El Gobierno de Timor-Leste desactiva la crisis militar
El Nobel de la Paz Ramos-Horta ser¨¢ el encargado de reformar un Ej¨¦rcito dividido
Jos¨¦ Ramos-Horta, la cara internacional de Timor-Leste, emerger¨¢ hoy como superministro (Exteriores y Defensa) de la crisis que vive este diminuto pa¨ªs asi¨¢tico de 857.000 habitantes. El presidente, Xanana Gusm?o, y el primer ministro, Mari Alkatiri, acordaron ayer, durante un Consejo de Estado que dur¨® 10 horas y debe terminar hoy, encargar al premio Nobel de la Paz de 1996 la renovaci¨®n del Ej¨¦rcito timorense, roto como la polic¨ªa en dos mitades ¨¦tnicas.
Est¨¢ previsto que el ascenso de Ramos-Horta sea anunciado hoy, antes de la reuni¨®n del Consejo de Defensa y Seguridad. A la espera de conocer la reacci¨®n del pueblo timorense, la crisis se debe completar con el nombramiento de Antonino Bianco como nuevo ministro del Interior, cargo en el que sustituir¨¢ a Rogerio Lobato, y la adopci¨®n de varias medidas inmediatas que pueden oscilar, seg¨²n vengan las cosas, entre el llamamiento al desarme total de militares, polic¨ªas y civiles, y la imposici¨®n, hoy mismo, del toque de queda.
Con esa imaginativa mezcla de fantas¨ªa exterior y pragmatismo interno, los dirigentes de Timor y sus numerosos asesores internacionales esperan cerrar el desgobierno m¨¢s grave de sus cuatro a?os de vida dibujando la cuadratura del c¨ªrculo: salvan la cara al impopular Alkatiri cesando a dos de sus ministros de m¨¢s peso, y dan m¨¢s poder, pero no todo, al popular¨ªsimo Nobel para formar un nuevo Ej¨¦rcito profesional que en los pr¨®ximos dos a?os se curtir¨¢ en misiones exteriores de paz.
Comparado con el infierno del domingo y las semanas previas, Dili, capital del pa¨ªs, parec¨ªa ayer un balneario. Hasta que cay¨® la noche no hubo disturbios ni tiroteos. Como los fuegos brillan m¨¢s de noche, al oscurecer ardi¨® un edificio abandonado por las Fuerzas Armadas que hab¨ªa sido saqueado por la ma?ana, de forma muy ordenada, ante la complacencia de los soldados australianos que patrullaban sonrientes en sus todoterreno.
Tanques y helic¨®pteros no comparecieron ayer. El Gobierno, o lo que quedara de ¨¦l, reparti¨® arroz a discreci¨®n entre la cada vez m¨¢s hambrienta poblaci¨®n, y los que se despistaron asaltaron despu¨¦s (tambi¨¦n con mucho orden) el almac¨¦n Bebonok.
Unos y otros circulaban inestables, pero felices, con los sacos de arroz a cuestas por unas calles que ayer por fin parec¨ªan bonitas.
La calma relativa, desmentida por el tenso regreso desde las monta?as vecinas de un gran grupo desarmado de polic¨ªas desertores, fue el reflejo del fin de las hostilidades entre el presidente Xanana Gusm?o y el primer ministro, Mari Alkatiri, que el domingo por la noche se fumaron la pipa de la paz y ayer echaron el d¨ªa reunidos con el Consejo de Estado en el Palacio de las Cenizas bajo la atenta presi¨®n de dos centenares de ciudadanos que ped¨ªan con gritos ("viva Xanana, muerte a Alkatiri") y pancartas ("Fin a la pol¨ªtica sucia") por el cese o la defunci¨®n del primer ministro.
"Si Xanana no le echa tendr¨¢ problemas, espero que lo mande de vuelta a Mozambique", dec¨ªa Salvador, un hombre de 48 a?os a la entrada del palacio, un modesto chal¨¦ adosado con techo de paja oscura.
A su lado, el se?or Moniz, de 64 a?os, jubilado, tuerto y pensionista del Estado portugu¨¦s como tantos timorenses, parec¨ªa bastante m¨¢s razonable: "Estamos pagando ahora las prisas de la independencia. Alkatiri fue puesto en el poder por su partido para acelerar el proceso y el pueblo piensa que no tiene legitimidad. Como adem¨¢s ha mandado matar a gente inocente en las manifestaciones y no gobierna, lo l¨®gico es que lo cesen y lo juzgue un tribunal internacional".
Fuentes cercanas al Gobierno afirman que Estados Unidos y Jap¨®n sustituir¨¢n a Australia y Portugal en la tarea de profesionalizar a este curioso ej¨¦rcito de guerrilleros cuya historia contar¨¢ que desapareci¨® antes del primer combate serio para renacer comandado por un Nobel de la Paz.
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