"El profesor' es la entrega m¨¢s dif¨ªcil de mis tres libros autobiogr¨¢ficos"
Resulta dif¨ªcil asociar el lujoso edificio de apartamentos situado en las inmediaciones de Central Park donde vive Frank McCourt (Brooklyn, 1930) con las f¨¦tidas viviendas donde, seg¨²n cuenta en Las cenizas de ?ngela, siendo ni?o, el hambre le oblig¨® a chupar los papeles de peri¨®dico que hab¨ªan servido para envolver raciones de pescado con patatas. Pero basta que empiece a hablar para darse cuenta de que la voz que o¨ªmos, limpia de todo artificio y sentimentalismo, es la misma que recorre sus libros de memorias. El ¨²ltimo de ellos, titulado El profesor (Maeva), tercera entrega de su autobiograf¨ªa, es una evocaci¨®n de sus largos a?os de dedicaci¨®n a la ense?anza. El escritor, que estuvo ayer en Madrid y present¨® su libro en la Residencia de Estudiantes, respondi¨® a esta entrevista hace unos d¨ªas en Nueva York.
"Le¨ª con fruici¨®n a Charles Dickens. El escritor que m¨¢s admiro es Mark Twain, por su naturalidad"
"Al principio quise que este libro fuera una novela, pero la realidad no dejaba de interferir ni un momento"
Pregunta. ?Por qu¨¦ esper¨® hasta los 66 a?os para decidirse a publicar su primer libro?
Respuesta. Toda mi vida he anhelado escribir, fue mi deseo secreto desde que uno de mis maestros de primaria, Mr. O'Halloran, me dijo que mi verdadero destino era la literatura, pero no tuve oportunidad de ponerme a ello hasta que me jubil¨¦ de la ense?anza.
P. ?Hubo libros en su infancia?
R. Muy pocos. Un d¨ªa aparec¨ªa alguien con un libro y nos lo ¨ªbamos pasando hasta que lo le¨ªan varias familias. Ahora mismo me parece estar viendo un ejemplar de Huckleberry Finn, que no s¨¦ cuant¨ªsima gente acab¨® leyendo. Cuando abrieron la Biblioteca Carnegie, los adultos ten¨ªan derecho a un pr¨¦stamo de dos libros. Mi madre sacaba una novela de amor para ella y un libro de historia para nosotros. Lo de escribir era impensable, ni siquiera ten¨ªamos papel.
P. ?Recuerda sus primeras lecturas?
R. Descubr¨ª a Shakespeare cuando enferm¨¦ de tifus y me llevaron al hospital. Durante la convalecencia, leyendo una Historia de Inglaterra totalmente desvencijada y medio rota, me tropec¨¦ con unos versos de Enrique VIII, que me conmocionaron. A?os despu¨¦s, ya en Am¨¦rica, el due?o de un pub de la Tercera Avenida, el Costellos's, un pub que luego he sabido que era frecuentado por celebridades del mundo de la literatura aunque entonces yo no ten¨ªa la menor idea de aquello, me dijo: "No pierdas el tiempo aqu¨ª haciendo lo mismo que el resto de los irlandeses, vete a la Biblioteca P¨²blica y l¨¦ete Las vidas de los poetas ingleses, de Samuel Johnson". Y eso es exactamente lo que hice.
P. ?Qui¨¦nes fueron sus modelos literarios?
R. Siempre me ha gustado mucho P. G. Wodehouse. De joven le¨ª con fruici¨®n a Dickens. El escritor que m¨¢s admiro es Mark Twain, por su naturalidad. Como lector, me apasiona Beckett, pero cuando escribo lo reh¨²yo para evitar su influencia. En cuanto a Joyce, el Maestro, tiene demasiados registros como para considerarlo un modelo.
P. ?Le result¨® doloroso escribir Las cenizas de ?ngela?
R. El tema es mi infancia en Irlanda, que fue dur¨ªsima. Lo peor de todo fue escribir acerca de mi padre, que era alcoh¨®lico y abandon¨® a su mujer y a sus cuatro hijos, dej¨¢ndonos inmersos en unas condiciones de pobreza extrema. Es algo que hasta el d¨ªa de hoy no he conseguido entender. Dicen que el alcoholismo es una enfermedad... No s¨¦, de una enfermedad como el c¨¢ncer no hay escapatoria, pero de un bar s¨ª es posible huir. ?sa fue la parte m¨¢s dif¨ªcil: contar lo que hizo mi padre sin juzgarlo. A ra¨ªz de ello empec¨¦ a pensar en lo mucho que hab¨ªa sufrido mi madre, y empec¨¦ a sentirme culpable, porque durante sus ¨²ltimos a?os no siempre fui todo lo considerado que hubiera podido ser con ella. Esa parte tambi¨¦n fue muy dura.
P. El ¨²ltimo cap¨ªtulo del libro consta de s¨®lo dos palabras: "Lo es", palabras que sirven de t¨ªtulo a su siguiente libro.
R. En realidad, se trata de dos entregas de un libro ¨²nico cuyo t¨ªtulo iba a ser Las cenizas de ?ngela, y que comprend¨ªa desde mis primeros recuerdos hasta la cremaci¨®n de los restos de mi madre y el traslado de sus cenizas a Irlanda. Iba por la mitad del libro cuando mis editores de Scribner me hicieron ver que el regreso de la familia a Nueva York marcaba de manera natural el fin de una etapa, por lo que era aconsejable que ah¨ª terminara un primer libro. Y ten¨ªan raz¨®n. En Lo es doy cuenta de mis experiencias desde mi regreso a Nueva York con 19 a?os hasta la muerte de mi madre, de modo que en realidad es el segundo libro el que se hubiera debido titular Las cenizas de ?ngela.
P. ?C¨®mo fue la experiencia del regreso?
R. Recuerdo perfectamente el d¨ªa que llegamos. El barco enfilaba hacia la desembocadura del Hudson cuando rompi¨® el alba y el sol se fue elevando hasta anegar de luz los rascacielos. Parec¨ªa que los edificios de Manhattan estaban hechos literalmente de oro. Fue un espejismo, por supuesto. La vida que me esperaba fue muy dura. Yo carec¨ªa de educaci¨®n, ni siquiera hab¨ªa terminado el bachillerato, no ten¨ªa confianza en m¨ª mismo, era t¨ªmido y solitario. No me atrev¨ªa a acercarme a las chicas, estaba confundido. Hice toda clase de trabajos, cog¨ª algunas clases nocturnas. Cuando estall¨® la guerra de Corea me obligaron a incorporarme al Ej¨¦rcito y me destinaron a Alemania. Fue una decisi¨®n que la historia tom¨® por m¨ª. Tom¨¦ algunos cursos y a la vuelta segu¨ª la carrera docente.
P. ?Fue distinto el reto de escribir El profesor?
R. Tard¨¦ cinco a?os en terminarlo, mucho m¨¢s que los otros dos, y es la entrega m¨¢s dif¨ªcil. No sab¨ªa c¨®mo contar la historia de mi vida como profesor. Al principio quise que fuera una novela, porque la ficci¨®n te permite decir cosas que no se pueden decir en una autobiograf¨ªa, pero no funcion¨®. La realidad no dejaba de interferir ni un momento.
P. ?Qu¨¦ planes tiene ahora que ha cerrado el ciclo de su autobiograf¨ªa?
R. Estoy escribiendo una novela.
P. ?Lo encuentra m¨¢s f¨¢cil o m¨¢s dif¨ªcil?
R. M¨¢s dif¨ªcil. No me tengo que preocupar de que la gente sea reconocible o no, que fue la mayor dificultad que me plante¨® El profesor. Puedo dejar la imaginaci¨®n completamente libre, pero t¨¦cnicamente es un reto mucho mayor.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.