Un cad¨¢ver
Hace un a?o, Francia dijo no a la Constituci¨®n Europea y sumi¨® a la UE en una mezcla de estancamiento y crisis que muestra pocos signos de mejorar. La Constituci¨®n est¨¢ muerta. No resucitar¨¢. Su autor, el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing, va de capital en capital insistiendo en que su criatura nacida muerta alcanzar¨¢ la edad adulta, pero semejante necrofilia pol¨ªtica carece de gusto, raz¨®n o l¨®gica.
Por el contrario, necesitamos una nueva visi¨®n de Europa. Deber¨ªa ser una nueva Europa material de puestos de trabajo, crecimiento, inversi¨®n, justicia social, apoyo a las familias, lucha contra la delincuencia y que preste m¨¢s atenci¨®n al medio ambiente. Primero hay que satisfacer las necesidades materiales de los ciudadanos y luego hablar de pol¨ªtica. En la pasada d¨¦cada, Europa cambi¨® sus prioridades. Se centr¨® en los tratados -Maastricht, Amsterdam, Niza y el proyecto de Giscard-, en lugar de en el empleo, la renovaci¨®n de las finanzas p¨²blicas y la reforma de los sistemas econ¨®micos para crear empleo y aumentar el crecimiento, de modo que proporcione ingresos fiscales que fortalezcan la inversi¨®n en justicia social.
Lo primero que hay que hacer para resucitar a Europa es dar por muerta la Constituci¨®n
Nunca se cansar¨¢ uno de repetirlo. Ya tenemos una constituci¨®n para Europa: en la forma de todos los tratados de la CEE, despu¨¦s de la CE y ahora de la UE que los pa¨ªses miembros han ido firmando desde 1950. ?stas son las leyes y las obligaciones que permiten a la UE funcionar. Hay que votarlas en su totalidad. No sirve de nada alegar que se puede tomar el pre¨¢mbulo, o la parte primera, o la parte segunda de un tratado y votar simplemente eso. Cada palabra y cada coma de los tratados constitucionales de Europa, ya sean los que est¨¢n actualmente en vigor, o el tratado de Giscard o cualquier tratado futuro, son compromisos solemnes que alteran la vida de los ciudadanos. Hay que ratificar todo el texto, o rechazarlo todo.
?C¨®mo avanzamos, entonces? El primer paso es decir que la Constituci¨®n est¨¢ muerta. Despu¨¦s podremos decidir qu¨¦ nuevas disposiciones institucionales hacen falta para hacer que funcione la Europa de los Veinticinco, pronto de los Veintisiete o incluso de los Treinta. El Partido Conservador brit¨¢nico apoya la ampliaci¨®n de la UE, de modo que incluya Turqu¨ªa y los pa¨ªses de los Balcanes. Eso no puede ocurrir seg¨²n las normas vigentes. La fecha de caducidad de la hostilidad xen¨®foba de los conservadores a Europa est¨¢ ya muy pasada. William Hague puede hacer chistes eur¨®fobos del tipo "si alguien se siente hist¨®ricamente en casa en los pa¨ªses de los dem¨¢s, son los alemanes", pero con ello degrada el cargo de portavoz de la oposici¨®n para Asuntos Exteriores.
Mientras tanto, Europa est¨¢ sin l¨ªder y sin tim¨®n. Est¨¢ claro que la presidencia rotatoria de seis meses est¨¢ caducada. S¨®lo los obsesos de Europa saben que Austria preside ahora mismo la UE y que despu¨¦s de julio la presidir¨¢ Finlandia y luego Alemania.
Necesitamos una presidencia permanente del Consejo Europeo. El presidente de Europa tiene que representar a los gobiernos electos de Europa. El presidente de la Comisi¨®n es el siervo, no el se?or de Europa. El presidente del Parlamento Europeo es un cargo importante, pero tambi¨¦n lo es el de presidente de la Asamblea Nacional de Par¨ªs, del Bundestag de Berl¨ªn o de la C¨¢mara de los Comunes de Londres. Deber¨ªa de ser posible establecer una enmienda muy peque?a a los actuales tratados que permita crear el cargo de presidente del Consejo Europeo, un tratado intergubernamental de una l¨ªnea que los parlamentos puedan ratificar. Esto deber¨ªa estar en vigor en 2008 o 2009 a lo m¨¢s tardar. Otra peque?a revisi¨®n de los tratados podr¨ªa dar m¨¢s poder a los parlamentos nacionales, como preve¨ªa la Constituci¨®n de Giscard, aunque podr¨ªa ir m¨¢s all¨¢, de modo que los 25 legislativos europeos se sientan copropietarios del proyecto.
Por tanto, Europa tiene que ponerse de nuevo en marcha: primero econ¨®micamente y despu¨¦s pol¨ªticamente. La Europa del siglo XXI debe construirse ladrillo a ladrillo, org¨¢nicamente, y no ser impuesta como un enorme conjunto arquitect¨®nico que se espera que los ciudadanos admiren porque les es entregado como un proyecto realizado en Bruselas por presidentes jubilados y ¨¦lites a las que les resulta dif¨ªcil aceptar la voz del pueblo.
Ante todo, Europa debe encontrar el impulso econ¨®mico que tanta confianza y prop¨®sito dio al proyecto europeo en el primer periodo de su construcci¨®n, pero que desde entonces se ha paralizado. Tambi¨¦n podr¨ªa defenderse una vuelta al concepto original de Schuman, una Alta Autoridad que re¨²na a los Estados dispuestos a compartir soberan¨ªa -un ejemplo podr¨ªa ser el de la energ¨ªa- y avanzar juntos. Una casa dentro de una casa, por as¨ª decirlo. El deseo de que todas las pol¨ªticas e instituciones de la UE "se deleguen" -por y a trav¨¦s de la Comisi¨®n como cuerpo exclusivo de la pol¨ªtica ejecutiva- debe reconsiderarse. Europa tiene un organismo de derechos humanos perfectamente v¨¢lido -el Consejo de Europa- y no necesita un nuevo Organismo de los Derechos Fundamentales. Una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n o una pol¨ªtica com¨²n contra el tr¨¢fico de personas o sobre inmigraci¨®n podr¨ªan alcanzarse mejor creando un nuevo organismo, como la Comunidad del Hierro, el Acero y el Carb¨®n, con su propia Alta Autoridad. Europa necesita muchas mansiones, no una ?bercommission que sea fuente de autoridad ¨²nica.
Europa necesita acuerdos institucionales y constitucionales. Pero como la Constituci¨®n estadounidense, deber¨ªan alcanzarse enmendando y mejorando lo que ya hay, no reescribi¨¦ndolo todo desde cero. La UE deber¨ªa ver su libro de reglas como un texto que hay que reformar para que abarque nuevas necesidades, no como una constituci¨®n finalizada e inalterable. Sin embargo, lo primero que hay que hacer es dar por muerta la Constituci¨®n de Giscard. Si los l¨ªderes europeos siguen fingiendo que la Constituci¨®n firmada en la ceremonia oper¨ªstica dirigida por Berlusconi en Roma sigue viva, desaparecer¨¢n todas las esperanzas de forjar los nuevos acuerdos que Europa necesita urgentemente.
La resurrecci¨®n se produce despu¨¦s de la muerte, no antes.
Denis MacShane es diputado laborista brit¨¢nico y ex ministro para Europa del Gobierno de Blair. Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.