Memoria hist¨®rica
El hispanista Ian Gibson, en uno de los actos organizados por la Feria del Libro de Sevilla y en el que present¨® su obra biogr¨¢fica sobre Antonio Machado, ha pedido que se publiquen m¨¢s biograf¨ªas de su tiempo. Dice que es uno de los caminos necesarios para recuperar la memoria hist¨®rica y que este pa¨ªs recobre su continuidad. Pues bien, en este a?o que es el a?o de la Memoria Hist¨®rica, porque as¨ª se ha declarado por los parlamentos espa?ol y andaluz, es f¨¢cil identificar esta recuperaci¨®n m¨¢s con el deseo de que los familiares de las v¨ªctimas del franquismo puedan encontrar a sus familiares o amigos que con el hecho de conocer el pasado y saber -por quienes no lo conocimos- las circunstancias y las razones que llevaron a una situaci¨®n de enfrentamiento. En este sentido no ha sido infrecuente que se lleve la memoria a situaciones familiares concretas y de hostilidad entre familiares de espa?oles que estuvieron en zonas enfrentadas. No hace mucho la consejera de Justicia y un diputado del PP protagonizaron en el Parlamento andaluz una discusi¨®n en estos t¨¦rminos, sobre la que ya escrib¨ª en un art¨ªculo que se public¨® en este mismo diario el d¨ªa 11 de marzo. Sin embargo sigo pensando, m¨¢s con motivo de las declaraciones del este escritor y otras que siguen un camino contrario porque estiman que hablar de la memoria es una ruptura del compromiso constitucional, que llevar el debate a estos t¨¦rminos es un error.
Sin duda es un derecho, leg¨ªtimo y de justicia, saber donde est¨¢n enterrados familiares y amigos y, por tanto, el pacto y los acuerdos que facilitaron la transici¨®n no pueden llevarnos al absurdo de que, precisamente por esta conciliaci¨®n, no se pueda saber donde est¨¢n enterrados; que se ignoren y se olviden unas personas, trat¨¢ndolas como si nunca hubieran existido. Absurdo y hasta este extremo no puede alcanzar el pacto por la transici¨®n y s¨ª, en cambio, que unos y otros -todos- ocupen su espacio en la realidad hist¨®rica de Espa?a. Ahora, bien, aun siendo esta exigencia obligada y de justicia, entiendo que es necesario avanzar en otras direcciones.
Si, de verdad, se quiere progresar en la recuperaci¨®n de la memoria hay que recorrer otros espacios con el prop¨®sito de que el pasado ayude a construir el presente y prepare el futuro.
Es f¨¢cil y lo estamos viendo que, en esta tarea del conocimiento de la historia de Espa?a, algunos quieran verla con ¨¢nimo de revanchismo e incluso que se quiera convencer que el sistema democr¨¢tico y un gobierno concreto, sea el nacional o el auton¨®mico andaluz, pretende dividir Espa?a, atribuyendo y responsabilizando al grupo socialista esta conducta. Unas veces utilizando todo tipo de argumentos para frenar el conocimiento de la historia y, por tanto, hacer saber a una ciudadan¨ªa -que no vivi¨® la guerra- que, durante m¨¢s de cuarenta a?os, existi¨® un gobierno en Espa?a que tuvo su legitimidad en la ilegitimidad; otras pretendiendo llevarnos al convencimiento de que la estructura auton¨®mica del Estado rompe Espa?a y enfrenta a las comunidades aut¨®nomas. Ah¨ª est¨¢n las recientes declaraciones del secretario general del PP-A imputando al presidente Chaves este enfrentamiento por decir que el Guadalquivir es andaluz, cuando el art¨ªculo 50 de la proposici¨®n de Reforma del Estatuto deja a salvo la planificaci¨®n general del ciclo hidrol¨®gico y el inter¨¦s general, o el posicionamiento de este mismo grupo neg¨¢ndose a la tramitaci¨®n parlamentaria del Estatuto de Autonom¨ªa.
Son planteamientos de los que hay que salir por razones de salud democr¨¢tica. Ni hay nada perverso en el hecho de que los familiares quieran saber de sus muertos; ni hay revanchismo por el hecho de dar a conocer la historia en toda su extensi¨®n ni se rompe Espa?a por el hecho de ampliar las competencias auton¨®micas en el marco constitucional, tal como se est¨¢ haciendo, se garantiza por el Parlamento espa?ol y se declara en el proyecto de Reforma del Estatuto andaluz. En fin que ya va siendo hora que conozcamos toda nuestra Historia, para que algunos dejen de ubicarse en la actualidad como si estuvieran en el pasado y tambi¨¦n dejen de templar miedos que frenen a una sociedad que desea avanzar socialmente, sin dejarse someter a dogmas de fe anclados en una Espa?a anacr¨®nica.
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