Patito feo colegial

Hace tiempo que los proscritos de instituto han demostrado tener m¨¢s inter¨¦s cinematogr¨¢fico que los reyes del baile, los ases del deporte y los empollones con pedigr¨ª. Desde que Jeff Kanew inaugurara el ciclo protagonizado por el ala masacrada de la adolescencia con La revancha de los novatos (1984), el cine se ha nutrido de perdedores m¨¢s o menos extra?os, m¨¢s o menos vengativos, m¨¢s o menos receptivos y/o conformistas con su condici¨®n de bicho raro al que la aristocracia colegial puede utilizar como conejillo de indias para sus collejas. El chaval adicto a los c¨®mics protagonista de Promedio rojo es el ¨²ltimo de ellos.

Dirigida por el chileno Nicol¨¢s L¨®pez y coproducida por Santiago Segura (que se reserva una colaboraci¨®n en el reparto), la pel¨ªcula se nutre de algunas de las realidades/t¨®picos de este tipo de productos, con el inevitable onanismo como capit¨¢n del equipo. En este sentido, Promedio rojo poco se diferencia de cintas americanas recientes como Viaje de pirados o American Pie, salvo por el baj¨ªsimo nivel de sus gracias, lo que hace que en alg¨²n momento su historia ande m¨¢s cerca de las pel¨ªculas italianas de Jaimito (protagonizadas en el paso de los setenta a los ochenta por Alvaro Vitali) que de notables peculiaridades como Napole¨®n Dynamite. Eso s¨ª, visualmente la presencia del sexo siempre es m¨¢s virtual que expl¨ªcita. As¨ª, al director parece interesarle mucho m¨¢s el primer plano de una vomitona que el del t¨ªpico desnudo de la mujer repleta de curvas.

Ahora bien, donde realmente se distancia Promedio rojo de sus hermanas freaks es en la escenificaci¨®n de la novatada, en la visualizaci¨®n del fastidio, materia en la que se lleva la palma la cruel secuencia de la paliza en el ba?o, casi de cine social. Una novedad que puede desorientar un tanto, pero que supone lo ¨²nico salvable de un producto en general m¨¢s que olvidable.