Tiempo
Propongo que se cambie nuestra rutina. Propongo que a cada opinador que vocifera desde las ondas, desde los papeles o desde el cibern¨¦tico mundo se le d¨¦ una semana o dos para pensarse las cosas. Es cierto que la rutina concede una seguridad bals¨¢mica pero tambi¨¦n lo es que los neur¨®logos afirman que el ser humano debe introducir ligeros cambios en su quehacer diario para no convertirse en un borrego. Propongo que a ese opinador se le d¨¦ tiempo. Si al ansioso se le recetan ansiol¨ªticos y al insomne somn¨ªferos, el m¨¦dico espiritual que necesitar¨ªamos los espa?oles deber¨ªa prescribir recetas con tiempo. Igual que el ni?o es enviado a su cuarto a reflexionar sobre una mala acci¨®n, al opinador se le manda a casa con su botecito de tiempo: cuanto m¨¢s col¨¦rico el opinador, m¨¢s tiempo se le receta. La idea, tan simple como brillante, se la robo a Fernando Tr¨ªas de Bes, que en su libro El vendedor de tiempo imagina un empresario que quiere comerciar con ese bien intangible que se nos arrebata a cada minuto: tiempo. Tiempo para mirar, para pensar, tiempo para perderlo. Curiosa esta loca din¨¢mica vital que nos domina hasta el punto de que, cuando dedicamos un d¨ªa a la contemplaci¨®n, tenemos la secreta mala conciencia de haberlo perdido. El tiempo lo asociamos a la productividad, a la acci¨®n, a estar presentes y visibles en los lugares clave. Sin embargo, es el tiempo "perdido" el que m¨¢s nos educa, igual que es el tiempo que el ni?o destina a so?ar cuando su cerebro asimila todo lo aprendido. Propongo que a los opinadores se les suministre dosis de tiempo y soledad. Al principio, parecer¨¢ un castigo eso de levantarse por la ma?ana, poner la radio y tener que reservarse para uno el cabreo diario, la opini¨®n. Los primeros d¨ªas, v¨ªctimas del s¨ªndrome de abstinencia, los opinadores hablar¨¢n solos, pero qui¨¦n sabe si, superado el mono, el opinador decide emplear ese tiempo en informarse un poco m¨¢s y construirse una opini¨®n m¨¢s s¨®lida. Esto viene a cuento de que siempre me pregunto de d¨®nde saca tiempo para informarse toda esa gente que parece estar tan bien informada, teniendo en cuenta el tiempo que destinan a diario, con una seguridad que espanta, a dar su opini¨®n.
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