"La camiseta roja disimula la sangre"
Los 'hooligans' triplican las ventas en los 'pubs', pero la policia teme m¨¢s a los alemanes
La afici¨®n inglesa parece vivir en el O'Reillys, frente a la estaci¨®n central de Francfort, el pub irland¨¦s m¨¢s grande de la capital del Estado federado de Hesse. "Hemos triplicado las ventas normales. Vivimos un permanente d¨ªa de san Patricio", reconoce Pierre Doyle, el due?o del local, que desde el pasado lunes y hasta el d¨ªa 21 tendr¨¢ reparto diario en sus tres establecimientos. Normalmente, los suministros le llegan una vez a la semana. La verdad es que da cierto miedo entrar y hasta huele mal. Es viernes por la noche y cuelgan banderas con la cruz de San Jorge con nombres de diversos equipos: Aston Villa, Lichfield, Arlesey Town... Han llegado en coche, en camionetas y, la mayor¨ªa, en vuelos ch¨¢rter. Son gordos. Llevan la cabeza rapada y los brazos tatuados. Y beben, beben mucho.
Son gordos. Llevan la cabeza rapada y los brazos tatuados. Y beben, beben mucho
Raquel Mart¨ªnez naci¨® en Santpedor, el pueblo de Guardiola, y es la encargada de la barra principal del local m¨¢s grande, el situado frente a la estaci¨®n central. Lleg¨® hace tres a?os a Francfort dispuesta a aprender el idioma. Maldice la hora, pues no tiene manos para tanta pinta. "Es impresionante: desde el mi¨¦rcoles, cuando empezaron a llegar estos tipos, ya hay colas en la puerta cuando abrimos". Los h¨¢bitos han cambiado mucho en el interior del pub. De entrada, han pasado de 25 a 50 empleados, no hay un solo vaso de cristal, los camareros s¨®lo atienden en la barra porque las mesas han desaparecido, ya no se sirven comidas al mediod¨ªa y, por si acaso, de las paredes han desaparecido los bonitos cuadros de Guinness: ahora cuelgan fotos de papel con referencia a la Copa del Mundo y alguna que otra toalla de playa con las banderas de los participantes. No hay puertas.
"La semana pasada vino un carpintero y forr¨® de madera los cristales. Puso bisagras y ahora se recogen sobre s¨ª mismas, para que no nos las rompan", explica la camarera. Vestidos de rojo y blanco, vocean y se abrazan como si dar miedo les gustara. ?Todos? Todos, no. "No puedo, lo siento", dice un tal Steve, completamente borracho; "un amigo me ha pagado el viaje, la entrada y la estancia. Fue una apuesta. Pero no puedo cantar sus canciones, lo siento". Steve es escoc¨¦s. "No me gustan estos individuos. A mi amigo, tampoco". Junto a ¨¦l bebe tranquilo un tipo. "?se es secreta. Nos han prohibido los guardias de seguridad privados. Los bares est¨¢n llenos de polic¨ªas", sigue explicando la camarera. La puerta lateral del pub da acceso a la Munichstrasse, una calle peatonal que est¨¢ tomada por los hinchas ingleses.
La polic¨ªa alemana se deja ver. Ha tomado Francfort. Dos furgonetas verdes y una veintena de tipos vestidos con monos verdes no pasan inadvertidos entre la marea rojiblanca. "Me gusta m¨¢s la camiseta roja. Si hay pelea, la sangre se disimula mejor", asegura Robin, de 28 a?os, que parecen muchos m¨¢s. Para ¨¦l, seguidor del West Ham, su ¨ªdolo es un tal Zuz, o algo as¨ª, que bebe tranquilamente dentro del pub bajo una de las cuatro pantallas gigantes del local. "No creo que vaya al partido. Nunca veo los partidos en el campo", dice mientras atiende la repetici¨®n del Alemania-Costa Rica; "lo ver¨¦ aqu¨ª mismo". Su brazo tatuado le delata: fue militar -lleva el dibujo de un ancla descolorida- y tambi¨¦n es seguidor de los hammers: "a lo mejor, me acerc¨® al r¨ªo". En el r¨ªo, los casi 20.000 hinchas sin entradas vieron el partido en una pantalla gigante. En el campo abundaban las familias. A la de John Strakly, que vino de Stockton con su esposa y sus dos hijos, no le gusta la gente que le acompa?¨® en el vuelo: "Son lo peor de nuestro pa¨ªs. Y de nuestro equipo, Crouch. Es imposible ganar un Mundial con un p¨ªvot de los Lakers por delantero".
Ayer, por la ma?ana, la portavoz de la polic¨ªa de Francfort felicit¨® a sus hombres: "Hemos trabajado bien", dijo antes de explicar la detenci¨®n de 20 personas, 17 brit¨¢nicos y tres alemanes, durante la madrugada del viernes en el dispositivo especial organizado con motivo del Inglaterra-Paraguay. "Cuatro se pelearon. Los restantes estaban muy borrachos, pero muy borrachos", a?adi¨®. Un polic¨ªa se mostr¨® relajado: "Los nuestros son peores que los ingleses".
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