Con el santo y la peana
Valencia necesita un gran y moderno estadio para acoger eventos deportivos excepcionales. Hoy no lo tiene, en contraste con la espectacularidad de otras obras arquitect¨®nicas destinadas al ocio m¨¢s o menos cultural. El viejo Mestalla es ya octogenario y la ¨²ltima reforma, de tan solo hace una d¨¦cada, acab¨® por sumirlo en la miseria, adem¨¢s de en la ilegalidad. Asombra, por cierto, que no se le hayan exigido a nadie responsabilidades por tama?o disparate. Pero este se ha constituido, parad¨®jicamente, en una circunstancia m¨¢s de las que obliga a sustituir, y pronto, este coliseo, so pena de ejecutar la sentencia que comporta su derribo parcial.
O sea que, por necesidad y querencia de la alcaldesa de la ciudad, como del mismo club titular, el Valencia CF, ya se est¨¢n poniendo los cimientos de este nuevo recinto que se sumar¨¢ a la constelaci¨®n de catedrales del siglo XXI, donde se celebra el culto futbol¨ªstico. Desde diciembre ¨²ltimo, como es sabido, la alcald¨ªa capitalina y el consejo directivo de la entidad deportiva tienen suscrito un acuerdo que establece los t¨¦rminos de esta operaci¨®n, b¨¢sicamente urban¨ªstica, que deber¨ªa ser beneficiosa para todos sus protagonistas, empezando por la ciudad y su vecindario. Algo que en este momento no se puede afirmar, y menos garantizar.
Lo que s¨ª parece incuestionable es que el mentado club est¨¢ en v¨ªsperas de cerrar el negocio de su vida. Formulado sumariamente, obviando la prosa leguleya de los acuerdos suscritos con el ayuntamiento, nuestro Valencia se ver¨¢ enriquecido por unos episodios simult¨¢neos y suculentos. Por lo pronto se le recalificar¨¢ el solar del actual Mestalla de la Avenida de Arag¨®n para un aprovechamiento residencial e intensivo que se traducir¨¢ en torres de 16 o 20 alturas. Un regalo opulento aunque a esa parcela haya que restarle -suponemos- los viales p¨²blicos abusivamente ocupados. Omitimos valorar los beneficios econ¨®micos, pero seguro que alcanzan para financiar la construcci¨®n del nuevo estadio.
Digamos que este ha de responder a tal concepto, pues deber¨¢ acoger competiciones de atletismo y se levantar¨¢ sobre un solar municipal de 70.763 metros cuadrados situado en la Avenida de las Cortes, que se convertir¨¢ asimismo en propiedad exclusiva del club. El solar, decimos, que no la avenida, aunque igual pudiera ser. A cambio de tan suculento bocado, el ente deportivo deber¨¢ compensar al municipio con parcelas todav¨ªa indeterminadas, pero de valor equivalente a la referida superficie, situadas en distintos barrios de la ciudad, donde se utilizar¨¢n para equipamientos c¨ªvicos. Eso s¨ª, el consistorio se reserva la facultad de organizar en el nuevo Mestalla fastos de cualquier g¨¦nero, siempre y cuando no interfieran en la programaci¨®n del Valencia.
Vamos a dejar de lado si estamos o no ante un pelotazo, pues, en realidad son tres y simult¨¢neos: viejo Mestalla, nuevo Mestalla -o futuro Gran Estadio Rita Barber¨¢, como proceder¨ªa- y Porxinos, con la recalificaci¨®n graciosa de 400.000 metros cuadrados en Riba-roja. Cantidades fabulosas de euros que acreditan al presidente del club merengue, Juan Soler, como un mago de las plusval¨ªas que aflora el urbanismo y propicia el f¨²tbol. De darle la oportunidad, bien har¨ªa en ocuparse del insondable endeudamiento de la Generalitat. Claro que, puesto en esa tesitura, no podr¨ªa aprovecharse de la onda emocional que expande el Valencia, uno de los cien mejores clubes del mundo, por ahora.
Claro que estas reticencias resultan irrelevantes ante la maqueta del imponente estadio que se proyecta y que se ha presentado. Una imagen de modernidad que oculta tres hechos esenciales y penosos: ese coliseo es una pu?alada en la trama urbana de la ciudad y nadie con una m¨ªnima objetividad puede aplaudir tal ubicaci¨®n por la congesti¨®n circulatoria que anticipa. Otra cosa es que no queden m¨¢s espacios disponibles y se haya de resolver deprisa para sacar al club del apuro. Se fastidia, adem¨¢s, la calidad de vida de media docena de barrios -Benicalap, Algir¨®s, Exposici¨®n, Campanar... etc¨¦tera-, beneficiando exclusivamente, digamos por ¨²ltimo, al accionariado de la sociedad an¨®nima Valencia CF, que es una mercantil de car¨¢cter privado y a la que se le ha dado el santo y la peana. En fin, un gol por la escuadra a la mayor¨ªa del vecindario.
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