Marbella sin complejos
Los esc¨¢ndalos no hacen mella en Marbella, una ciudad que parece vivir su propia vida, estereotipo de capital tur¨ªstica donde florece el dinero de cualquier procedencia; un lugar abierto, amable, divertido y sin complejos; un hervidero donde conviven ciudadanos de 120 nacionalidades.
Cuando se habla de los prohombres de Marbella, se cita a personajes como Ricardo Soriano, un emprendedor que a su intuici¨®n comercial un¨ªa la dudosa afici¨®n de coleccionar el vello p¨²bico de las mujeres, y Alfonso de Hohenlohe, tan renombrado y todav¨ªa recordado, de quien su propia mujer, en palabras del conde Francesco de Perlac, "dec¨ªa que era un artista que se cre¨ªa hombre de negocios". Algo de artista ten¨ªa si se considera que en momentos de penuria econ¨®mica era capaz de las m¨¢s inesperadas ocurrencias, como la de vestir a las camareras de su hotel de faralaes por no gastarse el dinero en uniformes. Sin duda alguna, en el pante¨®n de ilustres de la ciudad estar¨ªa el obispo Bocanegra, c¨¦lebre por ser tan flexible en el uso del biquini y otras costumbres licenciosas para la ¨¦poca, o el mismo Jos¨¦ Ban¨²s, que se arruin¨® al construir el c¨¦lebre puerto deportivo que lleva su apellido, dise?ado como atraque de yates lujosos, y a quien se atribuye la siguiente frase: "Me hice rico trabajando para los pobres [construy¨® el barrio del Pilar en Madrid] y me he arruinado trabajando para los ricos". A?¨¢dase en la lista a Jaime de Mora y Arag¨®n, que supo convertir el ocio en categor¨ªa laboral, y quedar¨¢n cerrados los cimientos sobre los que se cre¨® una imagen de marca que ha sobrevivido a nuestros d¨ªas. Marbella es un destino donde la realidad siempre es excesiva.
Independientemente de su oficio, estos personajes fueron hombres extravertidos y emprendedores que hicieron de Marbella una ciudad alegre, divertida, mundana, abierta y sin complejos. Pero el paso del tiempo y la llegada de otros personajes han terminado por desvirtuar esta imagen y convertir Marbella en una ciudad de apariencia ingobernable que no deja de causar asombro.
No hay ciudad en Espa?a que iguale a Marbella en la notoriedad de sus esc¨¢ndalos y que conviva con una sorprendente naturalidad en un entorno de dinero negro, personajes sin reputaci¨®n y negocio sucio. Eso es lo que actualmente parece Marbella. Consolidada como un para¨ªso tur¨ªstico de primer nivel, vive ahora un presente turbio envuelto en un pasado se?orial, un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de una decadencia irreparable en cualquier sociedad. Sin embargo, no es ¨¦ste su caso.
Marbella sigue adelante como si nada hubiera sucedido, no se aprecian en su superficie signos de abatimiento ni desmoralizaci¨®n entre la poblaci¨®n. Y mucho menos un rechazo del turismo, como lo prueban los datos de ocupaci¨®n hotelera durante la pasada Semana Santa y la Pascua europea, que han sido excelentes. La invasi¨®n policial de su Ayuntamiento, el descubrimiento de los tesoros acumulados por ciertos personajes durante a?os de rapi?a de la vida p¨²blica, no han alejado al turista de su entorno. No ha sucedido ahora ni hace un a?o, cuando en las fechas previas a la Semana Santa -casualidades del destino- la polic¨ªa desarroll¨® la Operaci¨®n Ballena Blanca, uno de los casos de blanqueo de capitales m¨¢s importantes de Europa. "La ocupaci¨®n hotelera ha sido excelente", dice Salvador R¨ªos, director general del hotel Los Monteros, uno de los cl¨¢sicos cinco estrellas de toda la vida. Salvador, de 45 a?os, es natural de Marbella y un defensor de la ciudad: "El incremento de plazas hoteleras ha sido del 2.054% desde 1954, la mayor¨ªa de ellas de alto standing. Tenemos un microclima excepcional, 300 d¨ªas de sol al a?o y 45 campos de golf en un entorno de 30 kil¨®metros. Somos la ciudad con mayor n¨²mero de Rolls- Royce del mundo despu¨¦s de Londres. Qu¨¦ mejor lugar que ¨¦ste para vivir". Salvador defiende la actuaci¨®n de Gil durante su primer mandato y no se siente extra?ado porque los esc¨¢ndalos no hayan afectado al turismo. "El ruido sienta bien, hablen bien o hablen mal de ti".
Marbella est¨¢ vacunada contra el esc¨¢ndalo, y ese hecho parece confirmar la hip¨®tesis de que la ciudad ha perdido identidad, se ha desnaturalizado, no tiene una estructura social reconocida, hasta el punto de que los partidos pol¨ªticos tradicionales obtienen resultados desacostumbradamente bajos y han quedado marginados, como el caso del PP, o infectados por la corrupci¨®n, como sucedi¨® con el PSOE o el Partido Andalucista. "La ciudad carece de s¨ªmbolos y de identidad", explica Javier de Luis, ecologista y tenaz luchador contra la corrupci¨®n urban¨ªstica. "Hay una poblaci¨®n aut¨®ctona que no se siente parte de la ciudad, que todav¨ªa sigue diciendo cada fin de semana eso de 'me voy a mi pueblo' porque no se reconoce como habitante de Marbella. Los aut¨®ctonos no van a los toros, convertido en un espect¨¢culo para extranjeros, y tampoco van al f¨²tbol, donde a los partidos del equipo local no va nadie. Marbella es un conglomerado de gente de 120 nacionalidades; esa mezcla, que es muy positiva, ha terminado por degenerar en una sociedad sin identidad".
Esa p¨¦rdida de identidad la ha sufrido en sus carnes Juan Berrocal, due?o de la florister¨ªa m¨¢s famosa de Marbella, que tiene el nombre de Luisa Berrocal. Juan fue precursor de una pe?a flamenca que termin¨® por no fructificar. "Marbella se come a todo el mundo, y ha asistido a una invasi¨®n de culturas que ha terminado por hacerla perder su car¨¢cter andaluz", dice. Juan Berrocal conoci¨® siete tablaos flamencos en los setenta que terminaron cerrando. Vivi¨® los a?os dorados, cuando adornaba con las flores m¨¢s ex¨®ticas y sin l¨ªmite de presupuesto las fiestas fara¨®nicas que se celebraban en la ciudad. Conoci¨® a personajes que le encargaban mil rosas para seducir a una mujer, vivi¨® cientos de an¨¦cdotas que calla por prudencia. Es de los pocos empresarios que se muestran esperanzados por el resultado que pueda tener el trabajo de la gestora. "Para que Marbella resurja de sus cenizas; porque, mire usted", afirma, "ahora resulta que nadie vot¨® a Jes¨²s Gil en esta ciudad".
Si uno pasea por Marbella durante largo rato caer¨¢ en la cuenta de que un nombre, el de Kristina Sezkely, se repite en miles de carteles publicitarios de diferente tama?o situados en todas las esquinas de una ciudad en la que nadie sabr¨ªa se?alar muy bien a ciencia cierta d¨®nde est¨¢ su centro neur¨¢lgico. Tal es la cantidad de anuncios que llevan este nombre de mujer que la gente dice con cierta sorna que si un buen d¨ªa decidiera presentarse para alcaldesa de la ciudad tendr¨ªa la campa?a publicitaria ya realizada. El comentario no es absurdo precisamente en Marbella, donde sus ¨²ltimos tres alcaldes accedieron al consistorio desde un pasado variopinto, porque Gil era constructor, Juli¨¢n Mu?oz fue camarero y a Marisol Yag¨¹e la recuerdan en la ciudad como integrante de un conjunto rociero. Los tres, sin embargo, han tenido al menos dos nexos de uni¨®n: uno, que no eran naturales de Marbella, y dos, que acumularon durante su gesti¨®n numerosas causas con la justicia, hasta el punto de que uno (Jes¨²s Gil) pas¨® por la c¨¢rcel, otro (Marisol Yag¨¹e) reside actualmente en ella y el tercero (Juli¨¢n Mu?oz) est¨¢ llamando a la puerta. La conclusi¨®n final de esta triple experiencia es la de que el pueblo de Marbella puede votar al primer candidato que aparezca por la esquina sin considerar siglas ni antecedentes pol¨ªticos. S¨®lo cinco de las decenas de concejales que tuvo el GIL en sus tres legislaturas fueron naturales de Marbella. Ese detalle no impide que ahora se critique al presidente de la gestora, el malague?o Diego Mart¨ªn Reyes, precisamente por no ser natural de Marbella.
Pero volvamos a la omnipresente Kristina Sezkely. No es una marca comercial. Es una mujer rubia, amable y educada, propietaria de la mayor agencia inmobiliaria de la ciudad, h¨²ngara de origen, formada en Suecia e instalada desde hace m¨¢s de 30 a?os en Marbella. Kristina podr¨ªa haber buscado otra denominaci¨®n para su negocio, pero eligi¨® el suyo propio, ejemplo de la naturaleza sin complejos con la que se trabaja en esta ciudad. Kristina vende casas de todos los tama?os y todos los precios imaginables, aunque el valor se dispara hacia arriba como corresponde a un lugar que tiene "m¨¢s de 500 casas que valen por encima de los seis millones de euros, unas 2.000 que estar¨¢n por encima de los tres millones y unas 5.000 que superan el mill¨®n y medio", en palabras de Ricardo Arranz, presidente de la Asociaci¨®n Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial. Kristina empez¨® muy joven a trabajar en el sector inmobiliario, y despu¨¦s de una experiencia en Sofico (uno de los grandes esc¨¢ndalos inmobiliarios del franquismo) decidi¨® instalarse por su cuenta. Actualmente tiene 170 empleados a su servicio y un cat¨¢logo que sumar¨¢ m¨¢s de 2.000 propiedades. Naturalmente, Kristina no tiene la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de entrar en pol¨ªtica, pero considera que Marbella tiene, a pesar de todos los esc¨¢ndalos que ha sufrido, un largo camino por delante. "A Marbella no hay quien la pare: es la locomotora de la Costa del Sol". Kristina s¨®lo pone una objeci¨®n: "Necesitamos caricias, no esc¨¢ndalos".
Tanto Kristina como Ricardo Arranz, uno de los principales promotores de Marbella, coinciden en un punto: se avecina una depresi¨®n en el negocio inmobiliario. "El Gobierno se harta de hablar de 20.000 casas ilegales. Eso es mentira, y eso confunde a los compradores y a los inversores, que empiezan a darnos de lado". Arranz, originario de Burgos, no ve en el horizonte el final urban¨ªstico de Marbella, sino todo lo contrario: "Esto no ha hecho m¨¢s que empezar. Si se mira la costa y se compara con Florida o la Costa Azul, se observa todo lo que nos queda por hacer. El interior tiene tantas posibilidades como la costa".
Kristina es un prototipo de la clase empresarial que ha invadido Marbella a lo largo de los a?os, una ciudad donde el aut¨®ctono, salvo raras excepciones, sigue ocupando mayoritariamente la masa laboral en el sector servicios. Lo que predomina en el empresariado de Marbella es una mezcla de personajes llegados en aluvi¨®n, gente emprendedora y decidida que defiende la imagen de la ciudad y pasa por encima de los esc¨¢ndalos. Es el caso de Linda Echeverr¨ªa, natural de Venezuela, dedicada desde muy joven a las relaciones p¨²blicas. A los 19 a?os, Linda hizo una tesis universitaria sobre los grandes de Espa?a y su trabajo le llev¨® hasta Marbella, donde por entonces (a?os setenta) se concentraba indiscriminadamente gente de la alta burgues¨ªa europea, hombres de negocios de todo el mundo y personajes de la far¨¢ndula internacional. Jos¨¦ Ban¨²s la contrat¨®, y ello le permiti¨® asistir en directo a una ¨¦poca que ha dejado huella en su memoria.
Linda no deja de rememorar aquellas fiestas ni de pronunciar aquellos apellidos que hoy tienen cierto sabor a naftalina, sean los Rothschild, los Rockefeller, Liz Taylor y tantos otros. Linda adora Marbella, y ahora prepara el concurso de Miss M¨¢laga, "que ser¨¢ mucho mejor que el de Miss Espa?a", asegura. Linda no duda en calificar Marbella como el lugar m¨¢s divertido del mundo, "donde uno puede seguir encontrando gente interesante, cenar a cualquier hora del d¨ªa o de la noche o jugar al golf las 24 horas". Dibuja con entusiasmo una ciudad eternamente despreocupada, favorecida por un microclima que la defiende de las temperaturas extremas. "Marbella no es Montecarlo, que puede ser el sitio m¨¢s aburrido del mundo. Esta ciudad est¨¢ llena de gente interesante, de mucho nivel econ¨®mico e intelectual, que se relaciona y hace sus fiestas privadas porque los paparazzi han hecho mucho da?o; es una ciudad que no se va a derrumbar porque un chorizo como Roca se haya llevado el dinero". "Con Marbella no podr¨¢ nadie", sentencia Linda como si todo lo sucedido se tratara de una oscura confabulaci¨®n.
Esa imagen edulcorada y acr¨ªtica de la ciudad es una constante en muchos empresarios que han hecho fortuna. Quiz¨¢ porque todos necesiten que Marbella siga siendo atractiva, eluden inmediatamente entrar en el terreno de la pol¨ªtica y de la actualidad de la ciudad. No es un detalle anecd¨®tico en una ciudad donde m¨¢s de 6.000 extranjeros tienen derecho al voto; donde la poblaci¨®n de derecho alcanza los 150.000 habitantes, cifra que se multiplica en los meses de verano, y donde bastaron 24.000 votos para llevar a Juli¨¢n Mu?oz a obtener la mayor¨ªa absoluta en las ¨²ltimas elecciones.
La gente habla de lo sucedido como un suceso aislado, no como un producto de la utilizaci¨®n del Ayuntamiento para asuntos privados con el soporte de la adhesi¨®n popular. Nadie recuerda ahora que la mayor manifestaci¨®n que vivi¨® Marbella se celebr¨® en defensa de Jes¨²s Gil cuando ¨¦ste ingres¨® en la c¨¢rcel por vez primera. A Gil se le sigue considerando un buen alcalde porque reactiv¨® Marbella. Y eso es lo importante, que Marbella progrese. "Marbella es lo suficientemente peque?a como para no agobiarte y lo suficientemente completa como para tener de todo. Es un peque?o Nueva York", dice Rafael Rosell¨®, que se presenta como escritor y periodista de investigaci¨®n. Fue marino mercante hasta que dej¨® su trabajo y se instal¨® en Marbella. "Digan lo que digan, todo el mundo pasa por Marbella. Nunca te aburres. Siempre encuentras a gente nueva e interesante. Es un n¨²cleo cosmopolita m¨¢s importante que Madrid o Barcelona, un lugar donde puedes asistir a una cena en cuya mesa se hablen cuatro idiomas a la vez". Para Rosell¨®, los esc¨¢ndalos no tienen su origen en la ciudad, sino en la locura en la que se ha convertido el sistema pol¨ªtico nacional, donde la palabra espa?ol est¨¢ en desuso. "Marbella ha crecido urban¨ªsticamente quiz¨¢ demasiado", acepta Rosell¨®. "Pero si sobrevuelas Marbella te das cuenta de que sigue siendo una ciudad verde, donde puedes tocar la naturaleza".
El conde Francesco de Perlac visit¨® Marbella por primera vez a finales de los cuarenta. "Por entonces, todav¨ªa exist¨ªa el maquis", recuerda. Hombre amable por naturaleza, por educaci¨®n, es uno de tantos nobles reconvertidos en relaciones p¨²blicas de la ciudad.
Para el conde de Perlac, Marbella seguir¨¢ siendo un lugar tan interesante y tan atractivo que los sucesos recientes dif¨ªcilmente da?ar¨¢n su imagen o alejar¨¢n a los inversores, como es el caso de Al Sasi, natural de Arabia Saud¨ª, de 45 a?os, que se estableci¨® en la ciudad hace siete y ahora promueve negocios relacionados con la belleza, el fitness y el spa. Para Al Sasi, Marbella es un lugar completo y acogedor donde nadie se siente extranjero, con una vida cultural y social muy intensa. Elogia las construcciones de Marbella, sus ra¨ªces ¨¢rabes, su clima, su cercan¨ªa al norte de ?frica y su naturaleza. No ve en Marbella una aglomeraci¨®n de viviendas, sino todo lo contrario: un espacio generalmente verde. Opina que todo lo que ha pasado a sido producto de la falta de entendimiento entre la Junta de Andaluc¨ªa y el Ayuntamiento, una opini¨®n compartida por Antonia Molina, joyera desde hace 36 a?os, marbell¨ª de nacimiento. Su negocio da trabajo a los 40 miembros de su extensa familia. Dice que vot¨® a Gil porque le dio seguridad y puso polic¨ªa en su puerta, y ahora se queja de que su joyer¨ªa sea objeto de frecuentes robos. "Marbella no son los esc¨¢ndalos. Lo grande de la ciudad es la gente y el servicio que damos. Esas cosas son de los pol¨ªticos: ellos dejaron que Roca robara".
Bruno Filippone estudiaba para sacerdote, pero despu¨¦s de siete a?os y siete meses en el seminario abandon¨® su vocaci¨®n para dedicarse a la gastronom¨ªa. Ten¨ªa un restaurante en Alemania cuando, en 1994, lleg¨® a Marbella de vacaciones con su mujer. Le entusiasm¨® el ambiente y se traslad¨®. Actualmente tiene cinco restaurantes italianos y prepara un sexto en Estepona. Los esc¨¢ndalos no han afectado al negocio, "pero nuestra moralidad hay que cuidarla".
Escuch¨¢ndoles podr¨ªa entenderse que nada grave ha pasado y que la marca Marbella es indestructible. Dicen que Marbella disfruta de un microclima ¨²nico. Por lo visto, debe de ser cierto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.