Ir¨¢n: la ¨²ltima salida para la diplomacia
La crisis de Ir¨¢n est¨¢ avanzando a pasos agigantados en una direcci¨®n alarmante. No puede haber ya ninguna duda de que el deseo de Ir¨¢n es obtener armas nucleares. Ahora bien, el meollo del problema es la aspiraci¨®n del r¨¦gimen iran¨ª a establecer su hegemon¨ªa como potencia regional e isl¨¢mica y, de esa forma, situarse a la misma altura que las naciones m¨¢s poderosas del mundo. Precisamente esta ambici¨®n es la que distingue a Ir¨¢n de Corea del Norte: mientras que este pa¨ªs quiere tener capacidad nuclear para poder consolidar su aislamiento, Ir¨¢n trata de alcanzar el dominio regional y m¨¢s.
Ir¨¢n cuenta con que haya cambios revolucionarios en la estructura de poder de Oriente Pr¨®ximo y que ¨¦stos le ayuden a alcanzar su objetivo estrat¨¦gico. Para ello utiliza el conflicto israelo-palestino, pero tambi¨¦n recurre a L¨ªbano, Siria, su propia influencia en la regi¨®n del Golfo y, sobre todo, Irak. Sus aspiraciones hegem¨®nicas, su forma de poner en tela de juicio la situaci¨®n regional y su ambici¨®n de poseer un programa nuclear constituyen una combinaci¨®n muy peligrosa.
Si Ir¨¢n adquiriese una bomba nuclear -o incluso la capacidad de fabricarla-, Israel lo interpretar¨ªa como una amenaza fundamental contra su existencia, lo cual obligar¨ªa a Occidente, y en especial a Europa, a tomar partido. Europa no s¨®lo tiene obligaciones morales hist¨®ricas con Israel, sino que sus intereses en materia de seguridad la unen a una zona tan vital, desde el punto de vista estrat¨¦gico, como es el Mediterr¨¢neo oriental. Adem¨¢s, un Ir¨¢n nuclear tambi¨¦n estar¨ªa considerado como una amenaza por parte de sus dem¨¢s vecinos, una situaci¨®n que seguramente desembocar¨ªa en una carrera regional de armamento y alimentar¨ªa a¨²n m¨¢s la volatilidad de la zona. En pocas palabras, un Ir¨¢n nuclear pondr¨ªa en peligro la seguridad fundamental de Europa. Pensar que los europeos pueden mantenerse al margen de este conflicto es una fantas¨ªa peligrosa.
Es mucho lo que est¨¢ en juego en esta crisis; por esa raz¨®n Alemania, el Reino Unido y Francia emprendieron negociaciones con Ir¨¢n hace dos a?os, para convencer a los iran¨ªes de que abandonaran sus esfuerzos destinados a cerrar el ciclo del combustible nuclear. La iniciativa fracas¨® por dos motivos. Primero, la oferta europea de poner al alcance la tecnolog¨ªa y el comercio, incluido el uso pac¨ªfico de la tecnolog¨ªa nuclear, era desproporcionada frente al miedo de Ir¨¢n a un cambio de r¨¦gimen y sus aspiraciones hegem¨®nicas en la regi¨®n, con la correspondiente b¨²squeda de prestigio mundial. Segundo, la desastrosa guerra encabezada por Estados Unidos en Irak ha llevado a los dirigentes iran¨ªes a pensar que la mayor potencia occidental est¨¢ tan debilitada que ahora depende de la buena voluntad de Ir¨¢n, y que los altos precios del petr¨®leo han hecho que Occidente tenga mucha m¨¢s resistencia a un enfrentamiento serio.
El an¨¢lisis del r¨¦gimen iran¨ª puede constituir un error de c¨¢lculo peligroso, porque tiene probabilidades de acabar provocando, en breve plazo, un conflicto "explosivo" en el que Ir¨¢n no tendr¨ªa ninguna manera de vencer. Al fin y al cabo, la pregunta clave de este conflicto es: ?qui¨¦n domina Oriente Pr¨®ximo, Ir¨¢n o Estados Unidos? Los l¨ªderes iran¨ªes no han calculado bien lo incendiaria que es esta pregunta, y la forma de responderla, con respecto a Estados Unidos como potencia mundial y, por tanto, a su propio futuro.
Tampoco el debate sobre la opci¨®n militar -la destrucci¨®n del programa nuclear iran¨ª a base de incursiones a¨¦reas de Estados Unidos- ayuda a resolver el problema. M¨¢s bien, suena a profec¨ªa autocumplida. No existen garant¨ªas de que los intentos de destruir el potencial nuclear de Ir¨¢n -y, por tanto, su capacidad de dar el salto adelante en materia nuclear- vayan a triunfar. Es m¨¢s, como v¨ªctima de una agresi¨®n extranjera, Ir¨¢n ver¨ªa plenamente legitimadas sus ambiciones nucleares. Y adem¨¢s, un ataque militar a Ir¨¢n ser¨ªa el comienzo de una escalada militar y terrorista de ¨¢mbito regional y tal vez mundial; una aut¨¦ntica pesadilla para todos.
?Qu¨¦ debemos hacer, pues? Todav¨ªa hay una buena oportunidad de alcanzar una soluci¨®n diplom¨¢tica si Estados Unidos, en cooperaci¨®n con los europeos y, por consiguiente, con el apoyo del Consejo de Seguridad y los pa¨ªses no alineados del Grupo de los 77, ofrece a Ir¨¢n un "gran acuerdo". A cambio de la suspensi¨®n del enriquecimiento de uranio a largo plazo, Ir¨¢n y otros Estados obtendr¨ªan acceso a investigaci¨®n y tecnolog¨ªa dentro de un marco definido por la comunidad internacional y bajo la total supervisi¨®n del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica. A continuaci¨®n, llegar¨ªa la plena normalizaci¨®n de las relaciones pol¨ªticas y econ¨®micas, que incluir¨ªa unas garant¨ªas de seguridad vinculantes, con arreglo a un plan de seguridad regional.
Hay que dejar muy claro a los dirigentes iran¨ªes lo caro que ser¨ªa rechazar esa oferta: si no se llega a ning¨²n acuerdo, Occidente har¨¢ todo lo posible para aislar a Ir¨¢n econ¨®mica, financiera, tecnol¨®gica y diplom¨¢ticamente, con el apoyo total de la comunidad internacional. Las alternativas iran¨ªes no pueden ser m¨¢s que reconocimiento y seguridad, o aislamiento total.La presentaci¨®n de estas alternativas a Ir¨¢n requiere previamente que Occidente no tenga miedo de subir los precios del petr¨®leo y el gas. De hecho, las otras dos opciones -la transformaci¨®n de Ir¨¢n en potencia nuclear y el uso de la fuerza militar para impedirlo-, adem¨¢s de todas sus horribles consecuencias, tambi¨¦n provocar¨ªan una subida de los precios. Todo est¨¢ a favor de que se emplee la carta econ¨®mico-financiera y tecnol¨®gica.
El hecho de ser consciente de las posibles y espantosas consecuencias que tendr¨ªa un enfrentamiento militar y las consecuencias igualmente espantosas que tendr¨ªa la bomba at¨®mica en manos de Ir¨¢n debe hacer que Estados Unidos abandone su pol¨ªtica de rechazo a las negociaciones directas y fe en un cambio de r¨¦gimen. No basta con que act¨²en los europeos mientras los estadounidenses siguen observando las iniciativas diplom¨¢ticas y s¨®lo participan entre bastidores, pero dejan que, en definitiva, los europeos hagan lo que quieran. El Gobierno de Bush debe encabezar la iniciativa occidental en unas negociaciones coordinadas y directas con Ir¨¢n, y, en el caso de que dichas negociaciones prosperen, debe estar tambi¨¦n dispuesto a aprobar unas garant¨ªas adecuadas. En esta confrontaci¨®n, los factores decisivos van a ser la credibilidad y la legitimidad internacional y, para asegurarlas, ser¨¢ necesario que Estados Unidos mantenga una actitud de l¨ªder con calma y visi¨®n de futuro.
La oferta de un "gran acuerdo" unir¨ªa a la comunidad internacional y dar¨ªa a Ir¨¢n una alternativa convincente. Si Ir¨¢n aceptase la oferta, la suspensi¨®n de las investigaciones nucleares en Natanz durante el desarrollo de las negociaciones ser¨ªa la prueba de fuego de su sinceridad. Si rechazara la oferta o no cumpliera con sus condiciones, se aislar¨ªa por completo de los dem¨¢s pa¨ªses y proporcionar¨ªa nueva legitimidad a otros tipos de medidas. Ni Rusia ni China podr¨ªan dejar de mostrar su solidaridad en el Consejo de Seguridad. Pero una iniciativa as¨ª s¨®lo puede salir adelante si el Gobierno estadounidense asume el liderazgo entre los pa¨ªses occidentales y se sienta en la mesa de negociaciones con Ir¨¢n. E incluso entonces, la comunidad internacional no dispondr¨ªa de mucho tiempo para actuar. Como tienen que saber todas las partes, se est¨¢ acabando el plazo de las soluciones diplom¨¢ticas.
Joschka Fischer fue ministro de Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005. Es dirigente del Partido Verde. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2006.
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