La confusi¨®n es mala
Patxi L¨®pez, secretario general de los socialistas vascos, anunci¨® el martes su disposici¨®n a iniciar de forma oficial contactos con la ilegalizada Batasuna. Se trata de un llamativo cambio de posici¨®n, ya que hasta ahora los socialistas siempre hab¨ªan condicionado ese paso a la legalizaci¨®n de dicha formaci¨®n, lo que a su vez implicar¨ªa determinadas actitudes que no se han producido: condena de ETA o desvinculaci¨®n expresa de la misma en unos estatutos incluidos en la petici¨®n de inscripci¨®n de un nuevo partido.
La direcci¨®n del PSOE, por boca de Jos¨¦ Blanco, aval¨® la iniciativa de L¨®pez, pero rebajando su alcance al de un contacto para decir a Batasuna que "si quiere participar en la vida pol¨ªtica tiene que cumplir la ley" (de partidos). Sin embargo, portavoces de Batasuna, as¨ª como un sector del nacionalismo vasco (a trav¨¦s de Joseba Egibar) interpretaron las palabras de L¨®pez como un reconocimiento formal de Batasuna como interlocutor desde ahora mismo, y como un paso necesario para poner en marcha la mesa de partidos: de negociaci¨®n sobre el marco pol¨ªtico. Si se trata de eso, es de entrada una desautorizaci¨®n del presidente del PNV, que ha venido sosteniendo -contra resistencias poderosas- la conveniencia de separar el proceso de paz de la negociaci¨®n pol¨ªtica "por razones de higiene democr¨¢tica", en el sentido de evitar que la amenaza de las armas (de su vuelta) condicione los acuerdos pol¨ªticos. Ayer, Zapatero reafirm¨® inicialmente ese criterio al declarar, en su respuesta al portavoz del PNV, que "primero la paz y luego la pol¨ªtica", aunque poco despu¨¦s a?adi¨® que eso no impide "iniciar el di¨¢logo pol¨ªtico".
Con independencia de su alcance, parece evidente que el cambio de postura guarda relaci¨®n con las advertencias lanzadas por portavoces de Batasuna sobre la "situaci¨®n cr¨ªtica del proceso": advertencias cuyo alcance -amenazador o s¨®lo descriptivo- deber¨¢n aclarar hoy ante el juez los portavoces de Batasuna. Tales advertencias forman parte a su vez del pulso por intentar conseguir su legalizaci¨®n de hecho sin someterse a la ley de partidos y, sobre todo, una garant¨ªa de impunidad respecto a procesamientos de miembros de ese mundo ya en fase de juicio oral o a comportamientos recientes investigados por los tribunales.
Las advertencias de ahora son similares a las lanzadas por Batasuna cuando fue ilegalizada. Sin embargo, la gran respuesta popular que auguraron brill¨® por su ausencia. Y a estas alturas, Batasuna carece de estrategia alternativa a la actual, que pasa por la retirada de ETA. Los jueces no pueden dejar de tener en cuenta la situaci¨®n creada por el alto el fuego a la hora de aplicar la ley (de partidos), pero no hasta el punto de darla por inexistente. Esa ley no s¨®lo est¨¢ vigente, sino que sin ella dif¨ªcilmente habr¨ªa habido alto el fuego. Y esa ilegalizaci¨®n fue una medida justa: no puede haber democracia si un partido forma parte de una estructura dirigida por una banda armada que asesina a los candidatos de los dem¨¢s partidos. Olvidarlo ser¨ªa malo para la buena marcha del proceso.
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