Moretti provoca divisi¨®n de opiniones
'El caim¨¢n', la pel¨ªcula sobre Silvio Berlusconi, fue recibida con pitos y aplausos
Hab¨ªa tanta expectaci¨®n ante la pel¨ªcula de Nanni Moretti como decepci¨®n hubo al acabar el pase de prensa, donde fue recibida con pitos y aplausos. Decepcion¨® a la mayor¨ªa porque, a fin de cuentas, El caim¨¢n no habla tanto del ex presidente del Gobierno italiano Silvio Berlusconi como del propio Moretti, que se reserva como actor la ¨²ltima parte del filme, dando rienda suelta a su conocida egolatr¨ªa. La otra pel¨ªcula a concurso, Las luces del suburbio, de Aki Kaurismaki, tercera de su trilog¨ªa sobre perdedores, tampoco estuvo a la altura de lo esperado, a pesar de que este finland¨¦s conserva la energ¨ªa po¨¦tica de sus filmes anteriores, aunque algo desmayada.
Antes de la proyecci¨®n de El caim¨¢n, a las ocho de la ma?ana, hab¨ªa en la calle m¨¢s gente de la habitual pidiendo entradas. Docenas de cin¨¦filos con cara de pena preguntan cada d¨ªa si te sobra une place, o la solicitan mostrando cartelones con el t¨ªtulo de la pel¨ªcula que quieren ver. Puede que la de Moretti se haya llevado la palma en este sentido, a poca distancia de X-Men: the last stand, otra sorprendente pel¨ªcula comercial de palomitas exhibida en la secci¨®n oficial, fuera de concurso.
Con la sala abarrotada y por lo tanto con p¨²blico muy diverso, El caim¨¢n no levant¨® las risas prometidas, salvo algunas aisladas en los primeros momentos, como si fuera obligatorio encontrarle la gracia. Seg¨²n avanzaba la proyecci¨®n, el presunto tono burlesco del filme desconcertaba m¨¢s que divert¨ªa, y la prometida cr¨ªtica sobre el personaje de Berlusconi segu¨ªa sin aparecer.
De lo que en realidad trata El caim¨¢n es de un m¨ªsero productor de pel¨ªculas de serie B o Z -Maciste contra Freud, La mujer polic¨ªa con tacones de punta, Mocasines asesinos-, que est¨¢ arruinado tras su ¨²ltimo fracaso profesional, en trance de separaci¨®n de su mujer, perdido en la vida, y al que inesperadamente una joven le ofrece el gui¨®n de una pel¨ªcula sobre Berlusconi. El productor, sin ni siquiera leerlo, se pone manos a la obra. A pesar de su entusiasmo por volver a hacer cine -cualquier pel¨ªcula-, surgen en su camino todo tipo de problemas: la televisi¨®n no quiere participar en el proyecto, el actor elegido para interpretar al caim¨¢n se retira antes del rodaje, un financiero polaco da tambi¨¦n marcha atr¨¢s, mientras ¨¦l contin¨²a atormentado con sus problemas familiares; de sopet¨®n, el hombre descubre que la joven guionista es amante de otra mujer, y queda desconcertado... Un c¨²mulo de dispersiones.
Cuando por fin aparece el actor que debe interpretar al Berlusconi de la pel¨ªcula dentro de la pel¨ªcula, ¨¦ste no es otro que el propio Nanni Moretti, que opina negativamente del gui¨®n aunque no lo haya le¨ªdo, como asegura Moretti que muchos cr¨ªticos han hecho con sus propias pel¨ªculas. Este Berlusconi de ficci¨®n, que en nada se parece f¨ªsicamente al real, pronuncia enf¨¢ticamente un aburrido mon¨®logo en el que da cuenta de los propios fantasmas de Moretti: "Lo ¨²nico que sabe hacer la izquierda es odiarme" o "la izquierda es triste y hace triste a la gente"...
Cine dentro del cine -la pel¨ªcula so?ada por el mal productor, el gui¨®n de la chica lesbiana, y, por encima de todo, la pel¨ªcula del propio Moretti-, que no conduce a alg¨²n lugar claro ni mucho menos interesante, como si el haber usado la figura de Berlusconi s¨®lo haya sido una gracieta para que el autor de Caro diario vuelva a hablarnos de s¨ª mismo.
Aki Kaurismaki, tras Nubes pasajeras y El hombre sin pasado, culmina en Las luces del suburbio su acercamiento al mundo de personajes perdedores. Con id¨¦ntico hieratismo en los actores, sequedad en la puesta en escena y ausencia de emociones, cuenta la historia de un herm¨¦tico vigilante nocturno seducido por una fr¨ªa mujer que le enga?a para robar las joyas que ¨¦l protege. Culpado del robo del que es inocente, el muchacho sufre en silencio la condena.
Pero si dif¨ªcil o in¨²til es intentar contar una pel¨ªcula, con el cine de Kaurismaki es tarea imposible: hay que dejarse fascinar por el poder¨ªo de sus im¨¢genes, enfrascarse en su po¨¦tica extra?a, dif¨ªcil, ajena, que puede llegar a fascinar. L¨¢stima que en el caso de Las luces del suburbio quede en el espectador la impresi¨®n de que la pel¨ªcula est¨¢ inacabada. Sabe a poco y no s¨®lo por su escasa hora y 20 minutos de duraci¨®n.
A se?alar como curiosidad que el filme comienza con el tango Volver cantado por Carlos Gardel. Kaurismaki, gran aficionado al tango, hizo que todo el equipo de su pel¨ªcula bailara uno antes de subir las escalinatas del palacio del festival; incluso intent¨® que Gilles Jacob, el presidente de Cannes, les acompa?ara. Pasado el ecuador de esta edici¨®n, sigue siendo el Volver de Almod¨®var la pel¨ªcula mejor situada en las votaciones de los cr¨ªticos. Pero a¨²n quedan posibles sorpresas.
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