El 's¨ª' y la explotaci¨®n del ¨¦xito
En la mili me ense?aron que en una batalla s¨®lo se asegura la victoria mediante la "explotaci¨®n del ¨¦xito". El ¨¦xito del s¨ª al nuevo Estatuto s¨®lo se confirmar¨¢ si ¨¦ste desarrolla su potencial y prosigue el avance de conquistas sociales frente a los grupos conservadores de la derecha catalana y espa?ola. Pero, seg¨²n el diccionario, el Estatuto puede ser una rica mina de posibilidades aprovechables o ser utilizado "en provecho propio, por lo general, de modo abusivo". Entre los coyunturales socios del ¨¦xito del s¨ª hay uno, CiU, que a lo largo de todo el proceso estatuyente lo ha explotado en este segundo sentido. Primero se neg¨® a la reforma por su alianza con el PP. Al prosperar el proyecto de las izquierdas, se desmarc¨® de ¨¦l con otro claramente inconstitucional e inadmisible por parte del Parlament para que Pasqual Maragall no pudiera arrogarse el triunfo de ser el presidente del nuevo Estatuto. Se sum¨® al tripartito fingiendo que era ¨¦ste el que aceptaba sus enmiendas. Lo mismo hizo en Madrid, disfrazando de victoria propia su sometimiento a lo ya pactado por los otros grupos y con una foto con Rodr¨ªguez Zapatero, convertida en el verdadero liderazgo del Estatuto. Finalmente, ha pretendido erigirse en l¨ªder de la campa?a del s¨ª alegando rencillas entre el presidente y el PSC. Ahora exige en exclusiva la explotaci¨®n del ¨¦xito del s¨ª y de sus r¨¦ditos. Seg¨²n el se?or Mas, a ¨¦l y s¨®lo a ¨¦l corresponde gestionar el Estatuto como presidente de la Generalitat, manejar el poder que concede y el dinero que proporciona. De nuevo en la historia catalana, los esfuerzos y logros de la izquierda ser¨ªan explotados por una derecha aprovechada.
Para lograr sus fines, la astuta estrategia de CiU rompi¨® por dos veces la unidad del tripartito jugando con la rivalidad nacionalista de ERC. Primero la impuls¨® a incluir en la reforma puntos inasumibles por el PSC, el PSOE y las Cortes que dejaron en minor¨ªa al PSC, y luego, al retirarlas, tras haber hecho correr a ERC en su seguimiento, se par¨® de golpe hacia la derecha y la precipit¨® fuera de banda. As¨ª logr¨® de ella un no cerril que hizo explotar la unidad en el s¨ª del tripartito. El l¨ªder convergente exige ocupar una presidencia que ¨¦l nunca respet¨® insult¨¢ndola, hasta culminar en una campa?a medi¨¢tica contra la supuesta incapacidad maragalliana de impedir sus tretas. Ha intentado dividir a sus dirigentes respecto al liderazgo de Pasqual Maragall (el presidente Aznar ya lo hizo con el PSOE de Zapatero) para que su retirada le facilite la victoria en las pr¨®ximas urnas. La escasa reacci¨®n socialista a esta jugada (que ha desconcertado a muchos votantes y provocado tal vez su abstenci¨®n en el refer¨¦ndum) ha dado alas a la ambici¨®n del se?or Mas.
Como es l¨®gico, tan evidente astucia maliciosa topa con el rechazo de las tres izquierdas, dispuestas a resucitar su gobierno tripartito sobre mejores bases y con mayor autocr¨ªtica por los errores cometidos o provocados desde fuera. Cada una reivindica con orgullo haber sido la que m¨¢s y mejor ha trabajado por el proyecto social com¨²n, y juntas, haber hecho en dos a?os m¨¢s que CiU en 23. ERC reconoce el fracaso del no y quiere volver a gobernar. ICV seguir¨¢ apoyando lealmente al PSC si ¨¦ste no le hace el juego a CiU. El presidente Maragall, pese a los golpes recibidos de propios y extra?os, asume su obligaci¨®n moral socialista de aprovechar la riqueza de la mina estatutaria para bien de las personas de nuestra naci¨®n y no muestra intenci¨®n de retirarse. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de hacerlo? ?Qu¨¦ es lo que ha hecho mal? ?Qui¨¦n sino ¨¦l, su partido y unos aliados de izquierda m¨¢s leales deben reconstruir el Gobierno progresista que la derecha cree haber destruido con sus t¨ªpicas malas artes? ?Se lo pondr¨¢n f¨¢cil al ansia depredadora de quienes rechazar¨ªan en la pr¨¢ctica los deberes sociales que impone el Estatuto a los poderes p¨²blicos por considerarlos, igual que el PP, tan "intervencionistas" y socialistas que hasta llegaron a proponer a las Cortes que los "recortaran" suprimi¨¦ndolos? A¨²n menos caer¨¢ el PSC-PSOE en la trampa saducea de CiU de aparecer dividido ante los votantes a la hora de designar su candidato. Pese a la campa?a citada, hasta los ¨®rganos de opini¨®n m¨¢s sectarios, todas las encuestas (menos una "cocinada") y el testimonio de los alcaldes socialistas y much¨ªsimos habitantes de comarcas reconocen que las nuevas pol¨ªticas sociales, el nuevo encaje en Espa?a y la autonom¨ªa del socialismo catal¨¢n (cada vez m¨¢s reconocida y respetada en el PSOE) se deben al carisma, inc¨®modo para algunos, de un Maragall tan experimentado como audaz, maniatado ante el refer¨¦ndum por unos jueces peperos para que no pudiera reducir la previsible abstenci¨®n del 18-J.
De nuevo aparece la estrategia de CiU tambi¨¦n como ¨²ltima responsable de la abstenci¨®n en el refer¨¦ndum, debida ¨¦sta en gran medida al politiqueo partidista interesado al que arrastr¨® a ERC forjando o forzando rupturas, por separado o al alim¨®n, de los pactos unitarios promovidos y gestados por Pasqual Maragall en su papel de presidente de la Generalitat. El pueblo acab¨® desconcertado, decepcionado y harto. La abstenci¨®n estaba cantada al servicio del PP y ha perjudicado al PSC en sus feudos metropolitanos, de por s¨ª poco movilizables en las elecciones auton¨®micas. CiU se frota las manos ante la futura abstenci¨®n del cintur¨®n rojo, tan s¨®lo superada en 2003 con la victoria socialista por votos con Maragall al frente. ?Podr¨¢n los leg¨ªtimos gestores del s¨ª lograr la participaci¨®n que el nuevo tripartito necesita para que no puedan explotar el ¨¦xito del Estatuto los simples aprovechados?
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
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