Ventriloqu¨ªa pol¨ªtica
La concentraci¨®n organizada el pasado s¨¢bado en Madrid por la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo (AVT) con el decisivo apoyo log¨ªstico del PP moviliz¨® a 200.00 asistentes bajo la bandera de dos consignas inextricablemente fusionadas: la reapertura de la investigaci¨®n sobre el atentado terrorista del 11-M ("Queremos saber la verdad") y el rechazo a los contactos del Gobierno con ETA para conseguir un final dialogado de la violencia ("Negociaci¨®n, en mi nombre, no"). El indisoluble matrimonio formado por esos dos planteamientos -referidos a cuestiones heterog¨¦neas separadas por el tiempo- dar¨ªa motivo a la extra?eza si no desempe?ase una funci¨®n crucial dentro de la estrategia desestabilizadora de las instituciones democr¨¢ticas dise?ada por la belicosa ala dura de los dirigentes populares y por sus portavoces medi¨¢ticos disfrazados de periodistas de investigaci¨®n. El prop¨®sito de tan peregrino emparejamiento es afirmar la existencia de una f¨¦rrea relaci¨®n causal entre la matanza de los trenes de la muerte, por un lado, y el inicio del final dialogado de la violencia, por otro: de esta manera, el Gobierno y el Congreso de los Diputados -cuya resoluci¨®n del 17 de mayo de 2005 autoriz¨® al Ejecutivo a dar ese paso- quedar¨ªan privados de legitimidad pol¨ªtica y moral para emprender ese camino.
Las concepciones conspirativas de la historia no s¨®lo niegan las evidencias y manipulan los datos a fin de poder cuadrar los hechos as¨ª retorcidos con sus visiones paranoicas, sino que tambi¨¦n descargan sobre los observadores la tarea de demostrar -de acuerdo con las t¨¦cnicas inquisitoriales de la probatio diabolica- la falsedad de tan disparatadas conjeturas. En este caso, la delet¨¦rea fabulaci¨®n presenta a Zapatero como un avieso c¨®mplice o un cobarde reh¨¦n de ETA que se dispondr¨ªa a pagar la deuda de sangre contra¨ªda con sus mort¨ªferos acreedores: la banda terrorista, responsable del dise?o y tal vez de la perpetraci¨®n de un atentado atribuido falsamente al fundamentalismo islamista para que el PSOE ganara las elecciones, pasar¨ªa ahora al cobro la factura del crimen que entreg¨® al presidente del Gobierno las llaves de La Moncloa.
Aunque los forjadores de esa extravagante invenci¨®n no est¨¦n seguros de que los socialistas participaran en la matanza por medio de terminales infiltrados en los cuerpos de seguridad o se limitaran a conocer de antemano los planes y no denunciarlos, afirman sin vacilaci¨®n que el Gobierno est¨¢ impidiendo el esclarecimiento del atentado del 11-M: a sus decisiones e interferencias se deber¨ªa que la comisi¨®n parlamentaria quedara cerrada en falso, las investigaciones policiales hayan sido manipuladas y las actuaciones de la fiscal¨ªa y de la Audiencia Nacional combinen la incompetencia con la prevaricaci¨®n. Fiel a ese esp¨ªritu, la feroz campa?a desatada por los medios de comunicaci¨®n afines al PP contra el actual juez instructor, Juan del Olmo, persigue el objetivo dilatorio de conseguir la nulidad de las actuaciones y el reinicio desde cero del sumario.
Si este grotesco embeleco hubiese sido avalado ¨²nicamente por el pintoresco presidente de la AVT, s¨®lo cabr¨ªa lamentar de nuevo que los deudos de las personas asesinadas por el terrorismo afiliados a esas siglas tengan como portavoz a ese desabrido orate; la ¨²ltima charlotada de Francisco Jos¨¦ Alcaraz es el intento de vetar el regreso de Garz¨®n a la Audiencia Nacional. Ocurre, sin embargo, que la plana mayor de los dirigentes populares ocup¨® un lugar destacado en la concentraci¨®n organizada a la sombra de la consigna sobre el 11-M; su presidente reconoci¨® picaronamente en la radio amiga de los obispos la contribuci¨®n determinante del PP al ¨¦xito de las movilizaciones de la AVT: queda por averiguar c¨®mo se reparten Alcaraz y Rajoy los papeles de ventr¨ªlocuo y de mu?eco en la funci¨®n. Al acto asistieron el secretario general del PP, Acebes, y el secretario de Libertades P¨²blicas, Seguridad y Justicia, Astarloa: esto es, las dos m¨¢ximas autoridades del Ministerio del Interior durante el d¨ªa del atentado y las cinco semanas transcurridas entre el 11-M y la constituci¨®n del nuevo Gobierno. Tal vez el presidente de la AVT termine por incluir dentro de su chiflada lista de sospechosos a quienes tuvieron la responsabilidad pol¨ªtica de prevenir -infructuosamente- el atentado y de anunciar -al parecer en falso- la detenci¨®n o el suicidio de sus autores.
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