Il Governino
Italia tendr¨¢ finalmente un Gobierno de centro-izquierda; en realidad, un Governino, como se puede definir en la jerga pol¨ªtica italiana a los Ejecutivos d¨¦biles y de incierta singladura que presagian no llegar hasta el final de la legislatura. Romano Prodi, que gan¨® por estrech¨ªsimo margen a Silvio Berlusconi en las elecciones de abril, entreg¨® ayer su lista al reci¨¦n elegido presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano: 25 ministros, de los cuales s¨®lo seis son mujeres.
Destaca sobre todo la presencia en la cartera de Exteriores de Massimo d'Alema, el ex dirigente del extinto PCI y actual l¨ªder de los Dem¨®cratas de Izquierda y que sustituy¨® precisamente a Prodi en la jefatura del Gobierno en 1998; el retorno a la pol¨ªtica activa del ex primer ministro socialista Giuliano Amato como titular de Interior, y la entrada del independiente moderado Tomasso Padoa-Schioppa en Econom¨ªa, antiguo miembro de la direcci¨®n del Banco Central Europeo. Padoa-Schioppa, cuya designaci¨®n ha sido bien acogida por los mercados internacionales, tendr¨¢ que hacer milagros para curar a ese enfermo que es hoy el pa¨ªs alpino, y al que la Comisi¨®n Europea y el FMI exigen sin tardanza medidas para reducir el d¨¦ficit fiscal y estimular el crecimiento.
Las duras negociaciones que Prodi ha librado con varios de los nueve grupos que componen su coalici¨®n evidencian las dificultades que ¨¦ste sigue teniendo a la hora de controlar la propia alianza de centro-izquierda, pese al fortalecimiento de confianza que le han supuesto, conforme a su gui¨®n, las elecciones de los presidentes de las dos C¨¢maras y del jefe del Estado. El baile de poltronas ha durado hasta poco antes del anuncio, poniendo en entredicho la capacidad e independencia del pr¨®ximo primer ministro. Prodi ha tenido que soportar tanto las amenazas de los democristianos de Clemente Mastella -¨¦ste, al final, ser¨¢ ministro de Justicia-, como las de los socios m¨¢s a la izquierda (Refundaci¨®n Comunista). Las presiones han evocado las que soport¨® cuando trat¨® in¨²tilmente de escoger a los comisarios m¨¢s competentes al llegar a la presidencia de la Comisi¨®n Europea en septiembre de 1999. En esta ocasi¨®n, por ejemplo, tan pronto Emma Bonino exig¨ªa ser ministra de Defensa o de Educaci¨®n para pasar luego a aceptar ser responsable de Asuntos Europeos (m¨¢s l¨®gico, por su pasada experiencia bruselense). Poco importa si el implicado est¨¢ o no capacitado para la funci¨®n. Lo que interesa es "estar" antes que "ser".
Todo ha recordado tristemente a los tiempos del manual Cencelli, una minuciosa gu¨ªa de equilibrios inventada por un funcionario de igual nombre, a la que la Democracia Cristiana siempre recurr¨ªa cuando estaba en el poder y hab¨ªa crisis para el reparto de carteras ministeriales entre las corrientes internas de la DC y los partidos laicos.
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