La traici¨®n del dopaje
La detenci¨®n de Manolo Saiz, director del equipo ciclista Liberty Seguros, y otras cuatro personas, entre las que figuran dos m¨¦dicos, es la consecuencia de la presi¨®n del Gobierno contra las redes de distribuci¨®n de sustancias prohibidas en el deporte y otras pr¨¢cticas relacionadas. En el horizonte se observa el proyecto de ley de lucha contra el dopaje, en tr¨¢mite parlamentario. La presunci¨®n de inocencia no evita la impresi¨®n que producen los elementos m¨¢s visibles de la investigaci¨®n: decenas de bolsas de sangre, en principio destinadas al fraude de las autotransfusiones a deportistas, y toda la parafernalia de productos y de maquinaria que se asocia con el dopaje.
Aunque a los detenidos se les investiga por un delito contra la salud, las medidas penales establecidas en la ley antidopaje est¨¢n destinadas a terminar con un territorio de impunidad habitado por la peor grey de m¨¦dicos, entrenadores y directores. Estos druidas contempor¨¢neos han desarrollado sus detestables pr¨¢cticas sin apenas amenazas. De paso, han instaurado una cultura perversa del ¨¦xito, que pasa por la traici¨®n a las reglas b¨¢sicas del deporte, hasta el punto de invertir los papeles. Aquellos que no utilizaban sus servicios estaban condenados al fracaso, de manera que algunas disciplinas, especialmente el ciclismo, han aceptado competir en el fango de las drogas y la trampa. As¨ª, personajes que muchas veces han recibido la consideraci¨®n de adelantados de la ciencia encontraron la colaboraci¨®n de los deportistas y se aprovecharon de una complacencia que ha llegado demasiado lejos.
Hay datos para pensar que Espa?a se ha convertido en un para¨ªso para el tr¨¢fico de sustancias dopantes y para la actuaci¨®n de estos nuevos gur¨²s. Se ha tardado m¨¢s de la cuenta en reaccionar a un problema con consecuencias que desbordan el ¨¢mbito competitivo. El deporte comienza a ser un escenario de adicciones y frustraci¨®n. Tambi¨¦n este deporte deshumanizado, donde no hay descanso y las exigencias cada vez son mayores, ha invitado a la proliferaci¨®n de redes mafiosas y a la creaci¨®n de una impresionante maquinaria econ¨®mica, basada en la ilegalidad. Italia y Francia dictaron hace a?os leyes penales contra esta lacra. Espa?a se desentendi¨® y se gan¨® mala fama por su tolerancia. Las pr¨®ximas medidas legales permiten pensar que los impunes comienzan a sentirse amenazados por el peso de la ley.
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