Botella con mensajes
La entrevista con dos dirigentes de ETA publicada en Gara el pasado domingo reitera el repertorio doctrinal y propagand¨ªstico del nacionalismo vasco radical; la principal novedad son algunas ominosas puntualizaciones sobre el car¨¢cter reversible y limitado del alto el fuego anunciado el 22 de marzo. Las interminables declaraciones tambi¨¦n parecen una botella arrojada al mar con mensajes distintos enviados a p¨²blicos diversos. Seg¨²n el Gobierno, el objetivo principal de la entrevista ser¨ªa tranquilizar a los sectores radicales m¨¢s desconcertados con la tregua; apoyar¨ªa esa hip¨®tesis el lugar de honor ocupado en sus p¨¢ginas por la izquierda abertzale, entendida como el conjunto de los activistas del entramado organizativo de ETA en su sentido m¨¢s amplio y de las decenas de miles de electores que votan a Batasuna. Sin embargo, los elogios del brazo armado al brazo pol¨ªtico del terrorismo equivalen a los piropos lanzados al espejo por los narcisos.
Hay otros destinatarios de recados castigados, en cambio, con un trato bien diferente. El PNV recibe una fuerte reprimenda -"sigue sin salir del remolino de su ambig¨¹edad hist¨®rica"- por las cr¨ªticas de Imaz al nacionalismo radical, por su ausencia de la manifestaci¨®n del 1 de abril en Bilbao y por sus acercamientos al Gobierno. Tambi¨¦n son zurrados a conciencia los socialistas vascos y navarros, acusados de "bailar al son" de Zapatero y de continuar "a la sombra de la pol¨ªtica marcada desde La Moncloa", en lugar de negociar la mesa de partidos con Batasuna. Los entrevistados se muestran muy decepcionados con el Gobierno, que no habr¨ªa cumplido las expectativas suscitadas por el alto el fuego: "ETA ya ha realizado su principal aportaci¨®n al impulso del proceso" con la declaraci¨®n de la tregua y ahora les corresponde a los dem¨¢s agentes "concretar sus compromisos". La frase de Zapatero sobre el largo, duro y dif¨ªcil per¨ªodo reci¨¦n abierto ocultar¨ªa "la voluntad de atrasar los pasos" sucesivos.
La conjetura de que el paso a dar aludido por los encapuchados ser¨ªa un eventual acercamiento de los presos de ETA a c¨¢rceles del Pa¨ªs Vasco -al igual que hizo el Ejecutivo de Aznar en la tregua de 1998- parece infundada. Las medidas del Gobierno para acabar con la "dispersi¨®n exterminadora" de los reclusos s¨®lo significar¨ªa "desactivar una pieza de la situaci¨®n de excepci¨®n" a la que se hallan sometidos medio millar de reclusos. La amnist¨ªa y la excarcelaci¨®n de esos "militantes pol¨ªticos", que no se hallar¨ªan en prisi¨®n a causa de sus cr¨ªmenes sino por "sus servicios a Euskal Herria", ser¨ªa "una condici¨®n democr¨¢tica imprescindible" para iniciar el proceso.
Tampoco las precisiones de los dos dirigentes entrevistados por Gara sobre las fronteras de la tregua apoyan las predicciones optimistas sobre un inmediato abandono de las armas por los terroristas. El car¨¢cter irreversible del alto el fuego de ETA s¨®lo puede predicarse de su "compromiso con el proceso" y de su "voluntad para superar el conflicto"; no afecta, en cambio, a las decisiones operativas futuras de los terroristas, condicionadas por la puesta en marcha efectiva del "proceso democr¨¢tico" dise?ado por el nacionalismo radical, que por lo pronto exige al Gobierno "desterrar los comportamientos represivos", esto es, las detenciones policiales y judiciales ("los secuestros") especialmente cuando se trata de "representantes de la izquierda abertzale" nombrados como interlocutores.
Adem¨¢s de reversible y condicionado, el alto el fuego del 22 de marzo tampoco posee alcance universal: ni los disturbios de la kale borroka ni las extorsiones de los impuestos revolucionarios tienen un lugar indiscutible en su ¨¢mbito protector. Si bien ETA rechaza "la paternidad" de los atentados de Bara?¨¢in y Getxo posteriores a la declaraci¨®n de la tregua, tampoco acepta llevar a cabo "labores de bombero" para impedir ese tipo de estragos: mientras siga vigente el "estado de excepci¨®n" (esto es, el funcionamiento constitucional del Estado de Derecho), tales reacciones estar¨¢n justificadas como una "manifestaci¨®n del enfado y de la respuesta popular". La "liberaci¨®n de Euskal Herria" origina "necesidades econ¨®micas" que deber¨¢n ser cubiertas tambi¨¦n durante la tregua; al fin y al cabo, los poderes del Estado "roban" miles de millones a la izquierda abertzale a trav¨¦s de las fianzas judiciales y las multas.
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