El p¨²blico entre s¨¢banas
En 1998, la direcci¨®n del circo a¨¦reo Les Arts Sauts tuvo una idea excelente. Como la acci¨®n de Kayassine, su nuevo espect¨¢culo, suced¨ªa en el trapecio, acomod¨® al p¨²blico en tumbonas, panza arriba. Ver dar saltos mortales en esa postura produce doble placer. Tres a?os antes, Chiara Guidi, de la compa?¨ªa experimental Soc¨¬etas Raffaello Sanzio, mont¨® Buchettino (Pulgarcito) en una casita de madera, amueblada con 25 literas colocadas en c¨ªrculo. Los espectadores, 50 por funci¨®n, se acostaban en penumbra, y Monica Demuru les le¨ªa desde el centro de la estancia el cuento de Charles Perrault, poniendo voz a cada personaje. Fuera, tres actores ilustraban la narraci¨®n con una banda sonora de ruidos. Da gusto escuchar historias terribles cuando se est¨¢ seguro y bien arropado. En Kayassine, el espectador se coloca en la postura m¨¢s c¨®moda posible; en Buchettino, se sumerge en una narraci¨®n on¨ªrica. En La cama, de la compa?¨ªa Teatro en el Aire, Lidia Rodr¨ªguez, su directora, va m¨¢s all¨¢: hace que el p¨²blico viva una experiencia en primera persona. Rodr¨ªguez (Santiago de Chile, 1969) lleva en Espa?a 14 a?os. Fund¨® el Teatro en el Aire hace cinco. El viaje de nadie, su primer montaje, inspirado en la Odisea, era una instalaci¨®n laber¨ªntica. El p¨²blico, en grupos de tres, atravesaba en penumbra 12 c¨¢maras habitadas. "En una, Polifemo, al volante de un taxi, invitaba a subir, y largaba a los viajeros una arenga xen¨®foba", recuerda la directora. "En otras estaban Circe, una africana; Calipso, vagabunda, y Pen¨¦lope, bajo un ¨¢rbol de cartas... Era un montaje en la l¨ªnea del Teatro de los Sentidos, de Enrique Vargas". Lidia Rodr¨ªguez trabaj¨® siete a?os con ¨¦l.
Tras El viaje de nadie, vino
El secreto. "Era una fiesta. Una pareja invitaba al p¨²blico a sus bodas de plata, y compart¨ªa el secreto de su amor: una receta de cocina. Los espectadores se conoc¨ªan, charlaban, com¨ªan huevos estrellados con tomate que prepar¨¢bamos sobre la marcha, unos m¨²sicos b¨²lgaros tocaban y todos acab¨¢bamos bailando", prosigue Lidia. Este tipo de montajes s¨®lo se pueden hacer con dinero, o con mucho esfuerzo y un local propio. ?ste es el caso. El Teatro en el Aire act¨²a en La Caravana, una sala de Carabanchel, sede tambi¨¦n de La Nave de los Locos, proyecto multidisciplinar dirigido por Teresa Gil, otra ex disc¨ªpula y colaboradora de Vargas. Plagio a m¨ª misma, tercera puesta en escena de Rodr¨ªguez, gira en torno a un poemario de la cubana Daphn¨¦ Porrata. Los espectadores nos adentr¨¢bamos uno a uno en la oscuridad por un pasillo de tela, siguiendo al tacto un cabo tendido a media altura. ?ste desembocaba en una mujer desnuda, que guiaba la mano extra?a hasta su pecho y se esfumaba. Unos pasos m¨¢s all¨¢, en la oscuridad, al otro lado de una cortinilla de bamb¨², se entreve¨ªa a la poetisa tendida en su alcoba. Desgranaba sus poemas ritualmente, en una atm¨®sfera asfixiante, hasta que se abr¨ªan las puertas del patio. El ritual acababa en la azotea de la sala, bajo el cielo estrellado, compartiendo un mojito.
No quiero excitar la imaginaci¨®n de nadie. La Caravana es un local modest¨ªsimo en un barrio de casas de trabajadores levantadas en los a?os cincuenta sobre trigales y campos cultivados. El Instituto Nacional de la Vivienda daba entonces subvenciones a los propietarios del terreno para que edificaran y pusieran los pisitos en alquiler. Las calles llevan sus nombres: el suelo alrededor de Madrid todav¨ªa no hab¨ªa sido acaparado. Cuando me acerco a ver La cama, una docena de chavales hacen cola. La funci¨®n de tarde no ha terminado. Salen espectadores j¨®venes de dos en dos. Se toman su tiempo. Uno, bostezando, me dice sin que le pregunte: "No es nada aburrido". Los 21 de la sesi¨®n de noche entramos en un saloncito, tomamos asiento. Aparece un actor. Sin mediar palabra, saca tazas de todos los tama?os, las llena de leche y miel, las distribuye. Me indica que camine hasta una cortina. Al otro lado, cantan. La atravieso. Gateando por un t¨²nel, llego hasta una estancia con 23 camas, mesillas y lamparitas. Una actriz me hace acostarme. Un actor me arropa. Una voz susurra un cuento. Alguien pasa apagando las luces. Lo que sucedi¨® despu¨¦s, lo recuerdo a jirones, como un sue?o.
La cama. La Caravana. Madrid. Francisco Guzm¨¢n, 28. Metro Oporto. Hasta el 18 de junio. Hay que reservar: 679 53 53 17.
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