Montenegro elige irse
El resultado del refer¨¦ndum que, con enorme participaci¨®n, borra el ¨²ltimo vestigio de la antigua Yugoslavia es un alivio tanto para la mayor¨ªa de los montenegrinos, que han consumido los ¨²ltimos a?os en pol¨¦micas soberanistas dejando de lado cuestiones urgentes, como para la propia Uni¨®n Europea. El escepticismo de la UE sobre la independencia de Montenegro -entre otras razones, por las fundadas dudas acerca de la viabilidad de un Estado pobre del tama?o de Sevilla, poco poblado y de econom¨ªa penetrada por organizaciones criminales- ha ido dejando paso sotto voce a la creencia de que la secesi¨®n era inevitable y mejor cuanto antes. La esperanza de Bruselas estuvo cifrada hasta no hace mucho en que los cambios democratizadores en Serbia tras la ca¨ªda de Milosevic y el se?uelo de la UE permitir¨ªan sostener la precaria uni¨®n de ambas rep¨²blicas.
Montenegro no tiene una historia de enfrentamiento con Serbia. M¨¢s bien al contrario. Existen profundos lazos emocionales entre los dos pa¨ªses. Milosevic fue el abono que ha precipitado el resultado de ayer. La repercusi¨®n en Montenegro de las sanciones econ¨®micas internacionales contra Serbia contribuy¨® decisivamente al auge de la oposici¨®n independentista, escenificado en 1997 con la elecci¨®n del prooccidental Djukanovic. El recorte por Milosevic, poco antes de su defenestraci¨®n, de los derechos federales de Montenegro hizo el resto. En 2002, y bajo presi¨®n de Bruselas, Belgrado y Podgorica firmaban un acuerdo que sustitu¨ªa la Rep¨²blica Federal de Yugoslavia por una uni¨®n de Estados minimalista, escasamente funcional y ya herida de muerte. Djukanovic exigi¨® entonces que cualquiera de los dos miembros pudiera abandonarla pasados tres a?os. Es lo que se verific¨® ayer.
La secesi¨®n de Montenegro es un golpe decisivo para Serbia, castigada por su escasa cooperaci¨®n con el Tribunal que juzga los cr¨ªmenes de guerra en la antigua Yugoslavia. Y anticipa inequ¨ªvocamente, m¨¢s pronto que tarde, la p¨¦rdida de Kosovo, su te¨®rica provincia de mayor¨ªa albanesa, cuyo estatus final se negocia ya. Ni el primer ministro Kostunica cre¨ªa en una victoria de los independentistas ni est¨¢ preparado para hacerle frente. La inevitable agenda pol¨ªtica de las pr¨®ximas semanas, o meses, es la aceptaci¨®n por Belgrado, que mantiene un elocuente silencio, del final de un ciclo hist¨®rico marcado ahora por el aislamiento y la frustraci¨®n, y en cuyo apogeo, bajo la batuta del genocida Milosevic, los serbios se creyeron por encima del bien y del mal y actuaron en consecuencia.
En el divorcio que va a pactarse, Montenegro deber¨¢ buscar su reconocimiento internacional. Serbia asume todos los derechos y obligaciones de la deshecha uni¨®n, incluyendo el asiento en Naciones Unidas. Poco patrimonio hay que repartir entre dos pa¨ªses que tienen econom¨ªas, leyes, comercio y hasta moneda diferente. Y una baza fundamental de los montenegrinos para llevar a buen puerto estas negociaciones, sin las cuales la UE no dar¨¢ su bendici¨®n final a la secesi¨®n, es el control de la salida de Serbia al Adri¨¢tico.
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