La pista del padr¨®n

En enero de 2005, el Ayuntamiento de Barcelona comprob¨® que con el padr¨®n en la mano, el grado de ocupaci¨®n de algunos pisos de Ciutat Vella era poco menos que imposible. El registro reflejaba que algo m¨¢s de 5.800 personas estaban empadronadas en 160 viviendas. Una simple divisi¨®n arrojaba el resultado de una ocupaci¨®n media de unas 36 personas por piso. Las comprobaciones se pusieron en marcha. Algunos pisos eran pensiones y residencias legales. De ese chequeo se concluy¨® que en 52 viviendas estaban empadronadas m¨¢s de 21 personas en cada una de ellas. El list¨®n se puso m¨¢s bajo y se comprobaron las viviendas en las que estaban empadronadas entre 11 y 20 personas. Total: 1.464 pisos con una poblaci¨®n aproximada de 19.000 personas.

Esa realidad puso en evidencia la necesidad de extremar el control de la vivienda sobreocupada en Ciutat Vella -el programa de prevenci¨®n funcionaba desde 2003-, adem¨¢s de otra cuesti¨®n: que la informaci¨®n del padr¨®n no es siempre exacta. De hecho, a ra¨ªz de esos datos se puso en marcha una comprobaci¨®n enviando cartas a los empadronados de las viviendas que aparentemente estaban sobreocupadas.

Se enviaron unas 30.000 cartas, de acuerdo con datos del propio alcalde de Barcelona, Joan Clos, en la presentaci¨®n de un informe sobre inmigraci¨®n hace dos semanas. Lo que no est¨¢ claro es la respuesta a esas cartas. Es decir, si se confirma o no el domicilio, y todo parece indicar que muchas de esas notificaciones caen en saco roto.

De hecho, m¨¢s de un inmigrante que recibe ese tipo de aviso no hace caso, tal como queda en evidencia en las oficinas de atenci¨®n al ciudadano del Ayuntamiento. En ¨¦stas es frecuente que se dirijan a pedir alg¨²n tr¨¢mite relacionado con el padr¨®n -para la solicitud del reagrupamiento familiar, por ejemplo- y que pongan cara de sorpresa cuando se les recuerda que tiene que actualizar su situaci¨®n. Claro que estos son los que van.