
"Este a?o, lo que causa furor son los gavilanes. A 10 euros los tengo". Ana Margarita se?ala los sombreros de ala ancha, portados por los galanes de una popular telenovela, que este 15 de mayo se han hecho con el mercado en la pradera de San Isidro, desbancando a las castizas parpusas. La gorra propia de los chulapos cuesta la mitad, pero la moda manda. Miles de madrile?os acudieron ayer a la pradera de San Isidro a festejar el d¨ªa del patr¨®n. Y, como en todo, la tradici¨®n se mezcl¨® con la novedad.
Junto a los chulos, las chulas y las goyescas de toda la vida -pa?uelo al cuello ellos, mantilla ellas, enfrent¨¢ndose estoicamente al calor-, una marea de ni?as chinas vestidas con el traje de lunares y el clavel en el pelo. Junto al tradicional ba?o de multitudes de los pol¨ªticos de uno u otro signo, la ineludible actualidad: ¨¢rboles adornados con lazos verdes en protesta contra las talas. Y, junto a los puestos de rosquillas, l¨¢grimas del santo, chufas, churros y chocolate caliente, las t¨®mbolas repartiendo mu?ecos del televisivo Neng.
La innovaci¨®n alcanza al dulce t¨ªpico: las rosquillas. Est¨¢n las tontas (con m¨¢s huevo), las listas (con m¨¢s az¨²car) y, este a?o, "las pijas". "Son como las listas, pero con un ba?o de lim¨®n. Quedan rubitas, como con mechas, de ah¨ª el nombre", explica Jes¨²s sin parar de vender el producto, a seis euros la docena. "Nada, las ¨²nicas aut¨¦nticas son las del santo", replica Manuela, de 76 a?os, tocada con la mantilla. ?Y qu¨¦ llevan las del santo? "Pues no s¨¦, pero son las aut¨¦nticas".
Hay una cola de 15 minutos frente a la ermita de San Isidro para besar la reliquia (tres huesecitos de una mano del santo); otra para beber del agua que supuestamente cur¨® de ni?o a Felipe II y una tercera para coger abanicos gratis.
A las diez de la ma?ana, un r¨ªo humano avanza desde la plaza del Marqu¨¦s de Vadillo. Familias enteras se sientan en la pradera, sacan tortillas o croquetas y dejan jugar a los ni?os. Hay beb¨¦s de meses sudando bajo el traje t¨ªpico. A Luis, hijo de inmigrantes ecuatorianos, le han calado una parpusa en la cabeza. "Llevamos aqu¨ª cinco a?os, pero hasta ahora no hab¨ªamos podido venir a la fiesta", cuenta su madre.
De repente, irrumpe en el parque la comitiva del alcalde. Acompa?ado por su esposa, Mar Utrera, las concejales Ana Botella y Paz Gonz¨¢lez y el vicealcalde, Manuel Cobo, Alberto Ruiz-Gallard¨®n se lanza a besar mejillas y estrechar manos. "?El alcalde, el alcalde!", gritan chulos y chulas. ?l pasa como una exhalaci¨®n ante los puestos de rosquillas, pero cuando una se?ora le extiende un churro para que lo pruebe, ya no puede negarse y lo engulle a la carrera. "?Bien!", aplauden a coro las goyescas.
"?Alberto, qu¨¦ guapo eres, mecachis en la mar!", le suelta una mujer despu¨¦s de dejarle la cara llena de carm¨ªn. "Oye, los parqu¨ªmetros, de puta madre. A m¨ª me han venido de miedo", dice otra agarr¨¢ndole por el brazo. Y un padre de familia: "A ver si nos dejas Madrid bonito". Pero no todo son parabienes. "Venga usted m¨¢s por Vic¨¢lvaro", le recuerda un hombre. "Donde viven mis padres han pintado todo de azul y no pueden aparcar", le explica otro. Y otro m¨¢s: "Mire, me he metido por la M-30 para venir aqu¨ª y no sabe usted...".
El alcalde se pone a la cola para entrar en la ermita. Sigue estrechando manos y s¨®lo una mujer se la retira. "Menos manos y a ver si quitas los tax¨ªmetros esos...", murmura. Por fin, alguien consigue ponerle a Gallard¨®n un gorro de chulapo, que ¨¦l se quita r¨¢pidamente.
Tambi¨¦n los pol¨ªticos de la oposici¨®n se dan el paseo de rigor. Los socialistas Trinidad Jim¨¦nez y Rafael Simancas, vestidos con parpusa y pa?uelo ¨¦l y clavel en el pelo ella. In¨¦s Saban¨¦s y Fernando Mar¨ªn, de IU, sin aderezos. Todos se centran en criticar la pol¨ªtica "arboricida" del alcalde y de la presidenta regional, Esperanza Aguirre.
En la pradera bailan madrile?os de muchos or¨ªgenes: lo mismo se marcan un chotis que una jota o una sevillana. Se declaran "de Madrid", como el santo, vengan de donde vengan.
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