La pesadilla de una 'ronette'
Al frente de las Ronettes encarn¨® el esplendor del 'sonido Phil Spector', con quien se cas¨®. Un matrimonio que acab¨® en pesadilla total. Divorciada, Ronnie lleva 30 a?os buscado su lugar. Resucita ahora con el disco 'The last of the rock stars'
De todos los lugares en que uno desear¨ªa encontrarse con su fantas¨ªa de adolescente, este cl¨¢sico hotel madrile?o ocupar¨ªa el ¨²ltimo lugar. Pero aqu¨ª est¨¢ ella, la ronette por antonomasia. Y muy satisfecha con lo que la rodea: deja centenares de d¨®lares en cada visita a la tienda del hotel. Diminuta, pero imparable: Veronica Bennett, neoyorquina, nacida en 1943 y universalmente conocida como Ronnie Spector. S¨ª, la voz solista de las Ronettes, la joya que coronaba el muro de sonido que domin¨® las listas de venta durante los primeros a?os sesenta. Aquel tr¨ªo era un proyecto familiar: Veronica m¨¢s su hermana Estelle y su prima Nedra Talley. Tres muchachas con ropas ajustadas y tacones de aguja. Con masas de pelo negro cardado. Un sue?o h¨²medo; a veces, literalmente: "Est¨¢bamos actuando en una base estadounidense, en Alemania", recuerda ella. "Eran dos conciertos, primero para los reclutas y luego para los oficiales. Bueno, algunos de los soldados quisieron entrar por la fuerza en el club de oficiales y se enfrentaron a golpes con la polic¨ªa militar. Una bronca incre¨ªble, dimos el peor show de nuestra carrera. Pero es que en el comedor, ante los soldados, verdaderamente hab¨ªamos elevado la temperatura. Enfrente m¨ªo hab¨ªa un tipo excitad¨ªsimo; de repente se qued¨® extasiado y vi que aparec¨ªa una mancha en sus pantalones. ?Se hab¨ªa corrido!".
"Deb¨ªamos comportarnos como las Supremes. Pero comparadas con nosotras -lo siento, Diana- eran... fr¨ªgidas"
"Me convert¨ª en alcoh¨®lica. Y la bebida te lanza a la cama con gente a quien normalmente no dar¨ªas ni la hora"
Eran tres chicas con la aureola de dureza propia de quienes han crecido en el Spanish Harlem; peque?as, pero carnosas en los lugares adecuados; con una belleza mestiza -"tengo hasta sangre cherokee"-, kilos de maquillaje y mucha actitud. Cuando sal¨ªan a un escenario, reitera, el objetivo era enloquecer a la audiencia. "Dec¨ªan que ten¨ªamos que comportarnos como las Supremes, actuar con m¨¢s clase. Dar las gracias despu¨¦s de cada canci¨®n, llevar vestidos de fiesta, poner cara de inocentes. Se supone que ¨¦ramos vulgares: ense?¨¢bamos las piernas, mene¨¢bamos el culo, provoc¨¢bamos al espectador. Pero las Supremes hab¨ªan pasado por los cursos de buenas maneras de Motown [su discogr¨¢fica], mientras que nosotras hab¨ªamos aprendido el estilo de las chicas puertorrique?as del barrio, que igual llevaban una navaja autom¨¢tica en el bolso. El novio de mi hermana se puso muy pesado: '?No os dais cuenta de que todo el p¨²blico est¨¢ pensando c¨®mo ser¨¦is en la cama?'. 'Bueno', le respond¨ª yo, 'lo que no saben es que, all¨ª arriba, yo estoy haciendo el amor con todos ellos' [carcajada]. Comparadas con nosotras -lo siento, Diana Ross-, las Supremes eran? fr¨ªgidas".
Ronnie es una gran narradora de batallitas. Aunque tiene un trabajo nuevo que vender, carga alegremente con su biograf¨ªa y comparte sus memorables historias. Sabe que, por buena que sea, cualquier cosa que haga empeque?ece al compararse con los discos de The Ronnettes. Sus canciones ejemplarizaban lo mejor del pop neoyorquino de los a?os sesenta, dramas para teenagers inventados por eficaces equipos de compositores -Poncia-Andreoli, Goffin-King, Mann-Weill, Greenwich-Barry- y magnificados por la monumental producci¨®n de un megal¨®mano llamado Phil Spector.
?Ha surgido el nombre prohibido! Desde 2003, Phil Spector est¨¢ acusado del homicidio de Lana Clarkson, una actriz-camarera que conoci¨® en la zona VIP de un club y que esa misma noche apareci¨® muerta de un disparo en su mansi¨®n de Los ?ngeles. La situaci¨®n de Ronnie es delicada: cualquier cosa que diga sobre el caso puede obligarla a testificar en el proceso, convocada por el defensor o por el fiscal. Y ella necesita evitar ese mal trago: "Cada vez que llego a Los ?ngeles vomito; all¨ª pas¨¦ la etapa m¨¢s miserable de mi vida". Adem¨¢s, durante su largo divorcio, lleg¨® a alegar que Phil contrat¨® a un killer para eliminarla fingiendo un robo.
No obstante, en honor de Phil, deber¨ªamos relativizar tanta amenaza truculenta. En el arrebatador nuevo disco de Ronnie brilla Girl from the ghetto, una canci¨®n spectoriana en arreglos donde ella a?ade unos versos que parecen regodearse en la ca¨ªda de aquel creador al que Tom Wolfe inmortaliz¨® en 1965 como "el primer magnate de lo juvenil". As¨ª que su p¨¢nico a la venganza de Phil debe haberse reducido. De hecho, en la charla surge hasta su nombre, aunque ella evite siempre pronunciar su apellido: "Phil era celoso, nadie se imagina hasta qu¨¦ grado. Recuerdo cuando las Ronettes fuimos de gira por Inglaterra con los Rolling Stones. Me parecieron los tipos m¨¢s antip¨¢ticos, ni nos saludaban. Tard¨¦ en enterarme de que mi futuro marido hab¨ªa mandado un telegrama a su manager, Andrew [Loog-Oldham], asegurando que caer¨ªa toda su ira si 'los chicos' intentaban algo conmigo. Fui a hablar con ellos y les tranquilic¨¦. Nos hicimos amigos, y la primera vez que aterrizaron en Nueva York iban a desayunar los huevos revueltos que hac¨ªa mi madre. Y yo les llev¨¦ al Apollo, donde les present¨¦ a James Brown; temblaban mientras le saludaban. Desde entonces tengo una relaci¨®n inquebrantable con Keith [Richards], vive cerca de m¨ª en Connecticut. Toca y canta en mi nuevo disco. El otro d¨ªa me mand¨® un correo para recordarme que tenemos pendiente de terminar Love affair, una canci¨®n compuesta a medias".
Que conste que los temores de Phil no eran infundados: el exotismo de Ronnie resultaba irresistible para los sibaritas conjuntos brit¨¢nicos, que cre¨ªan tener todos los placeres al alcance de sus deseos. Adem¨¢s, el directo de su grupo era arrollador, como reconoc¨ªa entonces un acomplejado Mick Jagger. Con los Beatles, a los que Spector terminar¨ªa produciendo el frustrante Let it be, hubo m¨¢s que roces. En Londres, las hermanas Bennett salieron de discotecas con George Harrison y John Lennon. Con este ¨²ltimo, asegura, hubo "verdadero peligro", pero no llegaron a consumar.
"Voy a decepcionar a los 'fans', pero yo todav¨ªa conservaba la virginidad, me reservaba para Phil. Imagine mi estupidez. No sab¨ªa ni que entonces estaba casado. La verdad es que me aterraba todo el circo que rodeaba a los Beatles. En Nueva York, John me llev¨® a una suite donde se hab¨ªa montado un show er¨®tico. Alguien estaba, ya sabe, haci¨¦ndolo con una chica de mi edad, lo que ahora llamar¨ªamos una groupie. Alrededor, un mont¨®n de gente mirando y tomando fotos. ?Aqu¨¦l fue todo un curso de educaci¨®n sexual! Practicaban posiciones de las que yo jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo hablar. Mis gritos de asombro fueron tales que al final tuvimos que irnos: yo chillaba m¨¢s que la chica".
Los cotilleos de Ronnie sirven para recordar que la p¨ªldora anticonceptiva no desat¨® la promiscuidad en todas las mujeres que tuvieron acceso a ella en los a?os sesenta. Aquellas absurdas maquinaciones de Phil para controlar a su esposa -si sal¨ªa en su coche, ella deb¨ªa llevar al lado un mu?eco, un Spector hinchable de tama?o real, para alejar a los ligones- eran innecesarias: la se?ora Bennett hab¨ªa criado a sus hijas con severidad, y el sexo casual estaba entre las prohibiciones. "La primera vez que vi actuar a David Bowie, ?boom! Pensaba que era gay, pero nos presentaron y terminamos haciendo el amor. Resulta que hab¨ªa tal alboroto en aquella planta del hotel que al final de la noche nos fuimos a mi apartamento. Est¨¢bamos enroll¨¢ndonos otra vez cuando o¨ªmos ruidos en la cocina. Me qued¨¦ paralizada, me convert¨ª en un iceberg. ?Era mi madre! Sol¨ªa aparecer por all¨ª sin avisar, a limpiar y cocinarme algo. David no paraba de burlarse de m¨ª, creo que entendi¨® inmediatamente que yo no era su tipo de mujer".
Pero la salvaci¨®n profesional de Ronnie no fueron aquellos l¨²bricos brit¨¢nicos. A su rescate llegaron chavales que hab¨ªan crecido mirando con envidia al cercano Manhattan, educados sentimentalmente por Be my baby, Walking in the rain, Baby I love you y dem¨¢s apote¨®sicas confesiones de las Ronettes, paradigmas de ese subg¨¦nero que son las girl groups. Eran rom¨¢nticos que ve¨ªan en Ronnie su sue?o juvenil, la chica acerada del barrio peligroso que se desnudaba emocionalmente en historias de tres minutos. Aquellos fans ven¨ªan de Long Island (como Billy Joel, que compuso Goodbye to Hollywood para ella) o de Nueva Jersey (como la E Street Band, de Bruce Springsteen, que aport¨® su energ¨ªa al tema de Joel en 1976). "Cre¨ªamos todos que era una receta perfecta, pero el disco no funcion¨®. Me qued¨¦ hundida; pero muchos a?os despu¨¦s, Bruce me record¨® que entonces ¨¦l tampoco vend¨ªa discos, era un artista de directo. ?Bruce? Era un amor, pero ten¨ªa una obsesi¨®n por mi ex marido nada normal. Siempre estaba pregunt¨¢ndome para averiguar detalles t¨¦cnicos de sus grabaciones. Parece incapaz de aceptar que en los sesenta las chicas cant¨¢bamos sobre las bases instrumentales ya terminadas, rara vez ve¨ªamos c¨®mo se constru¨ªa el muro de sonido".
Ronnie lleg¨® a cantar en directo con Springsteen, pero se tuvo que conformar con la segunda divisi¨®n del rock and soul de Nueva Jersey: ejerci¨® de corista en el grupo de Southside Johnny, los Asbury Jukes. Todav¨ªa no hab¨ªan ocurrido las resurrecciones comerciales de Tina Turner, Tom Jones y dem¨¢s gigantes de los sesenta: nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con una vieja gloria. Y su mala suerte persist¨ªa: intentaron reinventarla como cantante country, pero el disco, que se grababa en Memphis, qued¨® inconcluso cuando, a pocos kil¨®metros de distancia, apareci¨® muerto Elvis. "Ah¨ª s¨ª que me estrell¨¦ contra el duro suelo. Si el rey del rock and roll no hab¨ªa sobrevivido, ?c¨®mo pod¨ªa creerme que era indestructible? Era una adicta, como ¨¦l. No, no a las drogas: mi metabolismo es raro, no me afectan. Pero me convert¨ª en una alcoh¨®lica. La bebida te lanza a la cama con gente a quien normalmente no dar¨ªas ni la hora, pero la realidad es que no disfrutas del sexo. Por eso, lo que me enamor¨® de Jonathan [Greenfield, actual marido y representante] es que no intent¨® aprovecharse de m¨ª. Vamos, tuve que proponerme yo?".
Ronnie r¨ªe constantemente, hasta evocando los episodios m¨¢s lamentables: "Mi psicoanalista dice que hay que sacarlo todo fuera". A veces se le va el santo al cielo, y su discurso toma rumbos inesperados. Se atasca, repite frases. Divaga sobre un club de damnificados por "ya sabe, mi torturador". Incluir¨ªa p¨®stumamente a Lennon; asegura que el ex beatle fue de los primeros en darse cuenta de que Spector hab¨ªa perdido tanto la raz¨®n como el pulso de la m¨²sica pop. "Tambi¨¦n entrar¨ªa Leonard Cohen, el pobre; lleg¨® a apuntarle con una pistola". Y a los Ramones, uno de los cuales, Joey, se convertir¨ªa con el tiempo en su amigo ¨ªntimo y consejero musical.
En 1999, el esquel¨¦tico cantante produjo She talks to rainbows, un disco de cinco temas editado por un sello indie de prestigio, Kill Rock Stars (Mata Estrellas del Rock). Parad¨®jicamente, el rutilante disco de reaparici¨®n de Ronnie se titula La ¨²ltima de las estrellas del rock (Na?ve / Everlasting). "El nombre del disco no es broma. Ahora todas las chicas que cantan quieren ser divas, como Mariah Carey o Beyonc¨¦. Una diva va por el mundo exigiendo caprichos, todos deben rendirla pleites¨ªa antes de haber cantado una nota. Yo soy una rockera de largo recorrido. Lo que consiga me lo tengo que ganar con sudor, con sexualidad y entrega. No voy de criatura invencible, como las divas. Yo soy fuerte, pero tambi¨¦n vulnerable. De ah¨ª lo de La ¨²ltima de las estrellas del rock".
Como toda su quinta, Ronnie tard¨® en enterarse del valor (monetario) de lo que estaba haciendo. En los sesenta se firmaban contratos que otorgaban al artista porcentajes ¨ªnfimos. Pero aquellas grabaciones durmientes volvieron a generar r¨ªos de oro cuando resurgieron en bandas sonoras y publicidad en la era digital. Desde el inicio, Spector supo guardarse todo tipo de derechos: impon¨ªa que se a?adiera su nombre al de los compositores de la cara A de muchas de sus producciones. Phil no ha tenido problemas para mantener su ostentoso estilo de vida, aunque nadie requiriera sus servicios entre 1981 (Yoko Ono) y 2002 (Starsailor).
Las Ronettes originales, que realmente s¨®lo disfrutaron de tres a?os triunfales, demandaron a Spector para lograr algo de ese dinero fresco. El caso se prolong¨® entre 1988 y 2002, con los abogados del productor usando artiller¨ªa de todos los calibres. Aunque la cantidad final no se aproxim¨® a los 10 millones de d¨®lares que ellas exig¨ªan, sucesivos jueces dieron buena parte de raz¨®n a las artistas. Considerando ese reconocimiento de los tribunales, ?piensa Ronnie que la vida ha sido finalmente buena con ella? Durante unos instantes es la viva imagen del desconcierto. Hace pucheros. "?Quiere saber qu¨¦ es lo que m¨¢s odio? El racismo, tanto el blanco como el negro. Cuando era una cr¨ªa, las ni?as de la escuela de Harlem se burlaban de mi color, me llamaban 'caballo amarillo', era demasiado clara para ellas [un largo suspiro]. He vivido incidentes que sencillamente no hubieran ocurrido si mi piel fuera blanca".
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