La encrucijada de Per¨²
La sociedad peruana, conformada por ciudadanos y campesinos de muy diverso rango econ¨®mico y extracci¨®n cultural, refleja en las caracter¨ªsticas formales de sus ciudades, asentamientos y aldeas, la traum¨¢tica continuidad de una trayectoria hist¨®rica que ha venido ignorando la dif¨ªcil y compleja contextura de su composici¨®n; un espectro que abarca desde formas de vida perfectamente asimilables a las modernas condiciones del desarrollo global, hasta manifestaciones de algunas de las formas de miseria m¨¢s agudas que se dan actualmente en el planeta. Sobre esta realidad, como sobre la encrucijada electoral que enfrentan en estos d¨ªas los peruanos, han corrido r¨ªos de tinta y se han producido reproches, advertencias y profec¨ªas de toda ¨ªndole. Lo cierto es que, contra cualquier forma de sensatez que podr¨ªa haber surgido del hecho de ser Per¨² un pa¨ªs riqu¨ªsimo en recursos naturales, de haber nacido de procesos culturales que figuran entre los m¨¢s avanzados de la historia, y de contar con una trayectoria c¨ªvica a trav¨¦s de la cual hace casi medio milenio se viene produciendo un mestizaje irreversible y fecundo, sus electores parecen empecinarse en mantenerlo en una situaci¨®n arriesgada y cr¨ªtica.
Hace d¨¦cadas que en Per¨² la autoridad pol¨ªtica pr¨¢cticamente no construye hospitales, bibliotecas, obras recreativas o escuelas
La vivienda, el tema central de la arquitectura contempor¨¢nea, ha sido invocada como un instrumento para atraer clientela pol¨ªtica
La fisonom¨ªa urbana de la ciudad de Lima, como la de las otras ciudades importantes del pa¨ªs -Arequipa, Huancayo, Chiclayo, Cuzco o Piura-, constituye un elocuente reflejo de esas circunstancias. El desborde megalopolitano de Lima, una ciudad que en medio siglo ha decuplicado su poblaci¨®n sin haber sido equipada con las condiciones de salubridad, seguridad, comodidad y armon¨ªa m¨ªnimamente exigibles en plena modernidad contempor¨¢nea, es en la actualidad una urbe expandida centr¨ªfugamente alrededor de un centro hist¨®rico, cuya degradaci¨®n arquitect¨®nica y urbana registra la traum¨¢tica manera en que Per¨² ha absorbido su contemporaneidad. Luce una fisonom¨ªa nacida de la improvisaci¨®n, y de la incompetencia e irresponsabilidad de su dirigencia pol¨ªtica para encarar los procesos sociales que han conducido a su ca¨®tica situaci¨®n urbana. Concomitantemente, esta mayoritaria condici¨®n (m¨¢s del 70% del ¨¢rea construida de Lima est¨¢ constituida por edificaciones nacidas de suburbios precarios) convive con enclaves burgueses que emulan arquitect¨®nicamente modelos arquitect¨®nicos norteamericanos de tipo comercial y especulativo. Por otra parte, la arquitectura que aspira a rangos de calidad m¨¢s exigentes depende fundamentalmente de una clientela mayormente residencial -en los ¨²ltimos a?os expresada sobre todo en la construcci¨®n de peque?as casas de playa- y de una actividad comercial que muy restringidamente permite la especulaci¨®n arquitect¨®nica. Existe una m¨ªnima presencia del Estado -del Gobierno central y de los municipios- en el suministro de espacios o edificios p¨²blicos: hace d¨¦cadas que en Per¨² la autoridad pol¨ªtica no propicia la arquitectura de servicios, vale decir, pr¨¢cticamente no se hacen hospitales, bibliotecas, obras recreativas o escuelas, salvo espor¨¢dicamente construcciones por lo general de pobre calidad, muchas veces producto del favoritismo pol¨ªtico.
La vivienda, el tema central de la arquitectura contempor¨¢nea, ha sido invocada el ¨²ltimo medio siglo -y lo ha seguido siendo en este ¨²ltimo Gobierno- como un instrumento para atraer clientela pol¨ªtica m¨¢s que como un medio para proveer a la ciudadan¨ªa con un servicio b¨¢sico que brinde una mejor calidad de vida, ll¨¢mese arquitect¨®nica o urbana. En su actual versi¨®n, aparentemente m¨¢s exitosa por el considerable volumen de la obra residencial construida los ¨²ltimos tres a?os, y por provenir de programas que contemplan un manejo financiero m¨¢s abierto y estable, el incremento de la oferta viene aparejado a un sentido de la econom¨ªa que ha abdicado de la calidad arquitect¨®nica y de su incidencia urbana, como consecuencia de haber confundido las condiciones de la econom¨ªa en la edificaci¨®n, con las de una baratura superficial y precaria, lo que ha llevado a construir edificios multifamiliares de un rango arquitect¨®nico y urbano muy basto.
La coyuntura electoral que vive
Per¨² en estos d¨ªas refleja esta apretada descripci¨®n. En lo fundamental, especialmente las posturas de los tres principales candidatos en juego, han ignorado el hecho de que una silenciosa mayor¨ªa, la poblaci¨®n rural que sobrevive completamente al margen de la institucionalidad estatal y pol¨ªtica (aproximadamente el 50% de la poblaci¨®n de Per¨²), ha estado ausente de la campa?a. Se?alada en el informe producido hace tres a?os por una comisi¨®n nombrada por el presidente Toledo para recapitular y llevar al pa¨ªs a explicarse el traum¨¢tico trance del terrorismo que aquej¨® Per¨² durante buena parte de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, este desgarrador diagn¨®stico tendr¨ªa que haber motivado que este proceso electoral centrara sus propuestas en torno a la urgencia de superar la oprobiosa subsistencia de condiciones de h¨¢bitat miserables e indignas, particularmente en el mundo rural.
Esta indiferencia aparece refle-
jada en la supervivencia de formas habitacionales y estructuras urbanas precarias en las principales ciudades peruanas. En un d¨ªa a d¨ªa que para la mayor¨ªa significa carecer de transporte p¨²blico, suministro de agua y saneamiento, equipamiento y servicios sociales b¨¢sicos. Aun as¨ª estas condiciones siguen siendo mejores que la situaci¨®n de indigencia en la que vive la poblaci¨®n rural y campesina que integran esos peruanos ignorados por la clase pol¨ªtica y por la enorme mayor¨ªa de la dirigencia empresarial e intelectual de Per¨².
Un diagn¨®stico integral de esta situaci¨®n se hace a¨²n m¨¢s complejo ante la evidencia de que parad¨®jicamente, cuando Per¨² ha logrado en los ¨²ltimos a?os una estabilidad econ¨®mica y una alentadora productividad, no sean ¨¦stos los factores que los protagonistas de estas elecciones hayan sopesado con ecuanimidad, sobre todo en cuanto podr¨ªan llevar a la antesala de una superaci¨®n que se haga extensiva a los m¨¢s necesitados. Es tambi¨¦n apremiante que estas circunstancias lleven a implementar formas arquitect¨®nicas y estrategias urbanas que busquen superar una postergaci¨®n que no s¨®lo ata?e a la clase pol¨ªtica. Las condiciones cr¨ªticas sean del entorno urbano, de los espacios p¨²blicos o de la habitabilidad son, al fin y al cabo, su expresi¨®n m¨¢s cabal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.