El mercado energ¨¦tico, como la selecci¨®n, en el div¨¢n
Con la llegada del Mundial, como no pod¨ªa ser de otra manera, la discusi¨®n central en nuestro pa¨ªs ha girado alrededor de la selecci¨®n espa?ola, y en particular (aparte de la titularidad de Ra¨²l) sobre el modelo de juego que se debe adoptar. Como apuntaba Santiago Segurola en este diario, este dilema lo ilustr¨® hace tiempo Cesar Luis Menotti cuando apuntaba que el problema de la selecci¨®n era que 'ten¨ªa que decidir qu¨¦ quer¨ªa ser, si toro o torero'. En los tiempos que corren -la pol¨¦mica con la OPA, el sobrecogedor Real Decreto Ley 3/2006, la asignaci¨®n de derechos de emisi¨®n que est¨¢ al caer-, parece indiscutible que el sector energ¨¦tico espa?ol tambi¨¦n tiene que decidir qu¨¦ quiere ser de mayor, si quiere apostar definitivamente por el mercado o va a dejarse de medias tintas y emprender inequ¨ªvocamente el camino de vuelta.
El modelo del dise?o del mercado energ¨¦tico espa?ol debe establecer si apuesta por ser "toro o torero"
Menotti alud¨ªa con aquella met¨¢fora a los dos estilos antag¨®nicos de concebir el f¨²tbol. El primero de ellos da prioridad al ataque sobre la defensa, al juego abierto, imaginativo y audaz y sobre todo responde a la convicci¨®n de que jugando as¨ª en el corto plazo se puede perder un partido, o varios, pero al final ganan todos, gana el espect¨¢culo (el negocio) y por tanto los equipos y los aficionados. El estilo contrapuesto prioriza ante todo la defensa de su propio campo, el juego trabado, siempre al borde de las reglas, y centra sus expectativas de victoria en las salidas al contragolpe hacia el campo contrario, aprovechando la solidez de su recia defensa como punto de apoyo. Decidir cu¨¢l de ambos es mejor es una cuesti¨®n que tiene mucho de filos¨®fico y sociol¨®gico. Si hici¨¦ramos el ejercicio de clasificar a las diferentes selecciones europeas seg¨²n este criterio parece que, si bien con matices, de un lado podr¨ªamos situar a Holanda, Inglaterra y Noruega (que adopt¨® el modelo brit¨¢nico de ataque vertical) y del otro a Italia, Alemania y a corta distancia, Francia.
El debate central sobre el dise?o de los mercados energ¨¦ticos nacionales en Europa es sorprendentemente an¨¢logo y, lo que es m¨¢s sorprendente a¨²n, las posturas de los diferentes pa¨ªses en este debate son bastante semejantes a sus actitudes futboleras. Se puede distinguir en primer lugar a los denominados true believers (verdaderos creyentes), sistemas que han optado por el mercado sin reservas, que conf¨ªan en los precios como se?ales para guiar la actividad de los agentes y en la competencia como mecanismo para determinar esos precios. Eso implica estar dispuestos a aceptar, por ejemplo, que los precios puedan subir directamente si se encarece el petr¨®leo, o si hay una sequ¨ªa (como fue el caso de Noruega en 2003). Decisiones como la notable exigencia de desinversiones a las grandes empresas generadoras que ha tenido lugar en Gran Breta?a en la ¨²ltima d¨¦cada, o la libertad en la fijaci¨®n de los precios finales que existe en los pa¨ªses n¨®rdicos son apuestas decididas en este sentido. De otra parte nos encontramos con los mercados cuya principal pauta de funcionamiento es la protecci¨®n a ultranza de sus empresas tradicionales, el desarrollo regulatorio al borde de las reglas y la lentitud de su evoluci¨®n. Un caso paradigm¨¢tico puede ser el mercado alem¨¢n, que mantiene una cierta integraci¨®n entre las actividades competitivas y el monopolio natural del transporte que permite de facto la creaci¨®n de pseudo-monopolios regionales.
En Espa?a hemos vivido a caballo entre ambas posturas desde el inicio del mercado en el a?o 1998. Mientras que las reglas de detalle han dibujado un mercado competitivo de los m¨¢s avanzados de Europa, sobre esto se ha superpuesto una serie de normas que han ido en la direcci¨®n opuesta, ejemplificadas por el dise?o de una tarifa que no tiene nada que ver con el precio de la energ¨ªa. En los ¨²ltimos tiempos el desconcierto se est¨¢ agudizando. Peque?os cambios regulatorios en pro del desarrollo del mercado de electricidad (RD 1454/2005) se combinan con pol¨ªticas divergentes, como la complicada implicaci¨®n del gobierno en la OPA o el RDL 3/2006, que fija arbitraria y "provisionalmente" (sic) un precio para una parte sustancial de la energ¨ªa el¨¦ctrica. Parece claro que ni la estructura actual (ni la que se vislumbra en el corto plazo) permite garantizar unos niveles competitivos adecuados, de modo que deber¨ªan tomarse medidas eficientes y ajustadas para resolverlo.
Ahora, pensando con unos criterios pero no decidi¨¦ndose a renunciar a los contrarios, es muy dif¨ªcil que la regulaci¨®n funcione. Las reformas, ad hoc, heterodoxas y hu¨¦rfanas de una referencia clara, terminan dando lugar a todo tipo de incentivos perversos que inducen a los agentes a que tomen decisiones ineficientes que distorsionan el funcionamiento del sistema e incluso atentan contra su seguridad. Las recientes convulsiones de los precios en el mercado mayorista no son m¨¢s que un peque?o ejemplo de esto.
En el momento actual, en Europa los representantes de uno y otro bando pugnan por imponer su modelo como marco de referencia para el futuro desarrollo del sector energ¨¦tico (no hay que olvidar que se est¨¢n definiendo las reglas que determinar¨¢n tambi¨¦n los dise?os de los mercados de los pa¨ªses de nueva incorporaci¨®n). Dec¨ªa esta semana Jorge Valdano, confeso disc¨ªpulo de Menotti, que 'aquellos que dudan, son aquellos que pierden'. ?Qu¨¦ se puede decir del modelo del dise?o del mercado energ¨¦tico espa?ol?. Pues eso, que si toro o torero.
Carlos Batlle y Carlos V¨¢zquez pertenecen al Instituto de Investigaci¨®n Tecnol¨®gica de la Universidad Pontificia de Comillas. Madrid
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