M¨¢s paradojas y simetr¨ªas
Hace unos a?os, Miguel ?ngel Aguilar expuso, en una memorable columna en este peri¨®dico, que la Historia es una sucesi¨®n de paradojas y simetr¨ªas, y es desde esta ¨®ptica desde la que se puede interpretar mejor el devenir de ciertos acontecimientos. En estos momentos en que dedicamos lo mejor de nuestra memoria a la Segunda Rep¨²blica, se est¨¢ produciendo una reforma encubierta de la Ley de Propiedad Intelectual de 1987, hecha con el pretexto de transponer la Directiva Europea sobre los Derechos de Autor en la Sociedad de la Informaci¨®n.
Javier Solana y un grupo de pol¨ªticos y expertos elaboraron entre 1984 y 1987 un corpus mecanicum que encerraba una filosof¨ªa -un corpus misticum- que ha servido como modelo a pa¨ªses tan distintos como Chile, B¨¦lgica, Rusia, Colombia, Polonia, Canad¨¢, Suecia e, incluso, ha inspirado reformas en EE UU y Jap¨®n. Adem¨¢s, y me parece de extraordinaria importancia resaltarlo, fue aprobada con el consenso casi un¨¢nime del Parlamento espa?ol.
Creadores y artistas reclaman un canon compensatorio por copia privada
La primera paradoja se produce al coincidir los veinte a?os de la ley, y su reforma revisionista, con los setenta y cinco de la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica. Esa Rep¨²blica que hoy vemos en los intelectuales y creadores que sufrieron el exilio -aqu¨ª otra paradoja- y que regaron de m¨²sica, pintura, poes¨ªa, pensamiento y academia toda Am¨¦rica. Gracias a ellos, Espa?a, m¨¢s all¨¢ de los desmanes de la dictadura, sigui¨® siendo pa¨ªs. Ellos custodiaron el imaginario colectivo y lo enriquecieron desde las c¨¢tedras, los conservatorios, los museos, las galer¨ªas de arte... Fue este mismo aliento el que alumbr¨® la Ley de Propiedad Intelectual de 1987 y las Cortes Espa?olas sancionaron con un esp¨ªritu cercano al contrato social. Hab¨ªa que recuperar el tiempo y darle a la creaci¨®n un espacio legal desde el que desarrollara un segundo Renacimiento que traer¨ªa una Espa?a m¨¢s beligerante en el plano internacional y una ciudadan¨ªa instruida e ilustrada. Y todo gracias a las obras que los creadores aportaban. Este esp¨ªritu de 1987 fue sim¨¦trico con el que en 1931 los intelectuales y creadores sacudieron la conciencia social adormecida y alumbraron la Segunda Rep¨²blica. Y aqu¨ª viene la paradoja inexplicable. ?Qu¨¦ parte del discurso y de la praxis de la Segunda Rep¨²blica se est¨¢ celebrando, cuando sectores del Gobierno proponen y el Congreso de los Diputados acepta una reforma que condena al ostracismo a los autores de cine y obras audiovisuales en el espacio digital?; ?qu¨¦ progresismo hay en esas propuestas que impedir¨¢n a los creadores y artistas, si nadie lo remedia, participar en la explotaci¨®n de sus obras, cuando gracias a ellas se pone en marcha un negocio de m¨¢s de 7.000 millones de euros y a cambio s¨®lo reclaman un canon compensatorio de copia privada que asciende a 70 millones de euros, esto es, m¨¢s o menos un 1% del negocio?; ?qui¨¦n explica la propuesta de reemplazar la capacidad negociadora de autores y artistas con los sectores industriales cuando ambas partes discrepen por una comisi¨®n interministerial que podr¨¢ establecer tarifas sustitutorias?; ?por qu¨¦ los artistas y autores no pueden fijar las condiciones de uso de sus obras hasta que ¨¦stas pasen a dominio p¨²blico y sean libremente utilizadas?
Mozart muri¨® en la indigencia y desvalido, mientras hoy Austria celebra el 250? aniversario con negocios fabulosos de mercadotecnia y turismo cultural. Los creadores, en su mayor¨ªa, aceptan que su derecho de autor se extinga, a cambio de que durante el plazo de protecci¨®n se respeten sus derechos econ¨®micos, que representan el salario con el que viven y mantienen a sus familias.
Desde la gesta de los m¨¢rtires de Chicago hasta nuestros d¨ªas, los trabajadores han consolidado un cuadro de m¨ªnimos que el Estado del bienestar respeta y que los sindicatos esgrimen para defender sus conquistas. Aqu¨ª viene otra simetr¨ªa sangrante: esos mismos sindicatos no defienden a los creadores, ni secundan su lucha por preservar su independencia econ¨®mica. Bien al contrario, hemos asistido al espect¨¢culo bochornoso de leer el apoyo de Comisiones Obreras a una plataforma sostenida y financiada por las patronales tecnol¨®gicas contra la remuneraci¨®n por copia privada.
?Por qu¨¦ ocurre esto? ?Es que hay alg¨²n lector ingenuo que crea que si no hubiera creadores existir¨ªan pel¨ªculas, libros, discos, teatros, salas de concierto, tiendas de m¨²sica, bares musicales, cines, fiestas populares, f¨¢bricas de productos para el uso y consumo cultural, emisoras de radio y televisi¨®n y un largo etc¨¦tera cuyo volumen de negocio se cifra en m¨¢s de 10.000 millones de euros y en m¨¢s de un mill¨®n de puestos de trabajo?
Pero es m¨¢s, los proponentes de esta ley deber¨ªan consultar un estudio reciente del Real Instituto Elcano que analiza el llamado poder blando de los pa¨ªses m¨¢s avanzados y el papel que Espa?a ocupa en ese ranking. Aqu¨ª viene la ¨²ltima y m¨¢s elocuente de las paradojas. Somos, en t¨¦rminos contables, la octava potencia mundial. En cuanto a poder duro, estamos arriba en el top ten. Pero, ?qu¨¦ pasa con la imagen de Espa?a en el imaginario internacional? La realidad es que no contamos en ninguna de las listas en que se divide el an¨¢lisis, salvo en una. Y, sorpresa, estamos a la cabeza del poder cultural, por delante de eminentes pa¨ªses detentadores del poder duro. Gracias a los creadores, a los Cervantes, Vel¨¢zquez, Calder¨®n, Goya, Murillo, Picasso, Dal¨ª, Manuel de Falla, Alb¨¦niz, Aleixandre, Juan Ram¨®n, Cela, Almod¨®var, Amen¨¢bar, Saura, Mir¨®, T¨¤pies, Casals, Barcel¨®, Alejandro Sanz, Serrat, Mecano, Bunbury y otros muchos, Espa?a es hoy una potencia mundial. Y digo hoy, porque ma?ana, con una ley desvirtuada por las presiones de lobbies, no ser¨¢ suficiente para seguir tirando de la avanzadilla cultural; ni teniendo este idioma fant¨¢stico y universal, el espa?ol, vamos a poder seguir siendo esa potencia cultural de la actualidad. Todav¨ªa tenemos la esperanza de que el Senado devuelva al Congreso de los Diputados el texto, con la recomendaci¨®n de reconstruir el esp¨ªritu y la letra de la ley de 1987 que ha permitido el desarrollo de unas industrias culturales competitivas e internacionalizadas y que ha dado a Espa?a una imagen de modernidad y creatividad. Si nadie discute la ventaja intr¨ªnseca para todos del Estatuto de los Trabajadores, ?c¨®mo hay algunos que cuestionan a estas alturas el Estatuto de los Intelectuales, que es la Ley de Propiedad Intelectual?
Eduardo Bautista es presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
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