Con Hemingway no hay embargo
Cuba donar¨¢ miles de papeles del escritor a la biblioteca del Congreso
Hay muertos que son capaces de derribar muros pol¨ªticos, incluso uno tan grueso como el que separa desde hace 45 a?os a Cuba de Estados Unidos. Es el caso del escritor norteamericano Ernest Hemingway, cuya memoria y legado compartido han posibilitado abrir brechas en el embargo. Esta semana, el Gobierno de Cuba anunci¨® la entrega en breve de las copias de 22.000 p¨¢ginas de diversos materiales del escritor a la biblioteca John F. Kennedy del Congreso de Estados Unidos, tras someterlas a un meticuloso trabajo de conservaci¨®n.
Entre estos documentos hay cartas en las que el escritor aborda temas de la Guerra Civil espa?ola y de la II Guerra Mundial, adem¨¢s de una numerosa correspondencia personal y de apuntes, adem¨¢s de reproducciones de sus novelas Por qui¨¦n doblan las campanas (1940) y El viejo y el mar (1952). Todo, desde la muerte del novelista (en el Estado de Idaho, en EE UU), se conservaba en la finca Vig¨ªa, la casona de las afueras de La Habana en la que habit¨® durante sus estancias en la isla entre 1939 y 1961, hoy sede del Museo Hemingway.
Una instituci¨®n de EE UU colabora con el Gobierno de Cuba en la restauraci¨®n de la casa del escritor
En la casa se guardan m¨¢s de 20.000 piezas y objetos, que incluyen miles de documentos; tambi¨¦n hay cuadros de grandes pintores espa?oles, cientos de libros -incluidos los de aventuras que le¨ªa el premio Nobel en el ba?o-, fotos color sepia, cabezas de ant¨ªlopes, pieles de leopardo y otros trofeos de caza, escopetas, ca?as de pescar, la m¨¢quina de escribir en la que tecle¨® parte de sus novelas m¨¢s famosas y las botellas de ginebra y de whisky a medio llenar que dej¨® en el sal¨®n, junto a su butaca, antes de su ¨²ltimo viaje. Por supuesto, varado en el frondoso jard¨ªn de palmeras y flamboyanes, yace tambi¨¦n el yate Pilar, con el que sal¨ªa de pesca con su patr¨®n canario Gregorio, y las tumbas de sus perros.
Desde hace a?os, el patrimonio habanero de Hemingway (el 85% en soporte papel) era objeto de preocupaci¨®n en Cuba y Estados Unidos debido al mal estado de conservaci¨®n de la casona y de sus enseres, da?ados por humedades y los rigores del tr¨®pico.
En 2002, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba y el Consejo de Investigaci¨®n sobre Ciencias Sociales de Nueva York firmaron un acuerdo para rescatar la correspondencia, que asciende a unas 3.000 cartas, y otros documentos, que una vez digitalizados y microfilmados ser¨ªan conservados tanto en Cuba como en la colecci¨®n de la Biblioteca John F. Kennedy.
El a?o pasado, adem¨¢s, el Fondo Nacional para la Conservaci¨®n Hist¨®rica (FNHC) de Estados Unidos incluy¨® la finca Vig¨ªa en la lista de los lugares hist¨®ricos estadounidenses que corr¨ªan riesgo de desaparecer. Por primera vez, dicha instituci¨®n contempl¨® una propiedad fuera de territorio norteamericano lo que, por las ayudas que pod¨ªa implicar, levant¨® una gran polvareda entre los anticastristas m¨¢s furibundos, que lo consideraron un anatema.
Pese a las prohibiciones impuestas inicialmente por el Gobierno de George W. Bush, que arguy¨® que la cooperaci¨®n era ilegal porque servir¨ªa para fomentar el turismo hacia Cuba, el FNHC obtuvo dos permisos especiales de Washington para enviar a t¨¦cnicos a colaborar a La Habana. Seg¨²n el presidente de la instituci¨®n, Richard Moe, la decisi¨®n de incluir la finca Vig¨ªa en la lista del a?o pasado deriv¨® en "una maravillosa cooperaci¨®n" entre expertos de ambos pa¨ªses para restaurar la casa. La directora del Consejo de Patrimonio Nacional de Cuba, Marta Arjona, puntualiz¨® orgullosa que la renovaci¨®n de la finca Vig¨ªa era sufragada ¨ªntegramente por las autoridades cubanas.
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