Los seis de Shanghai
Hace ya cinco a?os que Rusia y China promovieron la creaci¨®n de la llamada Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n de Shanghai con objeto de crear un instrumento de coordinaci¨®n de sus pol¨ªticas e intereses en Asia continental con aliados menores e intentar formar una fuerza para contrarrestar la influencia de EE UU y la OTAN en la regi¨®n. Esta nueva organizaci¨®n intergubernamental surgi¨® de una iniciativa m¨¢s ligera, surgida hace 10 a?os en el Grupo de los Cinco de Shanghai. Pek¨ªn y Mosc¨² contaron desde un principio con la cooperaci¨®n como miembros de las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas de Kirguizist¨¢n, Tayikist¨¢n y Kazajist¨¢n, a las que se a?adi¨® Uzbekist¨¢n, y pudieron as¨ª tantear las alianzas en el vac¨ªo creado por el final de la guerra fr¨ªa.
Las rep¨²blicas de Asia central, algunas muy ricas en petr¨®leo y gas natural, son Estados en los que han sido contundentemente sofocados los procesos democratizadores que intentaron surgir tras la disoluci¨®n de la URSS. Sus reg¨ªmenes dictatoriales forman hoy ya una natural alianza con Pek¨ªn y Mosc¨² en contra de las fuerzas democr¨¢ticas en su interior y contra las influencias de Occidente, y especialmente EE UU, en la regi¨®n. Y son una inmensa baza en el pulso implacable que ya ha comenzado en Eurasia por el control de los recursos energ¨¦ticos f¨®siles.
Pero, pr¨¢cticamente asegurada la lealtad o docilidad de los pa¨ªses referidos, el principal inter¨¦s de los dos grandes patronos de la organizaci¨®n se centra, probablemente, en los pa¨ªses que se han adherido a la Organizaci¨®n de Shanghai con el estatuto menos comprometedor de observadores, entre los que est¨¢n nada menos que India, Pakist¨¢n e Ir¨¢n, es decir, dos potencias nucleares autoproclamadas y una aspirante. India, la mayor democracia del mundo, que acaba de firmar hist¨®ricos acuerdos de cooperaci¨®n con Washington y Pakist¨¢n, con su r¨¦gimen militar absolutamente dependiente de EE UU, dif¨ªcilmente va a dejarse seducir por proyectos antioccidentales.
Pero quien sin duda se sinti¨® muy c¨®modo en un foro como el de Shanghai fue el presidente de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, Mahmud Ahmadineyad. Sin embargo, y a pesar de que el presidente iran¨ª volvi¨® a ofender a las democracias, a Occidente, en general, y a Israel con su cuestionamiento del Holocausto jud¨ªo a manos nazis, el resto de sus manifestaciones estuvo marcado por la moderaci¨®n y una valoraci¨®n positiva de la propuesta que le hab¨ªan hecho llegar los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania para la resoluci¨®n de la crisis abierta por su proyecto nuclear. Tras entrevistarse por separado con Vlad¨ªmir Putin y Hu Jintao, presidentes de dos de los Estados proponentes de la oferta, Ahmadineyad ha mejorado el tono de aceptaci¨®n inicial de la misma. Habr¨¢ que esperar para ver cu¨¢l es la respuesta final de Teher¨¢n a esta iniciativa que su presidente calific¨® de "paso adelante". Pero s¨ª parece cierto que Mosc¨² y Pek¨ªn han utilizado Shanghai para advertir al presidente iran¨ª de que la propuesta llega con buena voluntad y que las alternativas a su aceptaci¨®n pueden ser muy graves.
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