Licenciados en jazz sobre el escenario
Musikene ver¨¢ salir de sus aulas este mismo mes a sus primeros titulados superiores en dicha especialidad
A Louis Armstrong nadie le pidi¨® jam¨¢s un t¨ªtulo para subirse a un escenario. En caso contrario, nunca hubiese podido actuar, porque entonces el jazz era un reino de autodidactas sin papeles. Hoy tampoco se rige por los certificados, pero, llegado el caso, Iv¨¢n San Miguel, Ainara Ortega o Juanma Urriza podr¨ªan esgrimir en breve su correspondiente t¨ªtulo y responder: "Yo s¨ª soy licenciado en jazz". Pertenecen a la primera promoci¨®n de alumnos del Conservatorio Superior de M¨²sica del Pa¨ªs Vasco-Musikene, que este a?o termina los estudios de la especialidad. Les queda s¨®lo un ¨²ltimo obst¨¢culo que salvar: los ex¨¢menes previstos para el 29 y el 30 de junio pr¨®ximos.
La m¨²sica improvisada por excelencia entr¨® en Espa?a en el campo de las ense?anzas regladas en 1999 con la aprobaci¨®n de una ley que instaur¨® ciclos de cuatro a?os y plante¨® un curr¨ªculo para otorgar a los estudiantes una formaci¨®n global y human¨ªstica. Al jazz le concedi¨® ¨²nicamente la consideraci¨®n de especialidad optativa -en grado medio ni siquiera tiene ese rango-, y la implantaron tres centros: la Escuela Superior de M¨²sica de Catalu?a, de donde surgieron en 2005 los primeros licenciados, el Conservatorio Pa blo Sarasate de Pamplona y Musikene.
"Lo que nos har¨ªa falta ahora son posgrados para especializarnos"
"Hasta entonces, la transmisi¨®n del jazz en este pa¨ªs se ten¨ªa que hacer a trav¨¦s de academias y profesores particulares", cuenta el contrabajista Gonzalo Tejada, responsable del correspondiente departamento de Musikene. Era la ¨²nica opci¨®n si los m¨²sicos no pod¨ªan o no quer¨ªan trasladarse a otros pa¨ªses. "Si yo hubiese podido acceder a un centro como ¨¦stos, habr¨ªa ahorrado tiempo y dinero y habr¨ªa recibido una formaci¨®n m¨¢s integral", asegura.
Sus alumnos han corrido distinta suerte y lo saben. "Musikene me ha permitido ser lo que quer¨ªa con 13 a?os: contrabajista de jazz", explica San Miguel, de Santander. "Creo que nos ha dado un conocimiento general. Lo que nos har¨ªa falta ahora son posgrados para especializarnos, poque ni somos especialistas en composici¨®n, ni en instrumentos, ni en arreglos". apostilla.
Su padre era m¨²sico y el joven conoci¨® el jazz a trav¨¦s de un bater¨ªa que tocaba con ¨¦l. "Dio la casualidad de que abrieron un club al lado de casa y, cuando lo escuch¨¦ en directo, me apasion¨® y me compr¨¦ un bajo el¨¦ctrico", recuerda. Este contrabajista, tambi¨¦n profesor en el Conservatorio Pablo Sarasate y que ofrece m¨¢s de 50 conciertos al a?o, confiesa que a¨²n no ha consolidado su personalidad musical: "En cuatro a?os, he tenido tantos profesores y tan buenos y he conocido tantos estilos, que necesitar¨ªa 10 a?os para decidir con cual me quedo".
Su compa?ero Urriza, un bater¨ªa navarro que actuar¨¢ en el Jazzaldia donostiarra, le apoya: "En esta m¨²sica se pasa por tres fases, iniciaci¨®n, imitaci¨®n y aportaci¨®n, y todav¨ªa estamos en la segunda".
La carrera, que combina las clases te¨®ricas con las pr¨¢cticas de instrumento individuales y en grupo, no es f¨¢cil: son cuatro cursos que los estudiantes deben completar en un m¨¢ximo de cinco a?os. S¨®lo disponen de cuatro convocatorias por asignatura. En estos momentos, una veintena de profesores imparten la especialidad a 80 alumnos en Musikene, y la demanda cada vez es mayor. Para las 18 plazas del pr¨®ximo curso se han presentado m¨¢s de sesenta candidatos.
"Vivir de tocar es un sue?o"
Para improvisar hay que saber, y m¨¢s en jazz. Ainara Ortega, cantante hernaniarra, hija de padres m¨²sicos y psic¨®loga, quiere dejarlo claro: "La gente se piensa que improvisar es invent¨¢rtelo todo y es como estudiar una lengua; tienes que tener una buena base para luego ir construyendo tus frases, tu forma de hablar". El d¨ªa en que cay¨® una cinta en sus manos qued¨® conquistada por el jazz. Ahora que canta -grabar¨¢ un disco con el pianista I?aki Salvador- y ha acabado la carrera ve el futuro lleno de incertidumbres y, en cualquier caso, a medio camino entre el escenario y las aulas, como sus colegas.
La conversaci¨®n entre los tres futuros licenciados toma cariz de terapia de grupo. El jazz est¨¢ floreciendo en Euskadi y existe un peque?o circuito de salas, pero la situaci¨®n para los m¨²sicos no es buena, coinciden: "Estamos en el r¨¦gimen de artistas y toreros de la Seguridad Social". Ni las instituciones les apoyan ni tienen un sindicato que les defienda. Para grabar su disco, San Miguel ha tenido que desembolsar 4.000 euros. "Vivir de tocar es un sue?o y m¨¢s del jazz. Lo saben bien nuestros profesores. La ¨²nica opci¨®n es ser m¨²sico de estudio, y trabajar con cantantes como Serrat", dice Urriza.
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