Coca-Cola para desayunar
Valdano rememora las horas previas al duelo con los ingleses y el rito del Pelusa con el afeitado
De todos los espectadores que hace 20 a?os vieron a pie de campo los goles de Maradona a Inglaterra, Jorge Valdano (Santa Fe, 1955) fue el m¨¢s anal¨ªtico. Cuando el astro argentino convirti¨® el segundo gol, Valdano terminaba de acompa?ar la jugada por la izquierda. Hab¨ªa esperado un bal¨®n que nunca le lleg¨®, y tras el gol sigui¨® corriendo hacia el otro c¨®rner para unirse a la celebraci¨®n. Mientras tanto pensaba: "Ya est¨¢ en el mismo lugar que Pel¨¦". Al entrar en la ducha, despu¨¦s del partido, se acerc¨® al h¨¦roe y le dijo: "?Ya est¨¢s en el mismo lugar que Pel¨¦!".
Valdano, que se ha recuperado completamente de su accidente a¨¦reo, dedica estos d¨ªas a comentar los partidos del Mundial para TV Azteca. Desde M¨²nich, reflexion¨® sobre lo ocurrido el 22 de junio de 1986. "Que hayan pasado veinte a?os es una insolencia del tiempo", lament¨®.
"En el gol de la Mano de Dios entend¨ª que era un tanto que iba a arrastrar muchos conflictos con los medios de comunicaci¨®n", dice Valdano. "En el segundo gol me di cuenta instant¨¢neamente de lo que significaba. No s¨®lo para Argentina. Vi muchos goles pero ¨¦ste lo ten¨ªa todo. Ten¨ªa la trascendencia. En un partido de un grand¨ªsimo valor simb¨®lico, Maradona mostr¨® las dos formas de ser del argentino. En el primer gol muestra la trampa, eso que en Argentina se conoce como picard¨ªa criolla o viveza. Argentina es un pa¨ªs donde el enga?o tiene m¨¢s prestigio que la honradez. Pero tambi¨¦n tiene otra cara. Es la del virtuosismo y la habilidad. En el segundo gol Maradona corona el partido con una obra de arte. Es la habilidad, la gambeta, la nuestra. Otro elemento de prestigio en el f¨²tbol argentino, donde se da m¨¢s importancia a saber gambetear que a saber pasar".
El partido se jug¨® a las 12.00 del mediod¨ªa. Valdano no puede evitar re¨ªrse cuando se acuerda del desayuno: "De los once jugadores que saltamos al campo diez desayunamos con Coca Cola. La sofisticaci¨®n nutricional en el equipo llegaba a este punto".
"Bilardo era supersticioso", contin¨²a Valdano, "y todo el equipo ten¨ªa que participar de los ritos. Se repet¨ªan conductas que hab¨ªan resultado eficaces en partidos anteriores. Siempre lo mismo. Nos levant¨¢bamos. Diego sal¨ªa de la habitaci¨®n, iba al vestuario, se duchaba y se afeitaba. Yo me ten¨ªa que encontrar con ¨¦l cuando terminaba de afeitarse. As¨ª est¨¢bamos todo el d¨ªa. Era como el cuento de Fontanarrosa en el que un jugador brasile?o arma y desarma una bicicleta antes de cada partido porque la primera vez le hab¨ªa dado suerte. El grado de complejidad del rito era enorme".
Valdano asegura que la convivencia era muy tediosa porque se pasaban horas comiendo y en reposo. "Entren¨¢bamos por la ma?ana y por la tarde Diego le ped¨ªa a Bilardo otro entrenamiento porque se aburr¨ªa", dice. "Pero Bilardo se negaba porque estaba obsesionado con el peso. No nos dejaba levantar de la cama y nos visitaba con bandejas de bocadillos. Cre¨ªa que la altitud nos pod¨ªa quitar peso. Nos hizo llegar al campeonato con dos kilos de m¨¢s y acert¨® porque terminamos todos en nuestro peso ideal. Un d¨ªa le preguntaron al m¨¦dico de la selecci¨®n, el doctor Oliva, que c¨®mo ten¨ªa que entrenarse Maradona. 'Como los gatos, comiendo y durmiendo', dijo".
La guerra de las Malvinas, concluida en 1982, pesaba en la mente de cada argentino. "Todo el mundo quer¨ªa saber hasta qu¨¦ punto las Malvinas influ¨ªan a la espera del partido", dice Valdano. "Todos dec¨ªamos que nos centr¨¢bamos en lo futbol¨ªstico. Pero resultaba inevitable la asociaci¨®n con la desgracia. La memoria estaba fresca y hab¨ªa millones de argentinos pensando en eso. Yo tem¨ªa que la marea informativa pusiera el partido en otro lugar. Nos concentramos en no apelar a la violencia. En tratar de no distraernos con esa historia fabulosa que nos aplastaba a todos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.