Grupos de educadores abordan en la calle a j¨®venes ociosos
En 2005, m¨¢s de 4.000 adolescentes participaron en actividades educadoras del programa municipal 'A partir del carrer'
"Yo pensaba que era un okupa", dice sin apenas contener la carcajada. Es Diego Armando Fern¨¢ndez, un joven peruano de 17 a?os que vive en Trinitat Vella. Se refiere de esa manera a un hombre que un buen d¨ªa, hace tres a?os, le abord¨® cuando pasaba el rato en la plaza del barrio junto a sus amigos. "Hola, soy educador de calle", se present¨®, carnet en mano, Iv¨¢n Gonz¨¢lez, el que result¨® ser confundido con un okupa. Iv¨¢n, moreno de tez y frondosa cabellera, lleva algo m¨¢s de tres a?os paseando por las plazas y espacios p¨²blicos de Trinitat Vella, Bon Pastor y Bar¨® de Viver, hablando con los adolescentes que tienen el espacio p¨²blico como el principal sitio de ocio.
Junto con Iv¨¢n va de ronda Laia Mart¨ªnez, educadora de calle tambi¨¦n. Son uno de los 15 equipos de educadores con los que cuenta el Ayuntamiento de Barcelona, que en 2003 inici¨® el programa A partir del carrer. En tres a?os se ha revelado m¨¢s que necesario. Si en 2003 fueron un millar de j¨®venes los que participaron en algunas de las actividades que organiz¨®, el a?o pasado fueron 4.000. Todo un s¨ªntoma.
Talleres de peluquer¨ªa y 'kapoeira' y el f¨²tbol son el enganche para que los j¨®venes dejen la calle
Porque estar matando el tiempo en la calle, algo normal hace unas d¨¦cadas, ahora es se?al, a veces, de que algo no funciona. Drogas, fracaso escolar y problemas de adaptaci¨®n social y laboral son las tres realidades que se repiten con m¨¢s insistencia en las plazas y parques.
"No es verdad que todos sean inmigrantes, depende de la composici¨®n de la poblaci¨®n de cada barrio. Nosotros tenemos m¨¢s o menos la mitad aut¨®ctonos y el resto son mayoritariamente de Marruecos, Ecuador y Per¨²", explica Laia, quien como Iv¨¢n es saludada casi por todos los adolescentes con los que se cruza en las calles de Trinitat Vella, un barrio que carece de equipamientos deportivos. "Hasta seis balones de f¨²tbol simult¨¢neos he visto rodar en la plaza del barrio", dice Iv¨¢n. Y es la plaza porque en Trinitat Vella -a la que le ha tocado la loter¨ªa en la ¨²ltima entrega de la Ley de Barrios- no hay otra.
El tama?o del piso empuja
Ocurre que muchos j¨®venes inmigrantes tienen interiorizado que la calle es parte principal de su vida. Y el tama?o de los pisos tambi¨¦n les empuja. "Yo estaba en la plaza con unos amigos y nos dijeron que si quer¨ªamos pod¨ªamos ir al centro c¨ªvico a jugar con la play-station y otras cosas. Y fui", explica Diego. Ten¨ªa entonces 14 a?os, hac¨ªa siete que hab¨ªa llegado a Espa?a por reagrupamiento familiar y flojeaba en los estudios. Ahora -cursa el ¨²ltimo grado del Programa de Garant¨ªa Social y trabaja en lo que puede- se presenta como un "t¨ªo sano". Es decir, que pasa de drogas. Hach¨ªs es lo que m¨¢s se consume no s¨®lo en Trinitat Vella, sino en cualquier interior de manzana del Eixample o plaza del centro de la ciudad.
A lo de jugar en el centro c¨ªvico le siguieron otras actividades, como un peque?o concierto en el barrio. De reggaeton, una de las variantes musicales que m¨¢s tir¨®n tiene donde hay comunidades latinas. "Tambi¨¦n nos acompa?aron a grabar una maqueta de una canci¨®n a unos boxers", comenta Manuel Bernita, un ecuatoriano de 18 a?os que hace tres que lleg¨® de Guayaquil, tambi¨¦n por expediente de reagrupamiento familiar.
Los estudios tampoco se le dieron bien a Manuel, que trabaja repartiendo publicidad por buzones sin que por ahora hay podido conseguir el permiso de trabajo. Tiene el de residencia, pero los trabajos que encuentra no son de contrato laboral y de esa forma no puede obtener el permiso. "Es un problema cada vez m¨¢s frecuente, muchos adolescentes que han venido por reagrupamiento se encuentran con dificultades para regularizar su situaci¨®n laboral y no salen de la econom¨ªa sumergida", apunta Laia. La pareja de latinos hace sus pinitos en un programa de radio Trinitat Vella. "De m¨²sica, claro, los rollos no interesan", a?ade Diego. "Y los dos han entrado ya en la rueda de la comisi¨®n de fiestas", explica Iv¨¢n.
"Solemos preguntarles si est¨¢n interesados en hacer alguna actividad, desde jugar al f¨²tbol hasta talleres de baile o de peluquer¨ªa, seg¨²n el grupo", a?ade el educador. A veces hay una demanda concreta y otras se apuntan a una oferta. Se trata de una forma de que se aproximen a los centros c¨ªvicos de los barrios o las entidades que colaboran en el programa -m¨¢s de un centenar- para que, en primer lugar, dejen de estar tanto tiempo ociosos en la calle.
Iv¨¢n y Laia tienen contacto con un centenar de adolescentes. "Se intentaba evitar el sexismo en las actividades, pero luego ves que la realidad es otra", explica la responsable del programa, Flor Majado: "Hay grupos de chicas que quieren talleres de maquillaje y peluquer¨ªa y los chicos de kapoeira. De lo que se trata es de que sea el enganche para afrontar los problemas que muchas veces tienen". Las actividades son de corta duraci¨®n -unos cuatro meses- y se programan con un m¨ªnimo de compromiso "en horarios y trabajos", apunta Laia. La constancia es algo dif¨ªcil de lograr cuando se est¨¢ por debajo de los 20 a?os.
Entre los adolescentes aut¨®ctonos el consumo de drogas y el fracaso escolar son los problemas m¨¢s habituales. Y otro m¨¢s acusado entre las chicas son las relaciones sexuales: "Tienen la informaci¨®n, pero no toman la decisi¨®n a la hora de la verdad. Por ejemplo, con el uso de preservativos", resume Laia.
Esos problemas se dan tambi¨¦n entre los adolescentes inmigrantes, pero tienen m¨¢s: "Es una situaci¨®n dif¨ªcil. Llegan a la preadolescencia o la adolescencia tras pasar a?os con los abuelos. Se encuentran con unos padres que tienen que trabajar todo el d¨ªa, con un sistema educativo que se les hace toda una monta?a y con un modo de vida completamente distinto. En ese contexto, muchos chicos y chicas tienen unas crisis de identidad que desbordan a sus padres", argumenta Majado.
La salud y el apoyo social representan el 41% de las necesidades advertidas por los equipos de educadores de calle. Qu¨¦ hacer en el tiempo libre y entablar relaciones con la comunidad se lleva el 24% de las intervenciones, mientras que la formaci¨®n representa el 11% y la inserci¨®n laboral el 10%.
Entrar en los programas o en las actividades que organiza el proyecto A partir del carrer es voluntario: "Claro que nos encontramos con rechazo. De entrada con desconfianza. Hasta est¨¢n convencidos de que somos de la polic¨ªa secreta", reconoce Iv¨¢n. El supuesto okupa.
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