La educaci¨®n como contagio
Ciertamente necesitamos seres memorables, personas ejemplares para nosotros, aquellas que podemos recordar e imitar. Pero en definitiva en la educaci¨®n se requieren maestros, quienes no dicen simplemente "hazlo como yo", sino que demandan y se disponen para decir "hazlo conmigo". Porque la educaci¨®n es la convocatoria a participar de un espacio com¨²n, muchas veces a¨²n por confirmar, por crear. No es la mera intervenci¨®n para insertarnos en un mundo ya dado. Pero sobre todo es una llamada a no quedarnos limitados al horizonte de nuestra existencia cotidiana. La educaci¨®n nos saca de lo que ya somos y nos provoca a ser de otra manera. Educar no es entregarse o rendirse a lo que ya existe, una simple adaptaci¨®n, un cambio de maneras.
Para empezar, porque vivimos en un mundo donde a¨²n hay miseria e ignorancia, con todas sus vertientes de pobreza, temor, hambre y violencia. De este modo, la cultura y la educaci¨®n son verdaderas acciones de lucha por un mundo m¨¢s justo y m¨¢s libre. En definitiva, el mundo enfermo requiere de amistad y de comunicaci¨®n efectivas, del eros terapeuta. Necesitamos m¨¢s que nunca de seres generosos, valientes, con entereza, con integridad, dispuestos a batirse y a trabajar con los dem¨¢s en ¨¢mbitos cada d¨ªa m¨¢s singulares, el aula, la conversaci¨®n, la tarea en com¨²n, la escritura, el espacio p¨²blico, la experiencia compartida, la innovaci¨®n, la creaci¨®n...
En definitiva, vivir es aprender. Dejar de hacerlo es fallecer. Sin curiosidad, la de ver si las cosas pueden ser de otra manera y nosotros otros que los que somos, sin transformarnos, sin incorporar otras posibilidades, no hay aprendizaje sino s¨®lo, en el mejor de los casos, acopio de conocimiento, mero adiestramiento. Pero aprender requiere decisi¨®n, libertad y coraje. Y aqu¨ª no valen sin m¨¢s las recetas preestablecidas.
Sin embargo, hay algo m¨¢s dif¨ªcil que aprender, que es ense?ar, porque ense?ar significa: dejar aprender. Es lo que hace el verdadero maestro. Y algo sabemos de c¨®mo ense?ar y de c¨®mo aprender, por contagio, por contacto. La educaci¨®n es una relaci¨®n, un espacio compartido, una ¨¦tica (un ethos), un aire com¨²n, una atm¨®sfera, un aroma que hace que haya quienes tienen algo que ver juntos y s¨®lo juntos son capaces de verlo.
Educar es ense?ar a hablar, leer y escribir, esto es a comprender, a conocer, a conversar. A hablar con alguien sobre algo, a ser capaz de leer sobre determinados asuntos, a poder escribir de ello. Por eso, s¨®lo se es educado cuando se cuenta con lo dicho por los otros, cuando se escucha, cuando alguien se sabe otro que uno mismo. La educaci¨®n nos altera, nos hace otros.
Educar es una forma de vivir contagiosa. No es cierto que s¨®lo se contagien las enfermedades, tambi¨¦n se contagia la salud. Quien ha tenido la suerte de conocer a alguien as¨ª no lo olvida nunca. Las actitudes y las competencias son compatibles con los conocimientos, como los afectos con los conceptos. Y tal es la generosidad afectiva del educador, ense?ar a los dem¨¢s a poder vivir prescindiendo de uno mismo, aut¨®nomamente, a ser art¨ªfices de su propia vida. Educar es saber desprenderse, despedirse, retirarse a su tiempo. Y pocos conocen hasta qu¨¦ punto a veces se echa de menos a los chavales. De acuerdo, no siempre. No es infrecuente, por tanto, reconocer en las experiencias del maestro las huellas de la memoria y el calor de los afectos, el coraz¨®n labrado en contextos dif¨ªciles, de enorme soledad tambi¨¦n y de poco reconocimiento. Ha sido un placer sentir los latidos y compartirlos, un privilegio poder saborearlo. Eso es saber de verdad, sapere, saborear. En definitiva, la educaci¨®n no es patrimonio de nadie, es un bien p¨²blico y una sociedad es lo que ¨¦sta sea. Es preciso m¨¢s que nunca redoblar los esfuerzos por profundizar con ella los derechos civiles, la igualdad de oportunidades, la posibilidad de transformar la sociedad. Y la educaci¨®n es una tarea com¨²n que no puede reducirse a mera moneda de transacci¨®n pol¨ªtica. Un acuerdo por la educaci¨®n resulta imprescindible, es un regalo, un don, lo que podemos legar, entregar.
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