El bosque del deseo
Habr¨ªa que recordar la personalidad insondable de Katia en la primera novela de Andr¨¦s Barba para reconocer en ella un antecedente introspectivo en su nueva novela, Versiones de Teresa. As¨ª procede siempre el novelista madrile?o, sum¨¢ndose a nombres ya consagrados en la voluntad de investigar los interiores de sus personajes, de analizarlos en sus distintas maneras de vincularse entre s¨ª, de relacionarse con las patolog¨ªas familiares o socio-econ¨®micas. Me estoy refiriendo, claro est¨¢, a Bel¨¦n Gopegui o Marcos Giralt Torrente. La escritura de Andr¨¦s Barba se mueve bien en el filo de determinadas indeterminaciones o ambig¨¹edades. Cargar las tintas morales hasta el punto de cuestion¨¢rselas, es una responsabilidad que la escritura en Barba asume con ese punto de riesgo al que ya nos tiene acostumbrado. Las cuestiones que se tratan en esta novela son delicadas, como afirma en la contracubierta Luisa Castro, como lo fue, para que el lector se haga una idea, el asunto central de la pel¨ªcula de Pedro Almod¨®var, Hable con ella. Pero cuando las estrategias estil¨ªsticas son las adecuadas, cuando los argumentos morales, psicol¨®gicos y po¨¦ticos son los pertinentes, porque a la postre son los sustanciales, entonces todos los peligros quedan conjurados. A m¨ª me parece que Versiones de Teresa aborda el tema del deseo. Es m¨¢s, es un poema sobre el deseo.
VERSIONES DE TERESA
Andr¨¦s Barba
Anagrama. Barcelona, 2006
203 p¨¢ginas. 15 euros
Teresa es una chica de 14
a?os disminuida ps¨ªquica. La instancia omnisciente de que se vale Barba para montar su relato se reparte alternativamente en dos visiones distintas aunque complementarias de la vida profunda de Teresa. Son los testimonios de Ver¨®nica, su hermana mayor, y Manuel, su monitor en unos campamentos de verano. Dec¨ªa Freud en El malestar en la cultura que el fin de los hombres es la felicidad. No es casual que el hecho crucial de esta novela se produzca en un bosque. Como tampoco lo es que haya menciones b¨ªblicas. Que se invoque a Ad¨¢n y Eva. Porque en el fondo de lo que se trata es de una representaci¨®n de una fantas¨ªa ed¨¦nica. La felicidad, la realizaci¨®n el deseo, la culpa, la venganza. Otra cosa es que la novela ocurra en un escenario contempor¨¢neo. Donde hay familias corrientes tocadas por dolores duraderos o necesitados de juegos tan sintom¨¢ticos como el juego de pisarse sus sombras, que acometen las tres mujeres al final (brillante). Y donde el deseo es dolor, culpa o expiaci¨®n. Es todo porque el principio de realidad codifica los tab¨²es. Por eso se dice en la novela que "el amor no ten¨ªa nada que ver con el lenguaje. El amor m¨¢s bien era un acontecimiento contra el lenguaje". Es decir, que el amor del que somos testigos, al que podemos repudiar, se consuma en el territorio de la transgresi¨®n de lo escrito, de lo codificado, del tab¨². Versiones de Teresa, como dije m¨¢s arriba, es un poema. Porque metaforiza lo que duele y hace da?o nombrar. Y porque metaforiza, sobre todo, no tanto lo que deseamos, sino el deseo mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.