Valores socialdem¨®cratas y Alianza de Civilizaciones
Las vi?etas publicadas por el peri¨®dico dan¨¦s Jyllans-Posten el pasado 17 de septiembre, que se difundieron p¨²blicamente en el mundo isl¨¢mico, desataron una crisis que ha estimulado a¨²n m¨¢s, si cabe, el debate sobre los l¨ªmites de los derechos y de las libertades en las relaciones entre sociedades en el marco de la globalizaci¨®n y, eventualmente, ha hecho emerger la reflexi¨®n sobre los deberes, una reflexi¨®n que queremos hacer de manera conjunta diputadas europeas representantes de pa¨ªses mediterr¨¢neos y centroeuropeos.
En un contexto m¨¢s amplio de esfuerzos para el fomento del di¨¢logo intercultural e interreligioso entre lo que -con esp¨ªritu de simplificaci¨®n, pero cada d¨ªa m¨¢s cerca de la realidad- nos hemos acostumbrado a llamar Occidente y el mundo ¨¢rabe, los diferentes actores de la escena internacional se han debido situar en torno a una cuesti¨®n de actualidad desde 1993, cuando Samuel P. Huntington apunt¨® en su famoso art¨ªculo publicado por Foreign Affairs que la fuente fundamental de conflicto en el nuevo mundo no ser¨ªa "primariamente ideol¨®gica o primariamente econ¨®mica". "Tanto las grandes divisiones de la humanidad como la fuente dominante de conflicto", apunt¨®, "ser¨¢n culturales". Y conclu¨ªa diciendo que el "choque de las civilizaciones" dominar¨ªa la pol¨ªtica mundial.
A pesar de las cr¨ªticas recibidas por los autores Bernard Lewis y Edward W. Said, los sucesos del 11 de septiembre se utilizaron para defender las tesis huntingtonianas, unas tesis que la Administraci¨®n republicana de Estados Unidos hizo suyas y adopt¨® en la definici¨®n de su pol¨ªtica exterior. De hecho, ni la Uni¨®n Europea ni otras voces emergidas en foros de debate internacionales apoyaron estas tesis. No obstante, plantearon la necesidad, eso s¨ª, de establecer puentes de di¨¢logo continuo entre comunidades econ¨®mica, social, pol¨ªtica y tambi¨¦n culturalmente alejadas. De hecho, la iniciativa promovida por el presidente del Gobierno espa?ol conjuntamente con el primer ministro turco bajo los auspicios del secretario general de las Naciones Unidas sobre la Alianza de Civilizaciones, muestra como, en el fondo, hemos aceptado el t¨¦rmino civilizaci¨®n para referirnos, sin embargo, a la necesidad de di¨¢logo entre estas comunidades.
La violencia desencadenada ha hecho emerger de nuevo la reflexi¨®n sobre los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n en el marco de este di¨¢logo entre civilizaciones. Y el pensamiento mayoritariamente expresado ha reivindicado la defensa de los valores y principios fundamentales de la democracia, como es la libertad de expresi¨®n, pero siempre sobre la base del respeto a las creencias religiosas y a la sensibilidad cultural de los dem¨¢s. As¨ª, los derechos y libertades deben ejercerse, como todo, con responsabilidad para evitar precisamente que la defensa de unos valores o puntos de vista se conviertan en absolutos e universales. Al contrario, y como recordaba hace pocos d¨ªas el profesor Ekmeleddin Ihsanoglu, secretario general de la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica (OCI), el di¨¢logo debe implicar el compromiso de eliminar cualquier pretensi¨®n de monopolizar la verdad. De no ser as¨ª, probablemente Huntington tuviera raz¨®n en que el desarrollo de la humanidad llevar¨ªa a la negaci¨®n de unas comunidades por parte de otras, lo que conducir¨ªa irrevocablemente a un choque entre civilizaciones por tratarse de un juego de suma cero.
En cambio, la adopci¨®n de un enfoque responsable y destinado a acercar en lugar de alejar, fomentado en la cooperaci¨®n y tanto en el respeto como en el entendimiento mutuo, permitir¨ªa superar los miedos, odios y confusiones que pueden haberse producido -adem¨¢s de las reacciones desproporcionadas que desde aqu¨ª condenamos por su violenta manifestaci¨®n-, sin que ello implique, de ninguna manera, una vulneraci¨®n de las libertades, creencias y valores que, l¨®gicamente, tanto una como otra sociedad tienen el derecho de reivindicar y defender.
En estos momentos, las relaciones entre el islam y Occidente sufren las consecuencias de la confusi¨®n y de la radicalizaci¨®n de las posturas. Las tensiones internacionales, fruto del cruce de los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos en un marco de proximidad geogr¨¢fica origina unas diferencias que nada tienen que ver con la cultura. Y en esta situaci¨®n, el proyecto pol¨ªtico de la Uni¨®n Europea tiene mucho que aportar a la gobernabilidad mundial.
Por una parte, la Uni¨®n ha conseguido aunar o al menos articular los diferentes intereses sectoriales de sus Estados miembros gracias a una fuerte voluntad pol¨ªtica decidida a alcanzar los objetivos de paz, democracia, bienestar y seguridad para sus ciudadanas y ciudadanos. Y por otra ha instaurado -ya hace m¨¢s de 10 a?os- un di¨¢logo con los pa¨ªses de la ribera sur del Mediterr¨¢neo, una asociaci¨®n que en estos momentos puede ser el mejor revulsivo para lanzar ahora o nunca la Alianza de Civilizaciones. De hecho, si bien, hasta hace poco, s¨®lo los pa¨ªses europeos del sur reivindicaban la necesidad de establecer este di¨¢logo con sus vecinos euromediterr¨¢neos, la situaci¨®n que se ha desencadenado a ra¨ªz de la publicaci¨®n de las vi?etas ha hecho m¨¢s necesario que nunca, tambi¨¦n en los pa¨ªses del norte de la Uni¨®n, centrar su atenci¨®n en estos pa¨ªses del sur, tradicionalmente ignorados en sus relaciones exteriores, por el mayor inter¨¦s estrat¨¦gico que despertaba el Este. Despu¨¦s de un D¨¦cimo Aniversario Euromediterr¨¢neo que dibuj¨® un horizonte complejo y apasionante que cumplir pero, a la vez, evidenci¨® un gran conjunto de obst¨¢culos que superar, es hora de recuperar entre todos el compromiso de Barcelona 2005 y realizar todos los esfuerzos necesarios para poner fin a un ambiente susceptible de generar fuertes hostilidades y enfrentamientos identitarios.
Evidentemente, una vez m¨¢s la educaci¨®n tiene que ser una pieza clave promoviendo la riqueza de la diversidad, la dignidad, el pluralismo, la tolerancia, el respeto y el reconocimiento del otro. Tambi¨¦n es un ¨¢mbito en el que la Uni¨®n Europea debe dar ejemplo con vistas a la preparaci¨®n del A?o Europeo del Di¨¢logo Intercultural, en el a?o 2008.
Mucho se ha dicho sobre esta cuesti¨®n, pero en el presente art¨ªculo reivindicamos especialmente el compromiso pol¨ªtico y cultural de una Uni¨®n Europea que avance unida, el Norte y el Sur, hacia un di¨¢logo m¨¢s profundo y hacia una mayor cooperaci¨®n con sociedades alejadas. Reivindicamos una manera de ser y de hacer pol¨ªtica, la transmisi¨®n de unos valores que contribuyan a la paz, a la igualdad, as¨ª como a la emancipaci¨®n de la mujer en el mudo ¨¢rabe. En este art¨ªculo, parte del Sur y parte del Centro de esta Uni¨®n Europea tan heterog¨¦nea nos hemos puesto de acuerdo. Los valores socialdem¨®cratas que defendemos y compartimos nos han ayudado, como quiz¨¢, tambi¨¦n, el hecho de ser mujeres.
Maria Badia, Teresa Riera y Britta Thomsen son eurodiputadas espa?olas y danesa del Grupo Socialista al Parlamento Europeo.
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