El Capit¨¢n Trueno
En 1978, hace casi 30 a?os, escuch¨¦ por primera vez una canci¨®n que se llamaba Capit¨¢n Trueno. Aquella reliquia hablaba, naturalmente, de ese famoso h¨¦roe de c¨®mic al que yo no conoc¨ªa, porque el disco en que ven¨ªa grabada lleg¨® a mis manos en ultramar, en la ciudad de M¨¦xico, donde los h¨¦roes eran otros y el capit¨¢n que hab¨ªa en el mundillo del c¨®mic se apellidaba Am¨¦rica. En aquellos a?os o¨ªr rock en castellano era una temeridad, un acto exc¨¦ntrico, porque el rock en ingl¨¦s contaba ya con 15 a?os de obras maestras, era un universo vasto y apabullante que nada ten¨ªa que ver con el rock raqu¨ªtico del mundo hispano, de Espa?a y de toda Latinoam¨¦rica, donde nadie daba todav¨ªa pie con bola. En medio de aquel p¨¢ramo musical, que a m¨ª me pill¨®, como dije, en M¨¦xico, lleg¨® la canci¨®n del Capit¨¢n Trueno que tocaba el grupo Asfalto, un cuarteto de m¨²sicos con aires de rock sinf¨®nico y letras posfranquistas, que contaban historias oscilantes entre la imaginer¨ªa hippy ("r¨ªos de leche, cataratas de licor, bosques de fresa") y el resentimiento de la posposguerra ("formados frente a una cruz y a ciertos retratos, entre bostezo y bostezo, gloriosos signos pesados"). Como es comprensible, estas letras eran raras al otro lado del mar, pero la m¨²sica era toda una novedad, por sus aires progresivos y sobre todo por la calidad del sonido, que era (y perd¨®n por la aspereza) bastante saj¨®n. Que el disco lleg¨® a mis manos es un decir, porque la verdad es que lo compr¨¦, era el ¨²nico ejemplar que hab¨ªa en las estanter¨ªas de un siniestro negocio que vend¨ªa discos importados. De hecho creo que era el ¨²nico disco de Asfalto que hab¨ªa en todo el continente americano. Por alguna raz¨®n, que no es otra m¨¢s que ese milagro que ocurre con ciertas canciones, que nos gustan a pesar de que la letra se entienda poco o nada, aquel disco de Asfalto se propag¨® en decenas de cintas que yo iba grabando a quien me lo ped¨ªa, y en esa masacre reproductiva qued¨® claro que el hit era la canci¨®n del Capit¨¢n Trueno, esa obra fresca y redonda que habla de las haza?as del h¨¦roe catal¨¢n, con unos versos en los que era muy evidente que se estaba hablando de un h¨¦roe de cuento. Este es un fragmento de la canci¨®n que interpreta Julio Castej¨®n, cantante de Asfalto: "Si el Capit¨¢n Trueno pudiera venir,/ nuestras cadenas saltar¨ªan en mil,/ de ¨¦l aprendimos que el bueno es el mejor,/ aunque al pasar el tiempo comprendimos que no". Y este es el estribillo: "Ven, Capit¨¢n Trueno,/ haz que gane el bueno,/ que el mundo est¨¢ al rev¨¦s". Ahora que he escrito este estribillo, despu¨¦s de cantarlo tanto, veo que puede servir como una de esas frases con las que uno se protege, se desfoga y se recompone; as¨ª como hay quien, en determinadas urgencias, dice "Dios m¨ªo", o "Virgen pura y sacramentada", o "Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, en vos conf¨ªo", otros podr¨ªamos decir: "Capit¨¢n Trueno, haz que gane el bueno".
Al otro lado del mar todo lo que se sab¨ªa del capit¨¢n era por la canci¨®n de Asfalto, est¨¢bamos en los ¨²ltimos a?os de la era a. de G. (antes de Google) y la informaci¨®n escaseaba porque no se trataba de un h¨¦roe internacional. A?os m¨¢s tarde, durante un viaje a Barcelona, todav¨ªa en los oscuros tiempos a. de G., me encontr¨¦ casualmente con un tebeo del Capit¨¢n Trueno que estaba olvidado en el cub¨ªculo del retrete de la casa donde me hospedaba. Era el cap¨ªtulo donde el capit¨¢n, Goliath y Crisp¨ªn llegan al mar de los Sargazos y descubren, flotando en esas aguas tupidas de algas, un cementerio de barcos. Disfrut¨¦ mucho de la experiencia de conocer al personaje de c¨®mic, que para m¨ª, y para los felices poseedores de aquellas cintas que grababa, era el h¨¦roe de una canci¨®n. Hace unos d¨ªas, ya en plena era d. de G., me puse a hurgar en la red sobre la banda Asfalto y descubr¨ª dos datos, uno gracioso y otro escalofriante. El primero es que la banda en sus inicios grababa versiones de los Beatles y las vend¨ªa en casete a bares de carretera. Lo escalofriante es que el foro oficial de Asfalto, ah¨ª donde los fans (un select¨ªsimo grupo) intercambian opiniones e improperios, est¨¢ patrocinado por la parroquia de Santiago de Totana (Murcia); tan ilustre patrocinio ha generado una serie de links transgen¨¦ricos, que van del blog de un pasota de Vallecas a ElVaticano.com. Entre la ¨¦poca a. de G. y d. de. G., observ¨¦ la precauci¨®n de comprar en CD el disco que durante a?os tuve en LP.
Hace unos d¨ªas, casi tres d¨¦cadas despu¨¦s del descubrimiento de aquel h¨¦roe de canci¨®n, me encontr¨¦ en una librer¨ªa con los cap¨ªtulos, encuadernados en varios tomos, de los episodios del Capit¨¢n Trueno, y buscando en ellos di con el cap¨ªtulo del cementerio de barcos ("El mar del misterio. ?La m¨¢s dram¨¢tica aventura vivida por un ser humano!"), aquel que le¨ª en el retrete con el cuerpo deshaci¨¦ndose de sus lastres mientras el coraz¨®n se hallaba en vilo. Compr¨¦ todos los tomos y he comenzado a leerles a mis hijos, por la noche, los episodios. Para completar su educaci¨®n sentimental, les puse ayer el Capit¨¢n Trueno de Asfalto y observ¨¦ lo bien que comprend¨ªan de qu¨¦ va la canci¨®n, y tambi¨¦n entend¨ª que la educaci¨®n sentimental que se estaba completando, la que en realidad est¨¢bamos devolviendo al orden, era la m¨ªa.
[Dos exposiciones coinciden en Barcelona sobre el Capit¨¢n Trueno, una en el Sal¨®n del C¨®mic, que se inaugura hoy en Montju?c, y otra en la Biblioteca Jaume Fuster de la plaza de Lesseps].
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